Boltaña, de nuevo punto de partida en la próxima pretemporada

El Real Zaragoza volverá a la localidad sobrarbense en julio para dar inicio al nuevo curso, que ahora no tiene todavía rostro

Imagen de un entrenamiento de la pasada pretemporada en el campo del Boltaña.
Imagen de un entrenamiento de la pasada pretemporada en el campo del Boltaña.
Javier Broto

El estado de 'shock' en el que está sumido el Real Zaragoza tras el estrambótico final de temporada del pasado fin de semana en Palamós ha dejado difuminado el trabajo del día a día en el seno del club. No queda más remedio que aplicarse para preparar el futuro más inmediato, pero todas las acciones que se llevan a cabo cada jornada dentro del entramado societario siguen barnizadas por la decepción y la falta de agilidad y alegría que sería propia de estas fechas de junio si la temporada hubiese acabado en éxito. Una de las cuestiones que ha quedado abollada por el atolondramiento posterior a la catástrofe de Palamós es la definición de la próxima pretemporada.


Desde hace más de un mes está cerrada la presencia del Real Zaragoza, un año más, en la localidad oscense de Boltaña. Allí, en la segunda quincena de julio, arrancará el trabajo de la nueva plantilla -lo que se haya podido conformar de ella para entonces- con el apartado físico como eje de ese primer tramo de la precampaña. Es lo único que hay totalmente confirmado. El nuevo Real Zaragoza, cuando tenga un mínimo de rostro y repertorio de jugadores, será convocado para el día 13 de julio -miércoles- con objeto de comenzar los pertinentes análisis y reconocimientos médicos, que se completarán el jueves 14, dando paso a los primeros entrenamientos. El Hotel Monasterio de Boltaña está reservado por el club zaragocista desde esa fecha hasta el sábado, 23 de julio.


Y, a partir de ahí, la nebulosa. La dirección deportiva había tanteado la posibilidad de retomar aquellas viejas giras para jugar partidos en el extranjero, con Holanda como lugar clásico y otros países europeos como alternativas más exóticas. Ascender a Primera era pasaporte perfecto para dar forma a esta idea. Con el equipo en Segunda un año más, el cartel del Zaragoza se cae por los suelos y, además, cualquier iniciativa que pueda significar el gasto de un euro no puede ser considerada ni un solo segundo. Por eso, nada hay cerrado al respecto. A partir del 25 de julio y hasta el inicio de la liga, previsto para el fin de semana del 20 y 21 de agosto, Juliá tendrá que pensar cómo diseña la disputa de los necesarios y habituales partidos preparatorios.


Por el momento, asoman como rivales probables en amistosos de verano el Espanyol, el Eibar y el Reus, recién ascendido a Segunda y con el que hace varias décadas que el Real Zaragoza no se enfrenta en los bolos estivales (hubo un tiempo en que sí tuvieron lugar junto a la Costa Dorada). No parece nada probable que se recupere el amistoso en Soria contra el Numancia -ya abolido de la pasada pretemporada- ni está claro que se repita contra el Osasuna (el pasado verano, a trancas y barrancas, se pactó jugarlo en la localidad navarra de Lerín). Este sector de la pretemporada está todavía a falta de muchos trazos finos. 


La llegada del nuevo entrenador, algo que se espera cerrar como muy tarde el lunes o el martes próximos, será clave para terminar de dibujar el libro de ruta del verano. Tratándose de un equipo de nuevo cuño y matriz, tal y como expuso Juliá en su rueda de prensa del pasado miércoles, el trabajo que el renovado Real Zaragoza acumule y lleve a cabo en esas cinco semanas y media que unirán julio y agosto resultará crucial para embocar convenientemente una liga que va a ser muy exigente en todos los sentidos.

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