Mucho abanico y emoción hasta el final

El marcador no se movió hasta el tramo final en un partido marcado por las altas temperaturas.

Buen ambiente en la Romareda para el derbi
Buen ambiente en la Romareda para el derbi
Toni Galán/A Photo Agency

Como si de un tendido de Las Ventas se tratara, los abanicos no descansaron un momento en las gradas de La Romareda este domingo. Con más de 30 grados en los termómetros, hasta las almohadas de los asientos  servían para mover un poco el aire. Y es que el derbi llegaba pronto, con el bronceado en la piel y las maletas todavía sin deshacer. Del apartamento de Salou al estadio, y antes del comienzo del partido las conversaciones se centraban más en hablar de las vacaciones que de cómo llegaban el Real Zaragoza y el Huesca al encuentro.


Pero eso era antes, cuando la enorme bandera de Aragón se retiró del césped y el balón empezó a moverse, solo importaba sumar unos tres puntos de esos que más que para ayudar a los objetivos, tienen doble lectura, y se cosen en la camiseta para enseñarlo a los próximos rivales. Un “nuestro sitio es la cabeza de la tabla” del Real Zaragoza al “somos un equipo capaz de ganar en La Romareda” de los de Anquela.


Al final, ya cuando el eterno ‘deja vú’ de los empates en los derbis empezaba a sobrevolar el encuentro, fue el Zaragoza el que logró colgarse la medalla y hacerse con el celebrado triunfo. Un zapatazo de Casado tras una ocasión múltiple en el área pequeña que el Huesca no logró despejar, hacía estallar la euforia en la grada, mientras que en el fondo Sur, reservado para la afición altoaragonesa, los rostros se escondían entre las manos. Cara y cruz del derbi, después de varias entregas instalado en el reparto de puntos.


Donde sí que hubo empates fue entre la camisetas de uno y otro equipo antes del inicio del encuentro en las inmediaciones del estadio. Mas de un millar de oscenses quisieron presenciar el encuentro en directo, con la idea de que a la tercera va la vencida, después de haber visto dejar escapar los tres puntos a su conjunto en las otras dos ocasiones en los que la Romareda había vivido un choque entre los conjuntos aragoneses. La SD Huesca en colaboración con el grupo de transportes Avanza dispuso autobuses para asistir al partido que partieron desde las 12.00 de la capital oscense, por lo que a primera hora de la tarde ya eran numerosas en los bares próximos a La Romareda las camisetas azulgranas o con la cruz de San Jorge.


Competían con las blancas, con los dorsales de Cani y Zapater como grandes protagonistas, y ambos se llevaron las más cerradas ovaciones a la hora de cantar las alineaciones por megafonía.


Reacción opuesta a la que recibió la primera aproximación oscense, recién cumplido el minuto 2, cuando Urko Vera probó a Irureta y el público local pidió a gritos un fuera de juego en el inicio de la jugada. Fue la activación para ambas hinchadas, que combinaron los cánticos con los ‘Uys’ en función de si era Lanzarote el que cabalgaba por la banda o Samu Sáiz el que iniciaba una arrancada.


Hubo tiempo para aplaudir la expulsión de Bambock por una parte, y maldecir la poca templanza del francés en la otra, reclamar manos en el área y apelar a la casta a la hora de iniciar las contras en inferioridad. De sufrir, y mucho. De aplaudir y de apretar puños. Y  al final, cuando ya algunos empezaban a moverse de sus asientos, llegó el gol. Con él la euforia para los locales y la impotencia entre los azulgranas. A punto estuvo, pero esta vez, el empate no fue el rey.

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