Empate a fallos

Los errores del Lugo y el Real Zaragoza, presentes en los seis goles, marcan el partido.

La plantilla del Real Zaragoza, durante el minuto de silencio en memoria de las víctimas del terremoto
El Real Zaragoza empata en Lugo
Carlos Castro/La Voz de Galicia

Hay partidos en los que deciden los aciertos y otros, como el del Real Zaragoza en el Anxo Carro, en los que son los errores los que determinan el resultado final. En el partido de este sábado ante el Lugo, los seis goles llegaron tras fallos defensivos de ambos equipos, algunos más flagrantes que otros, pero todos evidentes y decisivos. 


Si la batalla de los errores se hubiera decidido a los puntos la habría ganado el Lugo, con dos fallos de prebenjamines dentro de su área y uno menos vergonzoso, pero igual de determinante. Los del Real Zaragoza, salvo el segundo, en el que Cabrera e Irureta se chocaron para dejar solo a Joselu, fueron algo menos sonrojantes, pero tampoco menos preocupantes, ya que dejaron en evidencia los problemas defensivos que tiene el equipo por las dos bandas. En ambos, además, hubo un protagonista claro: Isaac, que en el primero dejó totalmente libre de marca a Pedraza y en el tercero hizo algo parecido con Campillo. 


El segundo, que hizo temblar las piernas de los zaragocistas cuando el partido parecía ganado, señala de nuevo a Irureta, que volvió a evidenciar cierto nerviosismo. No se entendió con Cabrera y entre los dos le regalaron un gol al Lugo que acabó suponiendo la pérdida de dos puntos. 


Los del Lugo, sin embargo, fueron todavía peores. Pero cuando un equipo acaba rescatando un punto que todos daban por imposible, los fallos duelen un poco menos. Porque el Lugo, eso sí, se levantó tras sus errores, que no fueron ni pocos ni triviales.


El primero llegó en el minuto 14, cuando Carlos Hernández cedió el balón a su portero, José Juan, que estaba en el área pequeña. El guardameta, medio despistado y medio torpe, dejó pasar el balón, al que llegó un Lanzarote con mucha fe que solo tuvo que empujarla. El segundo fue parecido, aunque en esta ocasión el creyente fue Zapater, que corrió desde el centro del campo hasta el borde del área para presionar a Pitu, que había recibido el balón de espaldas de José Juan, y arrebatarle el balón para regalarle el gol a Ángel. 


En el tercero el fallo no fue tan evidente, pero si un despeje de cabeza en el centro del campo se convierte en asistencia perfecta en tu contra algo has tenido que hacer mal. Fue Cabrera el que remató el balón, que sobrepasó a una defensa mal posicionada para caer en los pies de un Ángel que, eso sí, remató a la perfección. 

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