Real Zaragoza

Jiménez vuelve a casa

El entrenador del Real Zaragoza regresa al Sánchez Pizjuán dispuesto a con la ambición de lograr el pase a las semifinales.

Javi Álamo, durante el Real Zaragoza-Sevilla de Copa
Álamo: "Jugar me da confianza y ganas de seguir trabajando"
AFP

Sevilla y Real Zaragoza se juegan una plaza para las semifinales de Copa en la eliminatoria más igualada. Lo hacen dos equipos que tienen sus propios problemas. Los andaluces todavía no saben si su nuevo técnico será el salvador que necesitan para no bajar a Segunda. Los maños cuelgan cada semana en su tablón de anuncios una lista demasiado larga de lesionados. Loovens y Apoño son los dos últimos hombres que tendrán que ver a sus compañeros desde la grada.


En las oficinas del Ramón Sánchez-Pizjuán catalogan el partido de "típico copero". Es decir, emocionante, con una tensión máxima. No se fían de las numerosas bajas en el lado visitante, porque conocen a Manolo Jiménez. Saben los informadores nervionenses que un equipo como el zaragocista se construye desde la seguridad defensiva. No importa el tiempo que pase, la paciencia es la mejor arma de un Zaragoza que estaría a solo un gol de derribar cualquier estrategia inicial de su colega en el banquillo contrario.


A pesar de las múltiples llamadas a la afición local, con vídeos recordando lo que significa un estadio lleno, no se espera ambiente de grandes ocasiones. Primero, por la guerra personal abierta entre José María del Nido y el grupo ultra 'Biris Norte', que convierta el estadio en un cementerio cada jornada. Segundo, porque la crisis y la forma de llevar el club en los últimos años han provocado el hartazgo de una hinchada cansada de los desvaríos de sus mandamases.


Razonan las estadísticas que, con ambiente fantasmal o sin él, la realidad es que los sevillanos tienen el pasado de su parte. El Sevilla ha superado seis de las siete eliminatorias de Copa en las que empezó partiendo de un empate a cero fuera de casa. Solo cayó una vez, en 1974 ante el Málaga. Sin embargo, hay otro dato que juega a favor de los aragoneses. Los dos clubes han disputado tres eliminatorias en su historia, con un balance de dos a uno favorable a los del Ebro.


Tanto Jiménez como Emery no quieren oír hablar de favoritos, ni tan siquiera de a quién querrían en una hipotética semifinal. La capital del Guadalquivir, tan dada a adelantar acontecimientos, llevaba desde que se conocieron los emparejamientos soñando con un derbi de semifinales copero. Pero el preparador guipuzcoano solo piensa en sus hombres y en cómo romper la mala racha de resultados que vienen sufriendo. "Hay cuestiones y partes del juego que son más psicológicas que de aptitudes", dijo el vasco para confirmar que lo importante era mantener la calma durante los 90 minutos. Incluso reconoció que ha ensayado los penaltis, "por si acaso".


Para el arahalense la clave del partido estará en la concentración que tengan sus hombres. No quiere lamentaciones el exsevillista por las bajas, aunque reconoce que es algo que se debe tener en cuenta para valorar estos cuartos. "Están pagando el esfuerzo de jugar tantos partidos y por eso jugarán los que estén al cien por cien", aseveró. En la noche del miércoles Jiménez no se sentará en su asiento de preferencia, como socio desde hace más de 30 años de la entidad. Lo hará en el banquillo visitante. El mejor amigo entre los sevillistas será, por una noche, el peor enemigo posible.