Real Zaragoza

La defensa, el quebradero de Paco Herrera

El técnico catalán echa en falta piezas para conformar con solvencia la retaguardia, sobre todo en el centro, para acompañar a Álvaro.

Rezó Paco Herrera antes de comenzar la Liga para que Álvaro González siguiera en el Real Zaragoza, que no hiciera las maletas rumbo a un equipo de superior categoría. E insistió, al mismo tiempo, en la necesidad de fortalecer el centro de la defensa, en traer un central que acompañara al cántabro en el eje de la retaguardia.


Las preces del técnico fueron escuchadas, pero no así la solicitud a la Dirección General. Y esa negativa está pasando seria factura al conjunto aragonés en lo que va de competición liguera. Porque es la defensa –y de forma especial el centro de la defensa- lo que trae de cabeza al entrenador catalán.


Aguantó el Real Zaragoza en La Coruña hasta bien entrado el tiempo de descuento. Había recobrado Paco Herrera a Álvaro González y su presencia –mucho más centrado ya que en el inicio de la competición- se notó en el equipo. Estuvo atento, rápido y muy serio en el corte. Tiene jerarquía y aporta autoridad.


Sin embargo, el entrenador tiene problemas para emparejarlo. El domingo fue Javier Paredes el elegido para hacerle compañía. El asturiano sufrió, pero superó la prueba. No creó demasiados problemas un Deportivo que precisa crecer en Segunda División.


Sin duda, el fallo más grave de la retaguardia estuvo en la falta de capacidad de reflejos tras el rechace del lanzamiento de Culio, que Borja empujó sin oposición dentro de la portería de Leo Franco. Un error de bulto que acabó con las ilusiones de una victoria importantísima en Riazor.


No tiene claro Paco Herrera a quién entregar galones para compartir territorio con Álvaro. Laguardia comenzó con solvencia en la Copa, frente al Alavés, pero fue perdiendo seguridad conforme avanzaban los partidos. Y no ha logrado consolidarse. El juego de Javier Paredes ofrece un cúmulo de sorpresas.


Tal vez ese temor, esa falta de confianza, se ha contagiado al equipo en los momentos decisivos. Como el domingo o una semana antes, ante la Ponferradina: el Real Zaragoza tiene miedo a las alturas, una terrible inseguridad, miedo a ganar cuando llegan los momentos decisivos.


No pareció la mejor elección la incorporación de Laguardia por Montañés cuando el partido languidecía en La Coruña. Herrera transmitió al equipo una inseguridad que el canterano no supo remediar. El gol fue la culminación de un proceso, de una forma de jugar que no se correspondía con los argumentos que debían mostrar uno y otro equipo. Con el Zaragoza en superioridad y con ventaja en el marcador.


A cambio, Paco Herrera ha logrado consolidar las bandas. David Cortés ofrece garantías y ha adquirido confianza y peso; Abraham está en progresión, le falta mejorar y tiene posibilidades de mejora, pero se ha asentado. Por delante, la apuesta por Paglialunga y Acevedo da solidez a la escuadra. El domingo, Movilla y José Mari también estuvieron a la altura exigida.


El manual de cualquier rival del Real Zaragoza pasa por explotar también los problemas con el juego aéreo. En este aspecto, Leo Franco mejora las prestaciones de Roberto –que tenía en éste su principal defecto-. Sin embargo, el zaragocismo sigue temblando cada vez que el balón merodea –sobre todo por alto- la meta blanquilla.


El paso de la plantilla por la sala de prensa –sobre todo cuando se abordan cuestiones defensivas- es un repaso a las mismas cuestiones: el trabajo conjunto para resolver los problemas de la retaguardia. Al fin y al cabo, cuando el paso de las jornadas permite ya ver mejorías en el equipo, la defensa sigue siendo el quebradero de cabeza del entrenador catalán.