Real Zaragoza

El hombre sin voz

Paco Herrera llega a la capital aragonesa con la intención de devolver al Real Zaragoza a Primera División. En su bagaje, once temporadas en la categoría de plata.

Paco Herrera, nuevo entrenador del Real Zaragoza
El hombre sin voz
A. NAVARRO

Sala de prensa después de cualquier partido. Frente a los micrófonos, un entrenador prácticamente ronco. El técnico ha dado toda su voz durante los 90 minutos que ha durado el encuentro. Hasta el punto de, para ofrecer las explicaciones pertinentes, verse forzado a adoptar un tono que ya quisiera Francis Ford Coppola para doblar sus películas. Pura pasión que, enseguida, torna en calma. Es Paco Herrera, el hombre elegido por el Real Zaragoza para liderar su intento por regresar a Primera División. 


Se trata, sin duda, de una apuesta por la experiencia. Por una fórmula ya conocida. La Segunda División es, a menudo, un mundo inhóspito para aquellos que no están acostumbrados a su particular microclima. Resulta sencillo que el novato caiga abatido en su vorágine de 42 partidos, más si se debe jugar el 'play-off' de ascenso. Trampas escondidas que, sin embargo, el nuevo entrenador zaragocista conoce a la perfección. Así lo indica su currículo, con 11 años de trabajo en nueve equipos diferentes de la categoría de plata.


A sus 59 años, Herrera afronta un nuevo reto en el segundo escalafón del fútbol español. Ya consiguió sacar recientemente al Celta de Vigo, en el que quizá es su logro más conocido. No el único, claro. El técnico nacido en Barcelona tiene una vida consagrada al fútbol. Mundo en el que ha conocido, prácticamente, todas sus aristas.Trayectoria

Como jugador, comenzó en el modesto FC Damm para, posteriormente, dar el salto al profesionalismo en las filas del Sabadell, Sporting, Levante y Badajoz. En el conjunto extremeño, además, inició su carrera en los banquillos. Periplo pacense que culminó con el ascenso de los blanquinegros a Segunda División. Numancia, Mérida, Albacete, Poli Ejido y Recreativo de Huelva curtieron su carrera en el balompié menos rutilante. Generándole un prestigio que, eso sí, hizo que Rafa Benítez decidiera contar con él para su Liverpool.


Como ayudante en el conjunto 'red', Herrera conoció otro fútbol. El de las estrellas y los estadios monstruosos llenos hasta la bandera. Añadiendo a su palmarés, además, el título más prestigioso a nivel de clubes, la Liga de Campeones de 2005. Por si fuera poco, durante su estancia a orillas del río Meresy, el 'Spanish Liverpool' también consiguió levantar una 'FA Cup'. Títulos que le llevaron al Espanyol, club de su ciudad natal, para ejercer de director deportivo.


Sin embargo, para un hombre que acostumbra a desgañitarse desde la banda, los despachos resultan demasiado fríos. Tanto que Herrera optó por volverse a manchar el traje de cal dirigiendo al Castellón, Villarreal B y Celta de Vigo. Conjunto gallego en el que, quizá, logró su mayor éxito individual. Un meritorio ascenso que en realidad supuso el rescate a un histórico por entonces a la deriva. Quizá, la credencial que ahora le trae a Zaragoza. Mientras tuvo al preparador catalán, el cuadro vigués, como también la actual Real Sociedad, representó el ideal a alcanzar para los clubes ahogados económicamente. Gracias a una propuesta que aúna apuesta por la cantera, juego vistoso y resultados. Prácticamente, la cuadratura del círculo. En el Real Zaragoza del presente, toda una utopía.


En lo personal, el perfil de Paco Herrera supone una ruptura con la intensa etapa de Manolo Jiménez al frente del conjunto aragonés. Acostumbrado a lidiar en ambientes complejos, su protección del grupo le convierte en el perfecto valedor de los más jóvenes. Poco amigo de las estridencias o del excesivo protagonismo, el de Barcelona cuenta con credenciales que le avalan a la hora de ayudar a formar una plantilla. Y puede conformarse con el mero papel de técnico, su gran pasión.


En definitiva, un hombre de club que, curiosamente, ha pasado por 12 entidades diferentes desde que colgara la botas. Un hombre sin voz que, normalmente, se distingue por hablar claro.