Juliá, el hombre del partido

El actual director deportivo del Real Zaragoza, donde también fue jugador y segundo entrenador, tiene el mismo currículum en las filas del Girona

Entrevista a Juliá publicada por HERALDO con motivo de la primera visita del Real Zaragoza al Girona en 2008. En la foto, Juliá saluda a Marcelino García Toral en el entrenamiento previo al partido en Montilivi el día siguiente. Junto a ellos, Eugenio Vitaller, entonces entrenador de porteros.
Entrevista a Juliá publicada por HERALDO con motivo de la primera visita del Real Zaragoza al Girona en 2008. En la foto, Juliá saluda a Marcelino García Toral en el entrenamiento previo al partido en Montilivi el día siguiente. Junto a ellos, Eugenio Vit
Elena Muñoz

Juliá fue jugador del Girona. También del Real Zaragoza. De hecho, fueron sus dos únicos clubes en su larga trayectoria como futbolista. En su Girona natal, en los inicios de su carrera. Después, en el club aragonés, desde que Luis Costa lo captó para el filial y lo trajo a la Ciudad Deportiva para que creciese y se acabara haciendo un líbero-central de categoría, posición en la que triunfó durante ocho temporadas en el cuadro blanquillo hasta que, una lesión de rodilla, aconsejó su prematura retirada por prescripción médica cuando acababa de cumplir los 30 años.


Juliá fue entrenador del Girona en dos fases, una en la temporada 2002-03, en Segunda B, y otra en la 2009-10, en Segunda. Antes, lo había sido varias campañas -como segundo- del Real Zaragoza, acompañando en las tareas técnicas a Víctor Fernández, a Chechu Rojo, a Luis Costa y a Juan Manuel Lillo. También conoce, por lo tanto, las vivencias desde los banquillos al frente de uno y otro club.


Pero es que Juliá, que actualmente es el director deportivo del Real Zaragoza -desde las fechas de Navidad, cuando vino a relevar al despedido Ángel Martín González-, también ostentó ese cargo en su día en el seno del Girona. De hecho, cuando abandonó la capital aragonesa tras 18 años consecutivos residiendo en ella, lo hizo para hacerse cargo del timón deportivo del club de su ciudad natal. Era 2001 y allí trabajó decisivamente para hacer del Girona un equipo estable y pujante en el segundo escalafón del fútbol español en la última década.


Por estas curiosas y nada aleatorias coincidencias, Narciso Juliá Fontané (Girona, 1963) es, sin duda, el protagonista destacado del Real Zaragoza-Girona FC que acoge La Romareda este domingo a las 17.00 con muchas cosas en juego. Por encima de su reciente pasado por el área deportiva del FC Barcelona como mano derecha de Andoni Zubizarreta, etapa que le ha valido un enorme reconocimiento en las labores de planificación de la cantera y en los criterios de selección y seguimiento de jugadores para el primer equipo (tareas en las que Albert Valentín, que le ha acompañado al Real Zaragoza, también es pieza básica), hoy asoma esta dualidad de Juliá como figura histórica en diversas facetas dentro de la trayectoria vital tanto del club gerundense como del viejo y laureado equipo zaragocista.


Juliá fue anfitrión del Real Zaragoza en su casa, Girona, cuando el cuadro aragonés visitó por primera vez Montilivi en el anterior descenso, en la temporada 2008-09. Allí fue a recibir a la expedición que dirigía Marcelino García Toral, acompañó a dirigentes y ejecutivos todo el fin de semana, no dejó nunca de lado a la prensa aragonesa para que todo saliera perfecto en el campo del que, entonces, era un novato en la categoría de plata. Esta vez, la trama del guión es al revés. Juliá es ese casero que, en las últimas horas, está tratando de que sus huéspedes, sus paisanos de Gerona, estén a gusto y tengan una buena estancia en Zaragoza.


En la primera vuelta, cuando el Real Zaragoza jugó en Montilivi a mediados de octubre, Juliá no estaba aún en su actual puesto como ejecutivo zaragocista de alto rango. En ese tiempo, aún rumiando su abrupta salida del Barça, vivió aquel choque Girona-Zaragoza con más frialdad que las veces anteriores. Un tanto desubicado. Pero, cinco meses después, este Real Zaragoza-Girona de La Romareda vuelve a ser un partido que toca la fibra sensible de Narciso Juliá en toda su dimensión. Su Zaragoza se juega muchísimo. El futuro, la viabilidad como SAD, el ascenso, el retorno a su lugar natural, la Primera División. Pero, en frente, su Girona también pone en disputa las últimas posibilidades de engarzarse a la pelea por la promoción, esa promoción que el año pasado le reventó el equipo zaragocista de Popovic en una remontada para la historia del fútbol mundial. Corazón partido para el sujeto más relevante de este domingo. Pasado contra presente. Cuna frente a lugar de adopción. Sangre contra cariño. Un caso, el de Juliá, de los que no se dan muchos a lo largo de las temporadas en el fútbol profesional.


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