El Zapater más sincero y noble sigue igual con el paso del tiempo

Alberto no ha cambiado con los años su carácter abierto, franco y directo. No tiene dobleces. El vestuario gana con él un capitán de verdad.

Zapater posa con un grupo de aficionados del Real Zaragoza a la salida del estadio tras su multitudinaria presentación.
El Zapater más sincero y noble sigue igual con el paso del tiempo
Oliver Duch

"Yo no vengo como un Mesías, pero sé que todo va a salir bien. He venido a competir, a ser uno más, no a pasearme", es solo una de las cien frases con el sello genuino de Zapater que el ejeano espetó en su extraordinaria rueda de prensa de presentación. Extraordinaria porque todo lo que dice y hace Zapater se mueve fuera de los parámetros habituales de los tópicos y planicies que pueblan el mediocre fútbol español en términos intelectuales. "Soy consciente de lo que significa que vuelva. Yo me monto mi película, mi cuento de hadas en el que el príncipe acaba con la princesa. Estoy tan feliz aquí que quiero demostrar cuanto antes sobre el campo que estoy bien y que voy a trabajar como uno más, como el que más. Si no pensase así no estaría aquí. Soy zaragocista y me iría a mi butaca de socio y sería uno más en la grada", asegura el cincovillés.


No quiere oir hablar de dudas sobre su estado físico. Es consciente de que los casi tres años que lleva sin jugar un partido abren, por lógica, las puertas al escepticismo de una parte de los observadores de este fichaje. Pero Zapater, a su manera, sin tapujos ni politiqueos, expone su postura ante este pasado reciente indeleble: "No tengo que hacer ninguna pretemporada especial ni ningún periodo de prueba. He pasado un reconocimiento médico duro y yo estoy bien. Estoy perfectamente. Estoy de p. m. (sic). No vengo a engañar a nadie. No hay ninguna necesidad de hacernos daño, de que yo haga daño a la gente", describe con palabras cristalinas.


"Durante muchos meses estuve mal. Y así se lo decía a la gente que me preguntaba por la calle. No tengo nada que esconder, ni entonces ni ahora. Pero desde hace mes y medio, mi cuerpo se vino arriba. Y, sobre todo, la cabeza. Vi que podía volver. Llamé a mi representante (Ginés Carvajal) y le dije 'muévete que voy a jugar'. Y yo quería jugar aquí. Sabía que, si me daban la más mínima oportunidad, la iba a coger. Y aquí estoy", resume Zapater la cronología de su evolución física en el último año.


El ejeano observa el paso del reloj con demasiada lentitud. "Tengo ganas de marcha. Me gustaría que empezase la pretemporada mañana. Me dicen los recuperadores que me vaya de vacaciones hasta que el equipo vuelva en julio. Pero yo quiero seguir entrenando. Me tendré que ir unos días. Me marcharé una semana con la familia, pero tengo bodas todos los fines de semana y he de estar aquí. Voy a seguir trabajando para estar bien cuando empecemos", subraya Zapater ante el regocijo de los escuchantes. Genio y figura.


No podía faltar la referencia a su padre, Pablo, fallecido hace unos meses. Quien fuera su principal forofo, junto a su tío Luis, desde que Zapater dejó Ejea para entrar en la Ciudad Deportiva siendo un niño, va a ser la principal ausencia en esta segunda etapa como zaragocista. "No quiero llorar esta vez (sí lo hizo en su despedida, en 2009), pero me han pasado cosas importantes en la vida recientemente... me acuerdo de mi padre, lo he pasado mal. La vida se vive solo una vez y quiero hacerlo por mis hijos", esgrime el zaragocista en el apartado más sentimental de su discurso.


Zapater es un tipo feliz a estas alturas de esta imprevista historia. Como un chaval debutante. "Para mí, esto es un regalo que me da la vida. Ponerme la camiseta del Real Zaragoza, lo voy a hacer con dignidad, con orgullo, porque sé que tengo una responsabilidad muy grande al hacerlo", afirma dentro de su amplio repertorio de frases redondas y sin pulimentos. Con Zapater al micrófono, no es necesario leer entre líneas. Lo dice todo negro sobre blanco.

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