Tarragona, tercer asalto del Real Zaragoza visitante, un termómetro de mejoría

Tras las dos primeras salidas a Lugo y Valencia, donde los errores defensivos arruinaron su éxito, los de Milla se examinan este martes ante el Nástic.

Lanzarote y Alex Barrera, en la tarde del lunes al inicio del único entrenamiento serio que ha podido organizar Milla antes de viajar a Tarragona.
Lanzarote y Alex Barrera, en la tarde del lunes al inicio del único entrenamiento serio que ha podido organizar Milla antes de viajar a Tarragona.
Raquel Labodía

Tarragona, el gafe Nou Estadi del Gimnástic donde el Real Zaragoza no gana ni en los amistosos desde siempre, se erige en la noche de este martes (22.00) en un examen de mejora para los muchachos de Luis Milla y para el propio entrenador aragonés. Los blanquillos necesitan, en la 6ª jornada de liga que se juega entre semana, disolver la mala imagen que dejaron en sus dos anteriores desplazamientos a Lugo y Valencia, donde los gallegos les igualaron al final un 1-3 que olía a fiesta y, 15 día después, el Levante los apabulló con un rotundo 4-2 que descosió todos los argumentos defensivos del plan del renovado equipo zaragocista.


Toda la buena impresión que, globalmente, ha ido generando el Real Zaragoza en La Romareda, donde sus tres partidos se han contado por victorias, se ha visto por ahora contradicha en cuanto los de Milla han tenido que responder con el papel de visitantes. Por eso, esta cita de Tarragona se entrecruza en el camino de los aragoneses como un perfecto termómetro que medirá cuánto han sabido mejorar de sus errores flagrantes en la línea de contención, en el entramado defensivo que abarca a los once jugadores que pisen el césped. Es un día importante, por lo tanto. Para mirar con calma, detenimiento y lupas de aumento. Los yerros del pasado reciente fueron tan graves que necesitan urgente reparación. 


El Real Zaragoza acomete este reto desde la mejor atalaya posible. Es colíder de la Segunda División, con 10 puntos, igualado con el Levante. Un dato que genera una inevitable paradoja con las dudas del Zaragoza viajero. Hay dos imágenes opuestas, simétricas, del equipo blanquillo. Una, la agradable versión como local. La otra, la cara B, la del rol de visitantes. La primera es notable, sobresaliente en réditos. La segunda, no da la talla de un equipo con aspiraciones de ascenso y debe mejorarse con celeridad y firmeza. Tarragona es el primer escenario donde poder observar esa progresión de los últimos días. 


No han tenido apenas tiempo de preparar tan interesante cita. Ni zaragocistas ni tarraconenses han dispuesto de más de 48 horas para cambiar el chip tras la disputa de la última jornada, en su caso, en la tarde-noche del sábado. El duelo de Tarragona llega de sopetón, un martes en hora golfa, sin el ambiente de otras veces por imposibilidad del pueblo para acudir al campo en noche de día laborable. Habrá mucha música de oído sobre el césped, poca partitura para lo que suele ser del gusto de Milla (y de su colega de en frente, Vicente Moreno). El Nástic pierde por expulsión a su pivote defensivo Tejera. Los centrocampistas del Zaragoza lo agradecerán, sobre todo si el partido se pone brusco. Por su parte, los aragoneses viajan sin Cani, sin Xumetra, ambos titulares, que están lesionados. Hay gente tocada, cansada, convaleciente en la lista de Milla: los Cabrera, Zapater, Lanzarote... vuelve Morán al grupo tras una lesión muscular mucho antes de lo previsto. El devenir de los acontecimientos está forzando al segundo escuadrón a dar la cara antes de lo previsto.


En pretemporada, hace 50 días, Nástic y Real Zaragoza jugaron este mismo choque con envoltorio de bolo veraniego. Empataron sin goles, 0-0, en un pestiño bastante infumable. Solo sirvió para que, la mayoría de los nuevos de uno y otro bando, ya se conozcan, se ponga cara y ademanes. Hasta se saluden. Lo de la liga va a ser bien distinto a lo del final de julio. Lo de hoy no es la fiesta de presentación de los granas, como lo fue aquella tarde con más de 30 grados. Hay 3 puntos en juego de alto valor. Para el Nástic, para no hundirse en la clasificación peligrosamente. Para el Real Zaragoza, para seguir en el liderato, en lo más alto, donde todo el zaragocismo desea estar todo el año, especialmente en junio del año que viene.


Se trata de un partido fuera de sitio, un martes cualquiera en una franja horaria de cena de despedida de soltero, que sin embargo vale oro molido para los dos contendientes. Con el arbitraje del asturiano Areces Franco, el interés es superlativo desde todos los puntos de vista por ver qué sucede y, sobre todo, cómo sucede. Quizá esta vez se rompa con el mal fario del Real Zaragoza en el Nou Estadi de los extramuros de Tarragona.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión