Con la camiseta blanca y el pantalón azul en pos del ascenso

El Real Zaragoza no contempla jugar con un segundo uniforme ante el Llagostera al tener un tono de azul diferente al pantalón de los catalanes

Dorca, con Ruiz de Galarreta al fondo, pelea un balón con un jugador del Llagostera en el partido de la pasada temporada en Palamós. El Real Zaragoza vistió de negro con detalles amarillos.
Dorca, con Ruiz de Galarreta al fondo, pelea un balón con un jugador del Llagostera en el partido de la pasada temporada en Palamós. El Real Zaragoza vistió de negro con detalles amarillos.
Marc Martí/Diari de Girona

El Real Zaragoza quiere jugar de blanco y azul, con su primer uniforme, el partido decisivo de la liga para meterse en la promoción de ascenso. Del mismo modo que ya lo hizo la semana pasada en la visita a Huesca, la entidad zaragocista apuesta por afrontar este último partido del torneo sin cambiar de colores. Hay una parte de razón y otra de superstición en el caso. La razón alude a que, pese a que ambos equipos coinciden en el pantalón azul (desde hace varios años, la normativa no lo permite y obliga a cambiar al visitante aunque el resto del equipamiento sea bien diferente, como es el caso), la tonalidad de ese azul no es semejante y es visualmente distante en el cromatismo. Y la superstición trata de evitar la utilización del uniforme avispa -negro y amarillo- que este año ha generado rechazo en el vestuario por su mal fario cuando se ha tenido que utilizar.


La indumentaria del Llagostera es azulgrana a rayas horizontales en la camiseta, con pantalón azul y medias que entremezclan asimismo los colores granates y azules. En tiempos cercanos, la moderna -y muchas veces injustificada- meticulosidad arbitral obligaba a los aragoneses a jugar con un segundo equipaje por coincidencia en el pantalón. De hecho, el Real Zaragoza, la temporada pasada, no se complicó la vida en este apartado estético y acudió a Palamós con su uniforme avispa, negro con detalles amarillos. El otro de respeto, el rojo (que es el preferido por el equipo cuando es necesario abandonar la primera equipación), también podría causar algún chispazo con los árbitros al coincidir en parte con la tonalidad rojiza (grana) de buena parte de las prendas del Llagostera.


Ahora, en las horas previas a cualquier partido, existe un programa informático en el que se introducen los colores de cada equipo y se evalúa a priori de qué modo vestir. Y, como ya se experimentó recientemente en El Alcoraz, parece ser que el azul del Llagostera es bastante más oscuro que el eléctrico del Real Zaragoza y ello permite utilizarlo sin problemas. Por eso, este año el cuadro zaragocista va a cambiar de colores en el campo del Llagostera respecto de la campaña anterior y apuesta por su uniforme oficial.


Al principio de ponerse en marcha esta norma, el equipo blanquillo optó, en días donde el rival vestía de azulgrana (Barcelona, Eibar), cambiar solo el pantalón y jugar todo de blanco. Esa es otra opción, aunque en esta ocasión se considera que no es necesario forzarla por las razones antes esgrimidas. Todo, menos jugar de negro y amarillo.


La última vez que el Real Zaragoza vistió de avispa fue el 31 de enero en Almería. El equipo de Carreras perdió 2-1 ante un equipo que era penúltimo. Antes, de negrigualda había empatado 0-0 en Lugo y había perdido 1-0 en Oviedo. No resulta estéticamente bonito este uniforme para los jugadores, que además no consideran que permita discernir fácilmente las diferencias de colores con los rivales cuando se utiliza (se hizo durante casi toda la pretemporada, a la espera de las nuevas indumentarias blancas y rojas, y ya se denunció este efecto). Por eso y porque, como resulta evidente, su uso en la liga coincidió con malos resultados en días obtusos, enseguida se sugirió jugar siempre que fuese posible de rojo cuando las circunstancias obligasen a utilizar un segundo uniforme de respeto.


De las cuatro victorias a domicilio -Albacete, Bilbao, Córdoba y Valladolid-, tres tuvieron lugar de rojo. En San Mamés no hizo falta cambiar ante el filial del Athletic y el equipo jugó de blanco y azul, como siempre en el Bocho. En los otros tres estadios, el Carlos Belmonte, El Arcángel y Zorrilla, sí. Esto apuntaló todavía más, con el paso de los meses, la creencia de que el avispa es gafe y el rojo aporta mejor fortuna al actual Real Zaragoza.


A mucha gente puede parecerle una cuestión menor, anecdótica o, incluso, superflua o banal. Pero, dentro del seno zaragocista se trata como algo importante y, además, no es algo nuevo. En cuestiones de indumentaria, tanto los porteros como los jugadores de campo y, en general, los equipos enteros, tradicionalmente siempre han tenido sus manías, creencias, supersticiones y valoraciones estéticas más allá de lo trivial. Este año, en Zaragoza, estamos ante un caso de esos.

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