Nueve meses de crisis

El entrenador deja el Real Zaragoza tras 30 jornadas de irregularidad y constantes problemas, tanto deportivos como institucionales.

Paco Herrera, durante un partido del Real Zaragoza
Nueve meses de crisis

Paco Herrera llegó a La Romareda para devolver al Real Zaragoza a Primera División, el lugar al que pertenece, y se marcha con el equipo más cerca de Segunda B que de la élite. El entrenador catalán fue presentado el pasado 20 de junio, 19 días después de que se consumara el descenso, con el objetivo de repetir lo que ya había logrado con el Celta de Vigo. Sus primeras palabras fueron un intento de llevar la paz a un club en constante guerra, de ilusionar a una afición desilusionada y de recuperar la ambición de un equipo venido a menos.


"No se puede esconder que el objetivo es el ascenso. No sé si lo voy a conseguir, pero espero que la gente se divierta con el juego del equipo", aseguraba Herrera en su presentación. Nueve meses después, el entrenador no ha logrado ninguno de sus objetivos. Ni la tranquilidad, ni la comunión con la grada, ni el buen fútbol ni los resultados. Se marcha con el equipo en duodécima posición, a solo dos puntos de los puestos de descenso, a cuatro de los de promoción y a 11 de los de ascenso directo, el objetivo original del fracasado proyecto.


Tan solo la pretemporada, cuando aún no podía medirse el verdadero nivel del equipo, y el mes de enero, en el que el Real Zaragoza logró 10 puntos de 12 y se colocó cuarto, a un solo punto del ascenso directo y a tres del líder, hubo algo de paz en el club y su entorno. Poco duró, y las derrotas frente al Barcelona B, el Lugo y el Real Madrid Castilla -más el empate contra el Tenerife- volvieron a sembrar las dudas sobre el equipo y el entrenador. En Huelva hubo un amago de reacción que se saldó con un empate, igual que en La Romareda frente al Mallorca, pero la estrepitosa caída en Ponferrada ha desencadenado la destitución.


Era el séptimo partido consecutivo sin ganar, que dejaba el escuálido balance de tres puntos de 21 posibles. El Real Zaragoza es el peor equipo de la segunda vuelta y sus actuales números le conducen inevitablemente hacia la Segunda B. Ya no han tenido más margen de maniobra Pitarch y compañía, que llevaban varias semanas retrasando una decisión que finalmente ha sido inevitable. La Romareda ya pidió, de forma unánime, la marcha del técnico en los minutos finales del encuentro frente al Mallorca, cuando Luis García falló el penalti que le hubiera dado al equipo una victoria balsámica, y las sensaciones en El Toralín fueron todavía peores.


Crisis deportiva y extradeportiva


Paco Herrera ha caído, víctima de sus errores, de los resultados y de su incapacidad para hacer funcionar al equipo, pero los problemas a los que se ha enfrentado durante estos nueve meses no han sido solo de carácter deportivo. El entrenador ha sufrido las enfermedades internas del club, las mismas que ya afectaron a sus predecesores, y que le han impedido centrarse únicamente en el fútbol.


Las decisiones de García Pitarch de no contar con José Mari, Paredes y Movilla, los enfrentamientos del director general con estos jugadores y el posterior despido, la intromisión en el plano deportivo de Moisés y el propio Pitarch cuando le impidieron convocar a Paredes para el partido contra el Tenerife... También han estado la imputación de Agapito Iglesias por un presunto delito, su predisposición a vender sus acciones, el anuncio de Pitarch de que quería comprarlas...


Pocas semanas tranquilas le han permitido los directivos a Herrera, que en los últimos meses se ha quejado de que en el entorno del Real Zaragoza se habla de todo menos de fútbol. Sin embargo, la actitud del entrenador también ha sido, en muchos momentos incomprensible. Además de sus pecados futbolísticos, como su apuesta constante por Luis García o su insistencia en Víctor como revulsivo, el discurso de Herrera tampoco ha sido sostenible en el tiempo.


Del ascenso a la salvación


Del ascenso, objetivo inicial y defendido por el entrenador, ha pasado a hablar de la salvación, algo comprensible por la situación en la tabla, pero no por las aspiraciones del club aragonés. "Vengo a un gran equipo como institución y muchos querrían estar en mi sitio. Mi objetivo es devolver al Real Zaragoza a Primera", indicaba Paco Herrera en su presentación.


Tras la derrota frente a la Ponferradina, el técnico ya se vio obligado a hablar de la posibilidad de bajar a Segunda B, una posibilidad que aseguraba no preocuparle. "Yo creo que el equipo de 12 partidos tiene que ganar tres, en ese aspecto estoy tranquilo. Pero hay gente en el entorno que no lo está", indicaba el entrenador.


Menos de 24 horas después de esas declaraciones, Herrera era destituido en la Ciudad Deportiva del Real Zaragoza. Siete partidos sin ganar y tres puntos de 21 posibles han acabado con el crédito del entrenador, que se ha reunido con Pitarch, Moisés, Cuartero y Bruixola tras el entrenamiento de este lunes, el último con el club aragonés. Este martes se despedirá de la afición, la que le dio la bienvenida con expectación y ya le despidió, hace una semana, sin ilusión, sin esperanza y sin ganas de seguir aguantando el deambular del Real Zaragoza por la Segunda División.