Luis Milla y Óscar Whalley fueron los protagonistas del final del último entrenamiento vespertino del Real Zaragoza en su estancia en Boltaña. Con la preciosa localidad sobrarbense al fondo, alrededor de las 21.00 de la noche -aunque aún el cielo tenía luz diurna- el entrenador y el joven portero zaragocista charlaron durante más de 10 minutos a solas en el centro del campo de Villaboya.

Milla provocó ese llamativo aparte. Quiso tener un vis a vis, a ojos vistos de todo el mundo, en el que explicarle al guardameta canterano que lo mejor para él, en estos momentos, es irse a préstamo a un club de Segunda B donde tener minutos, jugar todos los partidos de la temporada (o la mayoría) y así progresar y llamar a la puerta del primer equipo, donde ahora no tiene sitio.

El caso de Whalley es singular y quiere tratarse con sumo cuidado. El año pasado ya se le cedió, pero fue a un equipo de la misma categoría que el Real Zaragoza, la SD Huesca, donde jugó poco ante la titularidad del veterano Leo Franco. Aunque pueda leerse como un retroceso el hecho de que tenga que marcharse una división más abajo, a Segunda B, en el club intentan convencer y puntualizar bien al futbolista que es la mejor opción en estos momentos de su carrera.

Como indicó Narciso Juliá el pasado sábado en su visita fugaz a Boltaña, la salida de Whalley como cedido está muy próxima. Probablemente se haya esperado a que concluya esta concentración del Pirineo para consumarla (igual que la del punta Diego Suárez). Y por eso, en los estertores de estas jornadas de intenso trabajo en la localidad boltañesa, Milla quiso despedir personalmente a Whalley con los consejos del veterano y del máximo responsable del primer equipo zaragocista este año.