"¿La última victoria fuera ocurrió en abril? Uff... es mucho tiempo"

Raúl Agné rescata el dato estadístico del último triunfo a domicilio del Real Zaragoza para usarlo como aliciente del equipo en su estreno como visitante.

Raúl Agné, durante el entrenamiento de este viernes en La Romareda.
Raúl Agné, durante el entrenamiento de este viernes en La Romareda.
Raquel Labodía

"Si no me equivoco, la última victoria fuera de casa fue en Valladolid, en abril, en la liga pasada, ¿no? Uff... mucho tiempo. Intentaremos romper eso. Y espero que sea mañana (por este sábado en Mallorca). Y estoy seguro de que estaremos más cerca que lejos de romper por fin esa mala racha. Seguro". Raúl Agné, voluntariamente, quiso rescatar del banco de datos ese epígrafe estadístico que deja mal parado al Real Zaragoza visitante desde hace siete largos meses de oscuridad, donde el equipo blanquillo no ha logrado ganar fuera de La Romareda un solo partido de liga.


Un efecto negativo que arrasó, en la recta final del anterior campeonato, las opciones de jugar la promoción de ascenso a Primera División, cuando Lluís Carreras era el jefe del vestuario. Y un remolino nocivo que, en el inicio de este nuevo curso, se ha llevado por delante a Luis Milla tras ser incapaz de ser solvente en los seis viajes que ya ha cumplido el nuevo Real Zaragoza en lo que va de torneo.


Sabe Agné, desde su reciente llegada a la caseta zaragocista, que ésta es la principal asignatura pendiente del equipo de esta campaña 2016-17. Un bloque que ha venido cumpliendo con buena nota en La Romareda -y así debutó el mequinenzano el pasado fin de semana ante el Almería- pero que se ha desteñido y resquebrajado de forma evidente y tóxica cada vez que ha tenido que jugar con el rol de visitante en campo ajeno. Por eso, ese primer desplazamiento de Raúl Agné a Mallorca posee un valor relevante a ojos de la afición y, asimismo, en el sentir interno del propio equipo. Es una reválida, una prueba de importante repercusión en el medio ambiente que rodea al vestuario.


Si, bajo la batuta del recién llegado Agné, desde la turbina de su motivación y nuevo espíritu inoculado minuto a minuto en el grupo, el Real Zaragoza sale victorioso por fin fuera de casa, el empujón moral sería de enorme calado positivo para todo el mundo, dentro y fuera del campo. Por eso, el técnico aragonés quiere que sus pupilos afronten el examen con autoestima, con los dientes apretados, con un alto grado de autoexigencia, para demostrarse a sí mismos que son capaces de hacerlo y que la espiral letal que los viene arrastrando hacia el fracaso cada 15 días lejos de casa es posible frenarla en seco y darle la vuelta a la rosca.


No son 90 minutos cualquiera los de Mallorca. Al margen del resultado -que también será algo crucial, sobre todo en el caso de victoria blanquilla-, lo más importante será observar la conducta y aplicación de los jugadores del Real Zaragoza a muchos kilómetros de su Romareda. Necesitan aprender a ser eficaces en terreno hostil. Ni en Lugo, ni el Valencia, ni el Tarragona, ni el Soria, ni el Sevilla, ni en Valladolid lo lograron en la anterior etapa técnica. Las serias carencias de índole táctica, técnica, anímica y grupal que, in crescendo, fue mostrando la plantilla en esos seis choques como forasteros anteriores a este de Mallorca, necesitan un tapón inmediato. Un torniquete que pare esa hemorragia de errores defensivos, miedos ofensivos, pusilanimidad general e inestabilidad emocional que han hecho del actual Real Zaragoza un equipo débil en grado extremo en campo contrario. Agné está en ello.

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