Juan Muñoz fue el hombre de la jornada 13ª de Segunda División, utilizando en anglicismo, el MVP del fin de semana en la categoría de plata, como consecuencia del golazo que le marcó al Mallorca desde más de 52 metros. Este domingo, en el viaje de vuelta del Real Zaragoza desde Palma, el sevillano estaba feliz, sabedor de que había logrado algo de impacto, no solo entre el zaragocismo, sino en el mundillo del fútbol nacional e internacional. Un gol como ese corre como la pólvora por las televisiones y las redes sociales a estas alturas del siglo XXI.

El ariete, cedido por el Sevilla al Real Zaragoza para la actual temporada, atendió a HERALDO DE ARAGÓN ya con el poso del transcurso de varias horas. En la noche del sábado, el jugador salió tarde del vestuario del estadio de Son Moix y, por la tardía cena y la pernocta en el hotel mallorquín, su hito quedó diferido hasta la mañana siguiente. Esta fue la conversación con el enviado especial de HERALDO al partido de Mallorca, justo antes de subir al avión que trasladó a la expedición a Barcelona.

Ese 0-1 en Mallorca es ya un golazo de bandera por su formato, algo para la historia.

Sí. Es verdad. No son goles normales y, cuando se producen, se recuerdan para siempre. Además, el día en el que coincide, lo hace aún más extraordinario.

El del 50 cumpleaños de Nayim. El Real Zaragoza ganó un título europeo con un gol de larga distancia del ceutí. Una casualidad tremenda que, además, usted conocía.

Claro. Lo dije nada más acabar el partido sobre el césped y me reafirmo: para mí, es un gran honor poder dedicarle el gol a Nayim en un día tan importante para él. Salió así y me alegro muchísimo. Sé lo que supone Nayim y aquel gol de la Recopa en París para todo el zaragocismo.

¿Había marcado alguno así en su carrera, o es el primero?

Sí, ya metí uno parecido. Hace dos temporadas, jugando en el Sevilla Atlético en Segunda B. Se lo marqué al Jaén, en su campo, La Victoria. También vi al portero adelantado y lo sorprendí desde muy lejos.

¿También desde campo propio?

No. Esa fue la diferencia. Ese día recogí la pelota algo más adelante, en el círculo central pero metido ya en campo del rival. La distancia con la portería era algo menor, quizá ocho o diez metros menos. Pero fue el mismo gol de Mallorca: un control de preparación y un golpeo rápido sorprendiendo a todos.

O sea, que usted siempre mira con el rabillo de ojo la posición de los porteros. Y si los ve adelantados o descolocados… los intenta cazar desde cualquier sitio.

Sí, sí (risas). Me gusta estudiar a los porteros contra los que juego cada fin de semana. Es una costumbre que tengo desde hace años. Este sábado, yo sabía que el portero del Mallorca (Santamaría) juega muchas veces adelantado, incluso colocándose fuera del área. Yo tenía en la mente esta característica de su juego y miraba siempre dónde se quedaba cuando salía con la pelota jugada con el pie. Hacía muchos minutos que esperaba tener un balón como el que me llegó de Cabrera. Lo tenía entre ceja y ceja y, por fortuna, se dio. No es fácil que esto suceda porque es algo muy concreto.

¿Cómo fue ese súbito pensamiento suyo, cuándo decidió que iba a chutar desde más de 52 metros? ¿Cuando le venía la pelota del despeje largo de Leandro Cabrera?

Yo, la verdad, no tengo la noción tan clara ahora, a posteriori. Esto es cuestión de segundos, de inspiración. Mi recuerdo es que veo venir el balón que saca largo Lele y lo controlo hacia la izquierda, de espaldas al defensa y la portería del Mallorca. Ahí, me doy la vuelta y es cuando veo claro que el portero está muy adelantado. Y se me ocurre pegarle con todo en busca de lo que al final salió. Fue un golpe muy bueno, ya lo creo.

Lástima que no sirviera para ganar. Le hubiera dado más brillo a semejante joya.

Sí. Esa es la pena viendo cómo se desarrolló el partido después, en la segunda parte. Pudimos ganar perfectamente. Pero, al contrario que los dos tantos anteriores que marqué en Soria y Sevilla, éste gol que le di al equipo en Mallorca sí nos sirvió para sumar un punto a través del empate a dos. Es un resultado que nosotros lo entendemos y valoramos como positivo en estos momentos.

Por cierto. Solo marca usted fuera de casa. Se le están resistiendo las porterías de La Romareda. ¿Qué sucede?

Sí, es evidente que me está costando más de la cuenta. Es mera casualidad. Yo lo voy a seguir intentando cada partido y, además, estoy seguro que al final de la temporada serán muchos los goles que haya marcado en La Romareda. El primero, seguro que es en el próximo partido contra el Mirandés.