El equipo más bipolar de la liga es el Real Zaragoza

Es el 2º mejor local y el 4º peor visitante, sufre la mayor oscilación de rendimiento entre sus partidos en casa y a domicilio: 16 puntos en La Romareda y solo 4 fuera.

Raúl Agné, entrenador del Real Zaragoza, juega con un balón durante el entrenamiento de este pasado lunes.
El equipo más bipolar de la liga es el Real Zaragoza
Toni Galán

El equipo más excéntrico de la Segunda División es el Real Zaragoza. Su comportamiento como local es el más alejado de su rol como visitante, presentando la mayor oscilación en su solvencia en esas dos facetas entre los 22 componentes de la Segunda División.


El cuadro aragonés es el 2º mejor local, con 16 puntos sumados en La Romareda, igualado con el Huesca en ese rendimiento y solo superado por el líder, el Levante, con 17 (apenas uno más). Pero, en contraposición, está entre los peores visitantes del torneo, solo hay tres más deficientes que él, todos ubicados en el vagón de cola de la tabla. Los zaragocistas solo han sacado 4 puntos lejos de casa: cuatro empates, porque han sido incapaces de ganar un solo partido en campo ajeno. Solo el Rayo Vallecano, que ha obtenido un único punto fuera (es el 18º en la tabla); el Almería y el Alcorcón, con solo 2 puntos viajeros (son los 20º y 16º), presentan peor currículo que el Real Zaragoza, que va de la mano del Mirandés en esa fea estadística de solvencia como visitante.


Después de las primeras 14 jornadas de liga, más de un cuarto de competición, es una evidencia que el actual Real Zaragoza es un grupo de blanco o negro, sin grises. De sobresaliente o suspenso, sin notas medias. En La Romareda funciona de maravilla en líneas generales, lo dicen sus números y réditos. Pero a domicilio, es un desastre. Una bipolaridad tremenda que permite acudir a cualquier análisis, optimista o preocupante, según se metan al microscopio las evidencias e indicios de su juego y el investigador vea más o menos hondas las carencias o las virtudes. 


Porque, si por esos 16 puntos logrados en La Romareda fuesen (solo se le han escapado al Real Zaragoza los 3 puntos ante el Elche y el empate frente al Córdoba), la curva del equipo animaría a pensar que el ascenso a Primera está en el buen camino. Está muy bien, ciertamente, haber metido en las alforjas de la liga esta cantidad de bonus en siete partidos dirimidos ante la afición zaragocista, de los que cinco acabaron en celebrados triunfos (UCAM Murcia, Huesca, Alcorcón, Almería y Mirandés). Por este lado, el horizonte ganado por el equipo a través de su fútbol y sus resultados es mayormente luminoso y llano.


El problema, 'problemón' habría que decir utilizando el coloquial aumentativo, es el otro lado de la larga horquilla de solvencia de los zaragocistas, el que recoge su eficacia lejos del estadio municipal. Con solo 4 puntos cosechados de los 28 posibles en los siete viajes ya consumados en lo que va de torneo, las alarmas y chivatos rojos del cuadro de mandos del Real Zaragoza avisan de serias carencias, de profundas máculas en el funcionamiento del bloque cuando el fútbol no se juega en La Romareda. Éstas son cifras de descenso a Segunda B en junio. Catastróficas. Una progresión de este tenor en el apartado de partidos fuera de casa hace imposible plantearse la pelea por subir a Primera. Inequívocamente, aquí está el mal, éste es el punto sobre el que debe trabajar Agné (y el área deportiva) si quiere reconducir a mejor la trayectoria del Zaragoza 2016-17.


Getafe, el próximo domingo (16.00), será una nueva prueba de fuego para ver si el equipo manifiesta alguna mejora notable al respecto. Todo lo que no sea empezar a ganar también a domicilio, supondrá un frenazo cada vez más ostensible en la restauración del Real Zaragoza en términos clasificatorios. Con la liga ya avanzada, estas dinámicas requieren de una mutación a positivo inmediata. Si se demora en el tiempo, la clasificación hablará sola, no hará falta explicaciones accesorias.

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