Llega el domingo a La Romareda el equipo que revolucionó el pasado mercado de invierno: el Real Mallorca. Los baleares estuvieron la altura de movimientos del Real Zaragoza (seis caras nuevas), pero con un gasto en fichajes descomunal, extraordinario en los tiempos de control económico que la Liga de Fútbol Profesional ejerce sobre todos los clubes y SAD de las ligas españolas. El Mallorca sustentó semejante maniobra en la llegada de un nuevo propietario a la entidad bermellona, el multimillonario estadounidense Robert Sarver. Sus avales, su solvencia, convenció de primeras a Javier Tebas, el presidente de la LFP, viejo conocido suyo. Le obligó a dar una serie de bajas en la plantilla para abrir huecos y aceptó una inversión de 630.000 euros en la compra a tocateja de tres jugadores (Óscar Díaz, Lago Junior y Pol Roicé) más el gasto en salario de estos tres y otro trío que llegó cedido o libre (Ortuño, Salomao y Colunga).
Este Mallorca es un caso atípico, fuera de cualquier maniobra ordinaria en el
modus operandi de la Liga en los últimos años de
férreas exigencias financieras. En una división, la Segunda, en la que hace mucho tiempo que apenas se pagan traspasos -la mayor parte de los movimientos, incluso en verano, son del escaparate de jugadores libres o a través de préstamos o trueques-,
Robert Sarver ordenó pagar a golpe de dinero líquido las cláusulas de rescisión de tres de los mejores goleadores de la competición en esos momentos posnavideños. Los técnicos le dijeron al magnate que al Mallorca le hacía falta gol y Sarver fue a por él billetera en mano.
¿Quiénes son los mejores delanteros que están en disposición de venir a la isla?, preguntó a sus ejecutivos del área deportiva. Se le citó al
Ortuño, que era el máximo goleador del
Real Zaragoza con 7 goles y no estaba contento. También se plantearon los asaltos legales a los vestuarios del
Mirandés, equipo muy ajustado en lo económico, que tenía a
Lago Junior como mejor estilete, también con 7 goles; y del
Numancia, donde estaba triunfando el exalmeriense
Óscar Díaz, uno de sus delanteros centro, que también acreditaba 7 dianas en la primera mitad de la liga. Sarver los ató en cuestión de horas.
Lo de Ortuño pasó por una súbita rescisión de la cesión de Las Palmas al Zaragoza y su subrrogación en el Mallorca. Pan comido para el empresario yanki. Coste cero. En el caso de Lago Junior fue a las bravas. ¿Cuánto cuesta la cláusula de rescisión?, preguntó. Le respondieron que
240.000 euros. Los pagó en cuestión de un minuto y se acabó el debate. El Mirandés declaró al Mallorca equipo non grato por haberle quitado así a su mejor delantero. La misma figura mercantil utilizó Sarver con el Numancia y Óscar Díaz. En este caso, el desembolso fue de
250.000 euros, uno encima del otro, al contado.
Ortuño, Lago Junior y Óscar Díaz, el 'trío del los 7', como se les conoció en Palma cuando llegaron de la mano, conformaron la nueva línea de arietes bermellona.
Tres de los más afinados artilleros de Segunda se juntaban en Son Moix. A Sarver le pareció poco. Quiso
un cuarto. Por si acaso. Y le sugirieron la opción de
Colunga, que venía libre tras rescindir contrato con el
Brighton inglés tiempo atrás. El exzaragocista fue de inmediato
el cuarto mosquetero. Ortuño ya ha marcado dos tantos de rojo y negro. Lago Junior, otros dos. Colunga, el mejor hasta ahora, ya acumula tres. Solo falta por estrenarse Díaz, pero tuvo la mala suerte de lesionarse nada más llegar y ha estado cinco semanas de baja médica.
Sarver aún ficharía
otros dos jugadores más de ataque, en este caso
extremos:
Salomao, exdeportivista que salía libre del Sporting de Lisboa, y el joven
Pol Roicé, figura emergente del Sabadell en Segunda B, por el que también quiso pagar el norteamericano la cláusula de libertad, que ascendía a
140.000 euros. Una
locura consumada.
El Mallorca salió a buscar gol y fichó gol. Cuatro delanteros centro y dos extremos con llegada. En La Romareda, el domingo, en frente estará un
Real Zaragoza al que, por supuesto, sin tanta exageración como la que aplicó el nuevo dueño de los baleares a su método de reforzamiento ofensivo, se le creía en la necesidad de potenciar notablemente su capacidad anotadora en el mercado de enero. Pero
Juliá y Valentín, los nuevos ejecutivos del área deportiva, como luego explicarían,
valoraron que era mejor fichar centrocampistas creativos, gente con manejo de balón para llevar peligro arriba. Por eso se centraron en
Javi Ros y Culio. Más tarde en
Lanzarote. Y, por delante, solo el joven
Dongou vino para cubrir una nómina en la vanguardia blanquilla. Los otros dos nuevos, fueron sendos defensas de última hora, provocados por las lesiones de Vallejo, Isaac y Bertrán, que sirvieron de argumento para traer in extremis a Campins y Guitián.