Fiesta repleta de goles y zaragocismo
Cariñena concitó a más de 1.500 seguidores blanquillos, que conocieron el nuevo formato de un equipo que ilusiona

La 12ª edición del tradicional partido a beneficio de las peñas significó ayer en Cariñena otro empujón anímico y moral al nuevo Real Zaragoza. Una reunión de más de 1.500 zaragocistas que, con el fútbol como excusa, se insuflaron ilusión unos a otros a través del contacto, de los vasos comunicantes de la afición y la pasión por un viejo club que estaba muerto a mitad de julio y que ahora vive. Con dificultades, pero respira y pretende, de la mano de la Fundación 2032, devolver al equipo a Primera División en el plazo más corto posible, dejando atrás paso a paso la densa mancha del nocivo agapitismo que habrá que purgar.
El zaragocismo de base gusta de saludar y reconocer un presidente como Christian Lapetra, que presidió el palco. Todo ha cambiado. Cariñena, la capital del vino de las piedras en una comarca vitivinícola pujante, se volcó para la ocasión. Su alcalde, Sergio Ortiz; el presidente de su peña zaragocista, José Luis Báguena; el responsable del club local, Antonio Galindo; todos estuvieron apoyados en la perfecta organización por la Federación de Peñas, con Vicente Casanova al frente.
Desde Zaragoza se desplazaron el concejal de deportes, Roberto Fernández; también el presidente de la Federación Aragonesa, Óscar Fle, acompañado de José Luis Galindo y Ricardo Gracia. Junto al presidente Lapetra, viajó Luis Carlos Cuartero.
Fue tarde de galardones, de recuerdos de un día histórico para toda la zona de las viñas. De zaragocismo de raíz. De vendimia de sentimientos que, tras ocho años de deterioro y hastío, vuelven a reverdecer como injertos hechos a tiempo y con visos de acabar dando una cosecha, en un plazo medio, digna de la que poder sentirse de nuevo orgulloso de ser del Real Zaragoza.
Más de 1.500 zaragocistas venidos de Encinacorba, Longares, Alfamén, La Almunia, Brea, Épila, Muel, Aguarón... de infinidad de localidades cercanas y menos próximas. Un nuevo gesto de cariño colectivo hacia un club que aguarda, con ansia infinita, que de nuevo las cosas vuelvan a salirle bien en todos los aspectos.
Al caer la noche, todos se pudieron ir a casa presumiendo de un sentimiento común que vuelve a tener base: el zaragocismo.