El Gimnástic de Tarragona, con 19 jugadores en el repertorio de autores de al menos un gol en lo que va de temporada, es el equipo que más futbolistas cuenta con esa vitola en las dos divisiones del fútbol profesional español. Su caso es excepcional. Los límites máximos en una temporada ordinaria suelen oscilar entre los 15 o 16 en los casos más prolíficos. La media gira en torno a los 13 o 14 goleadores. Alcanzar casi la veintena es algo inusual y que llama al análisis.

En el rival del Real Zaragoza el próximo domingo, han marcado gol Naranjo (13), Achille Emana (8), Jean Luc Assoubre (5), Marcos de la Espada (4), Xavi Molina (2), Alex López (2), Stephane Emana (2), Aburjania (2), Marí, Xisco Muñoz, Calavera, Iago Bouzón, Rayco, Fali, Mossa, Madinda, Aníbal, Lobato y Palanca. Ahí, en ese listado, asoman delanteros, extremos, interiores, mediapuntas, medios defensivos, volantes ofensivos, defensas centrales, laterales... todo el mundo ha aportado, excepto los porteros. En este importante apartado ofensivo, el Nástic es un equipo total, un bloque completo. Además, en ese amplio elenco asoman un buen número de goles llegados desde el banquillo. Suplentes con resolución en los minutos en los que han saltado al campo a última hora. Futbolistas que se han ganado el puesto reivindicándose paso a paso en sus participaciones por goteo procedentes del banco de reservas. Un grupo con hambre, nada acomodado.

Por un lado, esta es la consecuencia de la versatilidad ofensiva de muchos de los jugadores del cuadro tarraconense desde que el mentor de su plantilla, el representante José Rodríguez Baster 'Rodri' -viejo conocido del Real Zaragoza del anterior propietario, Agapito Iglesias-, responsable de la empresa Promosport, armase el primer vestuario el pasado verano para su regreso a Segunda División tras haber logrado el ascenso de Segunda B (lo hizo ante el Huesca en la eliminatoria primera, la de campeones de grupo). Y por otra parte, este matiz de gestación societaria del actual Nástic, basado en la gestión de una empresa de representación directamente vinculada con el mercado mundial de jugadores, equipos y grupos de inversión, aporta otro aspecto decisivo para que la nómina de goleadores tarraconenses sea tan exageradamente amplia: Rodri llevó a cabo durante el mercado invernal de enero una importante transformación de la plantilla primitiva del equipo catalán, reforzando sobre todo la línea media y la delantera para luchar con más garantías por el ascenso a Primera a estas alturas de curso.

Del equipo inicial de agosto, en invierno Rodri sacó del vestuario grana a Fali (lo mandó cedido al necesitado filial del Barcelona), a Moussa (marchó cedido al Olot), a David Rocha (se fue al Houston Dynamo de Estados Unidos), a Xisco Hernández (a préstamo en el Atlético Baleares), al portero Tomeu Nadal (está en el Mallorca) y dio la baja federativa al israelí Gal Arel. En su lugar introdujo piezas que elevaron de inmediato el rendimiento de estos jugadores con escaso peso específico en las alineaciones de Vicente Moreno, el técnico del Nástic. Llegaron el centrocampista Madinda (del Celta de Vigo), el medio centro Muñiz (del Sporting de Gijón), el ariete hispano-mexicano Aníbal Zurdo (ex del Sabadell que estaba en el Veracruz de México), el internacional georgiano Aburjania (del Anorthosis Famagusta chipriota), el central internacional japonés Suzuki (del Kasiwa Reisol) y Lobato (que estaba sin equipo). La apuesta por el jugador del filial Naranjo (sigue jugando con el 28 a la espalda), que ha acabado siendo el máximo goleador del plantel, y, en menor medida, del hermano pequeño de Achille Emana, Stephane, que ha jugado en La Pobla de Mafumet en Segunda B (su equipo convenido como dependiente ante la ausencia de un B ordinario) alternando por momentos con la primera plantilla, han sido el aderezo a una tan profunda como positiva revolución invernal transformada en goles y buenos resultados.

El Nástic suma 51 goles a favor. Cinco más que el Real Zaragoza. Si el equipo aragonés ha alcanzado este año también un récord importante en su palmarés particular en cuanto a número de goleadores (son 16) a consecuencia de la notable metamorfósis ejecutada también por Narciso Juliá en enero en la estructura del equipo que había montado su antecesor, Ángel Martín González, en verano, el reparto de ese más de medio centenar de tantos tarraconeses entre 19 futbolistas de su vestuario es algo raro y llamativo.