El 8 de febrero de 2006 se vivió una noche mágica en La Romareda. El Real Zaragoza, que se había plantado en las semifinales de la Copa del Rey tras haber eliminado al Atlético de Madrid en octavos y al Barça en cuartos, recibía al Real Madrid en su estadio. Tras el buen papel que estaba firmando el equipo en esta competición, los seguidores blanquillos confiaban en dar la sorpresa ante el conjunto madrileño, pero nadie podía imaginar lo que iba a suceder aquel día.

Y eso que el Real Zaragoza avisó incluso antes de que comenzara el partido con una alineación ofensiva y cargada de calidad: César, Ponzio, Álvaro, Gabi Milito, Generelo, Celades, Zapater, Cani, Óscar, Ewerthon y Diego Milito. Pero las intenciones de los blanquillos se vieron claras desde el primer minuto, con una actitud ofensiva que sorprendió al equipo de López Caro, que no había reservado a muchas de sus estrellas. Salieron en el once inicial Casillas, Míchel Salgado, Sergio Ramos, Roberto Carlos, Beckham, Guti, Baptista, Robinho, Ronaldo... En el banquillo estaban Cassano o el actual entrenador del Real Madrid, Zidane, que salieron en la segunda parte para tratar de arreglar el desaguisado.

En el minuto 33 Diego Milito ya había marcado tres goles, y tan solo el tanto de Baptista, que marcó el 3-1 en el 37, hizo pensar en la reacción de los blancos. Pero el Real Zaragoza siguió llegando, y tras el descanso (min. 55) el delantero argentino marcó el cuarto de la noche en un remate de cabeza tras un saque de esquina en una de las mejores exhibiciones que ha dado un delantero en La Romareda.

Sin tiempo para que el conjunto merengue reaccionara, Ewerthon marcaba el quinto del equipo aragonés, que aumentaba la fiesta en la grada y dejaba totalmente descolocados a los jugadores del Real Madrid. Y aún quedaba el golazo de la noche, una volea del brasileño desde fuera del área con la que casi se hunde la grada del estadio zaragozano.

En el partido de vuelta, el equipo madrileño casi logra la gesta, pero el 4-0 no fue suficiente ni para eliminar al Real Zaragoza ni para quitarle el buen sabor de boca a la afición blanquilla, que no pudo poner la guinda al pastel logrando el título de la Copa del Rey, ya que perdió la final ante el Espanyol.