Zapater arrastra un duro golpe en un gemelo

Fue golpeado por un jugador del Nástic, acabó dolorido y subió al autocar vendado. En Soria, el domingo, Milla estudiará dosificarlo.

Alberto Zapater, en un lance del partido de Tarragona pugna con el exzaragocista Uche.
Zapater arrastra un duro golpe en un gemelo
LFP

Alberto Zapater está como un toro físicamente, cierto es, para asombro de la inmensa mayoría del zaragocismo. Pero no es de goma. El ejeano nació de carne y hueso y está soportando un desgaste descomunal tras su soberbio y maravilloso retorno a la rutina del fútbol, después de casi tres años sin poder jugar con normalidad a causa de lesiones de diversa índole. Y, por eso, en esta tacada de tres partidos en serie en tan solo siete días (Alcorcón, Nástic y Numancia), consecuencia directa de la jornada entre semana que la LFP decidió que se jugará en septiembre, Zapater llega tocado al tercer episodio, el del próximo domingo en Soria ante los numantinos.


El capitán zaragocista recibió un doloroso puntapié de un rival en el gemelo izquierdo en un lance del juego, en el centro del campo, ya en la recta final del choque ante los tarraconenses. La parte posterior de la pierna se le quedó bloqueada por unos segundos y tuvo que estirar los músculos durante el propio discurrir del partido, agachado como se ponen en la salida los corredores de velocidad. Su pundonor le permitió acabar el envite ante el Nástic, pero subió al autocar con la parte dañada aparatosamente vendada, una complexión necesaria en las horas posteriores al esfuerzo y que habrá que ver cómo evoluciona con el paso de las horas. 


Si la plantilla del Real Zaragoza fuese normal, tuviera los suficientes mimbres y mantuviera un nivel de prestaciones entre todos su componentes, cabe asegurar que Zapater no jugaría ante el Numancia. Lo racional es que descanse. Evitar el riesgo de una lesión mayor. Que no se caiga para un tiempo largo por abusar de sus ganas y tentar al destino. Que no se repita lo de Cani. Milla, el jugador y los médicos y fisioterapeutas valorarán en los próximos tres días qué hacer al respecto. No hay más prisa.


Después del calvario de casi un trienio fuera de órbita, Zapater ha irrumpido en el Real Zaragoza jugando los 90 minutos -y el aumento- en los seis partidos iniciales de la liga: 450 de 450, sin relevo alguno. Algo inconcebible en pretemporada. Un pleno de minutaje que ni el propio Milla tenía previsto en la figura del ejeano hace tres o cuatro semanas. Pero las circunstancias, la acumulación de bajas en la línea media, las necesidades del equipo y, sobre todo, la aptitud del propio Zapater, han hecho que todo lo programado haya quedado aparcado por ahora visto su rendimiento y aguante. 


En estos momentos, tras este aviso de Tarragona, golpetazo incluido en un gemelo -zona muy dolorosa-, quizá los criterios se modifiquen y se atienda a la razón más que al corazón. El paso de las próximas 72 horas definirá si Zapater sigue en versión inmortal o si, por el contrario, se decide cambiar el paso y que el cincovillés pase un fin de semana más plácido a modo de reseteo y revisión general de sus primeros 10.000 kilómetros. Si lo hacen las máquinas, por qué no lo va a hacer un humano.

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