Jean Marie Dongou ya sonríe. Es el efecto más claro de que todo va bien para un futbolista que se recupera de una lesión de gravedad. El delantero camerunés, que sufrió un serio esguince de rodilla -de grado 3- en el amistoso disputado en Vitoria ante el Alavés el pasado 6 de agosto, ya corre con agilidad y buen ritmo sobre el césped del campo de entrenamientos de la Ciudad Deportiva. Este viernes, al término del trabajo de sus compañeros, se le vio a la carrera junto al preparador físico, Miguel Gandía. Es una prueba que evidencia la cercanía de la reaparición de Dongou con el primer equipo zaragocista, algo que los médicos previeron en su día para finales del presente mes de octubre o principios de noviembre. Es decir, todo está en el plazo programado.

Dongou, cuando esté en disposición de volver a jugar en la delantera del Real Zaragoza, tendrá para el entrenador y el equipo el mismo valor que un nuevo refuerzo. Por que, de facto, se ha perdido todo lo que va de temporada. El daño que un encontronazo con el exzaragocista Laguardia le ocasionó en el ligamento lateral interno, que quedó casi rasgado por completo, en el último minuto de aquel Alavés-Real Zaragoza disputado en el pequeño campo de Olarambe, está ya restaurado. Han pasado dos meses y 16 días desde aquel desgraciado lance que desmontó la delantera del Real Zaragoza puntualmente y que, como después trascendió, llegó a impedir incluso el posible traspaso del ariete camerunés al fútbol inglés, circunstancia que estaba en tratos aquel 6 de agosto, y que hubiera modificado con seguridad el perfil ofensivo del actual plantel.

Ahora, Dongou se apresura por ser de nuevo pieza útil para el equipo y, en los momentos tan complicados que atraviesa el equipo, todo lo que supongan apoyos extras para el cuadro técnico y la plantilla es agua bendita. Si todo transcurre con normalidad, es posible que el punta africano empiece a tocar balón la semana próxima y, dentro de dos, pueda empezar a medir la posibilidad de volver a las convocatorias.