El capital mexicano abre una nueva etapa en el Zaragoza

Además de lograr un acuerdo con Hacienda, debe rehabilitar a un zaragocismo castigadísimo.

Luis Gamón, en su comparecencia ante los medios
El juez exige que se deposite el dinero de la venta en una cuenta del juzgado

A falta de la última negociación con Hacienda, que Luis Gamón dejó encarrilada el pasado jueves, el Real Zaragoza está a punto de cambiar de manos. Un grupo inversor mexicano llega al conjunto aragonés para formalizar un nuevo proyecto, que garantiza de momento la comprometida supervivencia del Real Zaragoza y quiere poner las bases de una sólida propuesta de futuro.


El desembarco de los nuevos inversores, con todos los reparos que supone para un zaragocismo castigadísimo, da continuidad de una sociedad que se encontraba contra las cuerdas. Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional, ya anunció esta semana, en otro encuentro con los empresarios, que el club debería resolver todos los problemas de pagos para garantizar su inscripción en la competición.


Solo el paso de los días va a permitir conocer las intenciones y aspiraciones de los que van a ser los nuevos dueños del Real Zaragoza. Sin embargo, el visto bueno de algunas instituciones y el respaldo de la Liga de Fútbol Profesional -que ha estado al tanto de las negociaciones- pueden aportar un rayo de luz entre tanta maleza.


Porque el vértigo se había apoderado del zaragocismo después de la venta llevada a cabo por Agapito Iglesias a un grupo de empresarios que apenas durante diez días han gestionado con enorme dificultad el Real Zaragoza; a los que los obstáculos se les han acumulado sin tener demasiado claro cómo sortearlos.


La propuesta mexicana era una de las alternativas que tuvo Agapito Iglesias antes de vender al grupo de Mariano Casasnovas. La premura de tiempo, sin embargo, la necesidad del constructor de deshacerse de las acciones cerró esa vía de negociación. El curso de los acontecimientos, la falta de asideros de Lasheras, Gamón y Casasnovas ante la falta de acuerdo con los fondos con los que quisieron cerrar la venta, devolvió un inesperado protagonismo en la negociación al soriano, que puso a los inversores en la ruta de compra del Real Zaragoza.


A falta de un acuerdo con Hacienda, que los implicados confían en resolver a principios de esta semana, la llegada del capital mexicano debe ser la apertura de una nueva etapa para el Real Zaragoza, la recuperación de una normalidad institucional y deportiva, golpeado durante los ocho años de gestión de Agapito Iglesias.


Muchos son los deberes que tienen los nuevos empresarios. La rehabilitación de un club histórico, la recuperación de su prestigio y el halo de respeto que hasta hace unos años siempre había emanado del Real Zaragoza se mezcla con la superación de la grave crisis económica.


Las deudas han atosigado a la entidad hasta ahogar también un proyecto deportivo que hoy no existe. Hacer renacer la estructura deportiva de la entidad, desde la base, desde la Ciudad Deportiva, es otra de las cuestiones claves a los que se enfrentan los nuevos dueños.


Aunque sin duda, por encima de todo, se encuentra la necesidad de volver a enorgullecer a un zaragocismo herido y maltratado a lo largo de ocho años de gobierno terrible, jalonados por diez días de una profunda inestabilidad. La recuperación de los aficionados, la conexión de nuevo de los seguidores blanquillos con el club es la cuestión fundamental que han de abordar quienes hoy quieren abrir una nueva página en la historia del Real Zaragoza.