El grave atasco de las primeras partes

El Real Zaragoza, que solo ha marcado antes del descanso en cinco de los 13 partidos con Carreras, acumula cinco seguidos sin hacerlo

Lluís Carreras camina detrás de Guitián al término del último partido, el pasado domingo en La Romareda frente al Girona (0-3).
Lluís Carreras camina detrás de Guitián al término del último partido, el pasado domingo en La Romareda frente al Girona (0-3).
Oliver Duch

Entre las diversas máculas que viene mostrando el juego del Real Zaragoza desde el inicio de liga, llama poderosamente la atención la enorme dificultad que tiene el equipo para romper pronto los partidos. Al cuadro aragonés los choques se le suelen hacer largos. Larguísimos hasta su resolución final. Es un problema que ya se manifestó con cierto peso específico en el primer tramo de la liga que dirigió Ranko Popovic (los primeros 18 partidos) y que, desde la llegada de Lluís Carreras (en los últimos 13 duelos) ha sufrido un agravamiento por reiteración.


El Real Zaragoza se ha marchado al descanso sin marcar un solo gol en 19 de los 31 partidos de liga disputados hasta hoy. En el 61,2 por ciento de los encuentros. Y únicamente ha sido capaz de anotar un tanto en la primera parte en 10 de esos 31. El 32,2 por ciento. Es decir, solo se quedan dos partidos fuera de este 93,4 por ciento de sequía total o de rendimiento ínfimo ante el gol en los primeros 45 minutos de los duelos ligueros. Uno, el único en el que se marcaron dos goles: en La Romareda ante la Ponferradina (Pedro -23'- y Ortuño -42-), marcador de 2-0  que sería definitivo. El otro, el único donde el Zaragoza supo ver puerta tres veces antes del intermedio: en Albacete (Diamanka -8-, Ortuño -19- y Rico -24-), donde se acabó ganando 1-3. Estas dos excepciones se dieron en el primer sector de la liga, bajo la dirección todavía de Popovic.


Se trata, objetivamente, de un rendimiento global bastante deficiente en la rentabilidad atacante de la primera fase de los partidos. Unos números que, desde agosto y hasta hoy, garantizan sufrimientos -como así está sucediendo en la mayor parte de los partidos de la temporada- y serias dificultades para alcanzar los objetivos de estar arriba en la tabla y optar al ascenso al final del curso. El Zaragoza arranca cada partido con infinidad de probabilidades de llegar a la recta final de cada uno (estadísticamente, los últimos 20 minutos), bien con el partido sin definir, o bien con el duelo decantado a favor de los rivales.


Con Popovic, el Zaragoza logró marcar antes del descanso en siete de 18 partidos. Se quedó a cero en once, por lo tanto. Al equipo que dirigía el serbio, esos goles de la primera mitad le sirvieron para acabar ganando en seis de las siete ocasiones en que se dieron. Solo se perdió la mano el día del Numancia en La Romareda, donde los zaragocistas ganaban 1-0 en el intermedio y acabaron empatando 2-2 tras desaprovechar dos goles de ventaja. Un dato relevante de este análisis dice que las seis veces que aquel Zaragoza marcó en los primeros 45 minutos, ganó: al Almería (3-2), Alavés (1-0), Albacete (1-3), Tenerife (2-0), Ponferradina (2-0) y Bilbao Athletic (0-1). Es la enorme importancia que tiene en la actual Segunda División adelantarse pronto en el tanteador.


Con Carreras, el nuevo Zaragoza solo ha logrado anotar gol antes del descanso en cinco de los 13 partidos dirigidos hasta ahora por el catalán. Pero, en su caso, la rentabilidad de ese factor de ventaja no ha sido la misma que en el primer tramo liguero con su antecesor. En tres de los cinco casos, marcar pronto no sirvió para terminar ganando: ante el Huesca, se pasó del 1-0 a mitad de partido al 3-3 final; frente al Mirandés, del 1-1 en el descanso al 1-2 final; y en Pamplona, del 0-1 en el ecuador del duelo al 1-1 definitivo. Solo ante el Llagostera (el 1-0 final se logró en el minuto 30) y en Córdoba (donde el 0-1 del intermedio se amplió después al 0-2 final), marcar primero dio los tres puntos al equipo actual.


El Real Zaragoza remozado de Carreras, el de los seis nuevos (Dongou, Javi Ros, Campins, Lanzarote, Culio y Guitián) y las cuatro bajas en el mercado invernal (Aria Hasegawa, Jorge Díaz, Ortuño y Mario), se ha quedado a cero al final de la primera parte en ocho de sus 13 partidos. El nuevo juego de toque desde atrás, de salida pausada con el balón controlado desde la defensa, la pauta que evita el juego directo, rehúsa utilizar habitualmente el pase largo, y predica las combinaciones cortas, acompasadas, en progresión hilvanada hacia el área rival, está llevando los partidos a un proceso de larga maduración donde casi todo lo importante sucede en los tramos finales de cada lance. Hay muchos minutos de tanteo, de desgaste de los adversarios, de conservación de la integridad de la portería propia, para acabar lanzando los órdagos en tareas defensivas cuando el deterioro físico facilita las faenas de desborde, penetración y disparo a puerta.


Una puesta en escena que solo le ha salido bien a Carreras en tres ocasiones, ante el Leganés (1-0 final, gol logrado en el minuto 75); frente al Lugo (3-1, remontando un 0-1 adverso en los últimos siete minutos frenéticos con goles de Ángel -83-, Lanzarote -85- y Dongou -90); y contra el Albacete (1-0 definitivo obtenido en el 93 por un autogol de un rival). Tres de trece.


El dato contundente que denuncia buena parte de los problemas de agilidad y utilidad final del juego que sufre el Real Zaragoza gravita en torno a todos estos síntomas: de los ocho partidos -de 13- que el equipo de Carreras se ha quedado a cero en las primeras partes, cinco se han enlazado de manera consecutiva en las últimas jornadas. El equipo blanquillo se fue el pasado domingo al intermedio perdiendo 0-2 ante el Girona. Una semana antes, en Tenerife, regía el 0-0 que resultaría inamovible. Ante el Albacete, hace 15 días, el marcador de La Romareda era 0-0 al descanso. En Vitoria, igualmente 0-0. Hace un mes, frente al Lugo, también se veía un 0-0 gemelo en el luminoso. Tremenda serie.


Para encontrar el último tanto zaragocista cantado en los primeros 45 minutos hay que irse a El Sadar, el 21 de febrero, cuando Lanzarote marcó su bella vaselina al Osasuna en el minuto 41. Y, todavía más, para toparse con el último gol de los blanquillos que cantó la afición de La Romareda en la primera mitad de un partido, el calendario nos retrotrae al choque contra el Mirandés, el 24 de enero, en el arranque de la segunda vuelta del torneo, del que ya se han consumido 10 jornadas. Ese día, Ángel marcó el 1-1 también en el minuto 41, igualando el tanto inicial de Eguaras (21') para los burgaleses. Curiosamente, ni uno ni otro gol sirvieron al final para que el Zaragoza ganase esos envites. Los navarros empataron al inicio del segundo periodo un enfrentamiento que acabaría 1-1 y los mirandeses marcarían el definitivo 1-2 en la segunda mitad para abatir a un pobre equipo zaragocista en aquella tarde invernal.


El asunto es serio. Y ofrece detalles para abundar en muchas otras líneas de análisis. Pero, para un equipo cuya aspiración suprema es alcanzar la Primera División en junio, no es un buen síntoma acumular a estas alturas de curso ocho partidos de los 16 jugados como local (justo la mitad) sin haber sabido romper el marcador a su favor en La Romareda antes de los descansos. En este sentido, hacer el cotejo con la cadencia goleadora que esgrimió en casa el Real Zaragoza del año pasado con los Borja Bastón, Willian José, Eldin Hadzic, Jaime y compañía todavía descubre con mayor nitidez la hondura que tiene esta tara que afecta en el apartado ofensivo al equipo de esta temporada 2015-16 que ya encara su recta final. El domingo, en Elche, se juega ya el primer asalto de abril.




Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión