​Milla transmite a sus pupilos el buen gusto por el fútbol

El entrenador del Real Zaragoza no deja de lanzar mensajes tendentes a mejorar la técnica de los jugadores y a ligar un estilo atractivo.

Milla, en un entrenamiento del Real Zaragoza en Boltaña.
Milla, en un entrenamiento del Real Zaragoza en Boltaña.
Javier Broto

Escuchar a Luis Milla durante los entrenamientos del Real Zaragoza es retroceder veinte años y recordar su manera de jugar al fútbol cuando él era uno de los del campo. Ahora, desde su posición prevalente en el banquillo, el turolense intenta imbuir a su gente aquellos fundamentos que le hicieron ser fabricante de un fútbol plástico y atractivo para el espectador. Y, sobre todo, rentable para ganar muchos puntos y muchos partidos a lo largo del año.


“No la levantéis, no la levantéis”, critica duramente a quienes, en los controles, son incapaces de domar el balón y manejarlo con soltura raseándolo sobre la hierba. A Milla le pone enfermo que, al parar una pelota durante una jugada, ésta se eleve hasta la altura de la rodilla del jugador en cuestión.


No admite que haya gente a la que le cueste dos o tres toques matar la pelota. Ha de hacerse de primeras. Tanto el control como el pase. Una combinación que tampoco admite trayectorias erradas en una acción de ataque. “Mejor el pase, hay que hacerlo mucho mejor; si no, se retarda todo”, grita como un taladro cuando alguien yerra en una asistencia que rompe un contragolpe, aunque sea por medio metro.


A Milla tampoco le agrada que las jugadas, aunque sean simulacros, no acaben en las redes de los porteros. “Buenos centros y gol; vamos a meter goles”, les reprocha a los delanteros o rematadores en los ensayos cada vez que la acción no acaba dentro. Lamentablemente para Milla, eso es demasiadas veces.


El turolense pide movimiento constante. Tanto con el balón en posesión como retrocediendo. En el campo, siempre hay algo que hacer. Jamás estar quieto. “El que tenga el balón, que tenga siempre dos o tres líneas de pase”, pide cuando el juego se ralentiza por falta de apoyos. Y, como derivación de esto, Milla solicita que todos los hombres de campo estén activados para recibir, pasar o desmarcarse y evitar largas carreras de un futbolista con el balón en sus pies. “Como vea que alguien conduce y no pasa, paro el juego”, amenaza. Al área rival se llega más y mejor a base de toques que con decisiones individuales. Esa es su tesis.


Milla está pidiendo la excelencia. Casi la perfección. Y eso, en el actual plantel, es un grado de exigencia elevado. Los futbolistas han recibido el mensaje. Han de esmerarse por mejorar, por acercarse a lo que su entrenador les pide por repetición, por acumulación de ejercicios similares día a día. La técnica tiene una parte educable al margen de la innata en cada individuo. Y ahí anda Milla ahora. Trasladando ideas concretas, voz en alto, para que sus chicos las capten y asuman en su cerebro como lemas reflejos que les aparezcan en cada partido por defecto.

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