Empate a goles, a expulsiones y a juego feo entre el Huesca y el Real Zaragoza

Bebé adelantó al Real Zaragoza en El Alcoraz y Obeng igualó antes del descanso. Jorge Pulido y Zapater, los capitanes, vieron sendas tarjetas rojas muy pronto.

Los equipos aragoneses se enfrentan desde las 16.15 este domingo en El Alcoraz
Un lance del partido
Veronica Lacasa | Javier Navarro

Nadie fue mejor que nadie en el derbi aragonés entre el Huesca y el Real Zaragoza este domingo en El Alcoraz. En un partido tosco, de muy pocas luces futbolísticas en ambos equipos, el 1-1 final fue aceptado por la generalidad como algo natural, un mal menor visto el devenir de los acontecimientos, con las expulsiones de Jorge Pulido, primero, y de Zapater, después, en una primera parte en la que sucedió todo lo importante y con trascendencia en la soporífera tarde vivida.

Si alguien no tenía claro lo que suele ser un partido de máxima rivalidad, esos denominados derbis entre equipos que viven el enfrentamiento con ciertos pluses añadidos a un día normal, este Huesca-Real Zaragoza de marzo de 2023 sirvió de paradigma contundente. La primera parte fue un prodigio de nulidad futbolística de unos y otros, de pérdidas constantes del balón, de un ir y venir sin sentido en infinidad de minutos. Imposible decir a ciencia cierta quién dominó más el balón, quien tuvo el timón de la iniciativa. Espesura global. Aburrimiento para los que acuden a los estadios o encienden el televisor en busca de algo de calidad, de plasticidad, de destreza en los protagonistas de la segunda categoría profesional. Y, en ese juego enrevesado constante, se dieron gotas de dureza, de excesiva aplicación de algunos futbolistas en acciones evitables, de abundancia de revoluciones en cabezas que no saben medir las pulsaciones.

El Huesca solo hilvanó una jugada en la primera mitad. Fue en el minuto 13, con un gran pase de Juan Carlos al espacio donde entraba por el centro Joaquín. Este no logró rematar bien porque se anticipó Nieto a la desesperada dentro del área, pero dejó el balón muerto para que Obeng, que entraba apoyando a sus colegas, rematara al palo izquierdo, cruzado, con todo a favor. El Real Zaragoza, por cierto, no existió en ataque durante media hora larga. Toques inútiles en la zona inerte del campo y ninguna luz a la hora de dar el último pase o el centro válido cerca de un inédito Ándrés Fernández (era el de naranja). Hasta el minuto 30, solo un disparo lejano de Timor, en el 25, que detuvo bien abajo Cristian Álvarez, supuso una aproximación con cierta intención a portería de ambos contendientes.

Y en estas, un jaleado Jorge Pulido, central oscense que se pone a cien por hora cada vez que se enfrenta al Real Zaragoza -mucho más si el graderío de El Alcoraz lo jalea como lo hizo en sendas acciones contundentes-, entró abajo, al tobillo, a Simeone en un balón insustancial en medio campo y se ganó la roja directa de López Toca. En el minuto 27, el Huesca se quedaba en inferioridad y tocado moralmente. El viento se le puso en contra a los azulgranas cuatro minutos después cuando, en la que también fue única acción medianamente combinada del Real Zaragoza, Gámez centró al corazón del área, Blasco se anticipó a la recepción de Simeone o Puche, pero dejó la pelota a placer al borde del área para que un cañonero como Bebé, de primeras, colocara un derechazo seco fuera del alcance del portero. En el minuto 31, los zaragocistas parecían poner la proa hacia una victoria vital con todos los condicionantes a su favor.

Pero los de Escribá, siempre incapaces este año de jugar como el fútbol manda cuando uno está en superioridad numérica, lo estropearon en un abrir y cerrar de ojos. Lejos de matar el partido, de llevarlo al descanso tal y como estaba (ya no se les puede pedir más, ir a por un 0-2, por ejemplo), le dieron vida al Huesca cuando los azulgranas estaban noqueados. En otra acción inútil, en campo oscense, Zapater levantó la pierna al estilo kung fu en una pelota dividida y golpeó en la cara con la bota a Sielva, que se retorció de inmediato en el suelo mientras sus compañeros acudían a rodear al juez, como mandan los cánones en estos casos. La roja al capitán ejeano estaba pedida por aclamación, más allá de que su acción fuese juego peligroso evidente. El precedente de Pulido y el ambiente de derbi en casa de la víctima de esa acción no dejaban lugar a la duda. En el 35, Zapater se fue a la ducha y dejó la contienda 10 contra 10.

Y el Huesca, que no había pisado el área desde el 0-1, logró el empate pasados tres minutos del tiempo reglamentado, casi cumplido el aumento. Ratiu chutó desde 40 metros con potencia, raso, Cristian Álvarez no atrapó el balón y lo dejó suelto para que Obeng, al que nadie marcó ni siguió en el rechace, fusilara el 1-1 ante la emoción de una grada que ya no se esperaba este premio viendo la desorientación de los muchachos de Ziganda toda la tarde.

El intermedio sentó de maravilla al Huesca, que acababa de escapar del ataud cuando ya le preparaban el responso incluso parte de los suyos. Y el Real Zaragoza volvió a adoptar esa cara de ido que se le queda a menudo cuando falla en victorias o circunstancias absolutamente favorables. Antes del descanso, Ziganda había metido al otro Pulido, Rubén, por Joaquín para cubrir la defensa, dejando su ataque en mantillas. En el tiempo de asueto, Escribá introdujo a Alarcón por Puche para remendar la falta de Zapater y también dejó a Simeone en solitario.

Este cúmulo de hechos y movimientos de ajedrez causó mejor respuesta en el cuadro altoaragonés, que salió crecido de la caseta en la segunda mitad. Gerard Valentín estuvo cerca de marcar el 2-1 y voltear el marcador en el minuto 48, nada más rodar la pelota de nuevo. Disparó en el área, solo y a placer, tras otro rechace en corto, malo, de Cristian Álvarez en un remate primero de Obeng, pero Jair sacó bajo palos cuando el balón iba dentro. Ratiu, acompañado por el vertical Valentín, amargó el rato a Nieto con un par de desbordes seguidos que no acabaron en gol por la poca habilidad de los rematadores oscenses. De nuevo, como en el primer tiempo, el Real Zaragoza no existió durante un larguísimo trecho en lo concerniente al fútbol de ataque.

Se alcanzaron los últimos 20 minutos con el Real Zaragoza portando una estadística que define su puesta en escena: el único disparo a portería en hora y 10 minutos era el del gol de Bebé. Al menos, en su inoperancia general, el Huesca le puso siempre más gotas de veneno a su propuesta ofensiva, incluso tras perder a Joaquín para reestructurar el bloque por la expulsión de Pulido. Cuando los Alarcón, Francho, Vada y demás se pusieron un par de veces a tratar de controlar el balón de modo insulso, las pérdidas no forzadas de uno u otro denunciaron la mala tarde del equipo.

Escribá metió a Bermejo y Eugeni a falta de menos de un cuarto de hora, en vez de un apático Vada y de un agotado Bebé. Quizá con sangre fresca pudiera llegar cerca de Andrés Fernándes una vez, aunque solo fuese una. En frente, Ziganda se la jugó en última baza con Mateu y Hashimoto, por la misma razón: tener gente con oxígeno en la

mente entre tanto agotamiento. Nada de ello dio resultados visibles a corto plazo. El tostón siguió en el mismo rango de tostón. Al Zaragoza el 1-1 hacía rato que le parecía una joya. Al Huesca, no tanto. Veían los azulgranas que estaban ante un adversario conformista y sin pilas ni cerebro. En los últimos 8 minutos, Gueye tuvo su enésima y breve oportunidad en el puesto de Simeone, vacío tras correr para nada todo el partido. Una pena que el equipo jugase hacia atrás más que hacia delante, con Alarcón a la cabeza de pases retrasados y laterales.

En el 85, Florian Miguel rondó el triunfo del Huesca al lanzar un zurdazo seco desde su lateral, en carrera atacante, que Cristian Álvarez echó a córner por alto cuando se iba hacia dentro. Y, ciertamente, ahí se acabó el fuelle de los de El Alcoraz. Se vio venir desde mucho rato antes que la película iba encarada a un 1-1 que a nadie sirve para sustentar sus aspiraciones. El Huesca no soñará con alcanzar a largo plazo la sexta plaza, o sea, la promoción de ascenso. Y el Real Zaragoza no logra despegarse del peligro del descenso. Al contrario, pierde dos puntos de colchón tras la victoria de la Ponferradina ante el Alavés.

Los azulgranas están abonados a los empates, renta escasa en el fútbol donde las victorias valen por tres. Y los zaragocistas, puntito a puntito, van a tratar de alcanzar la orilla como sea, sabedores de que las capacidades del conjunto para gobernar y ganar muchos de los partidos de esta liga son insuficientes. Nada nuevo dejó, pues, este derbi aragonés. Fue una dosis más de lo mismo, igual se mire desde Huesca que se haga desde Zaragoza.

Resumen del partido en vídeo

Ficha Técnica

SD Huesca: Andrés Fernández; Ratiu, Blasco, Jorge Pulido, Florian Miguel; Gerard Valentín (Kanté 87), Sielva (Hashimoto, 76), Timor, Juan Carlos (M. Mateu, 76); Joaquín (Rubén Pulido, 30) y Obeng (Kanté, 87).

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Gámez, Francés, Jair, Nieto; Zapater, Francho; Vada (Bermejo, 76), Bebé (Eugeni, 76); Puche (Alarcón, 46) y Simeone (Gueye, 83).

Árbitro: López Toca (Comité Cántabro). Expulsó con roja directa a Jorge Pulido (27) por una dura entrada a Simeone y a Zapater (35) por juego peligroso sobre Sielva. Amonestó a Bebé (41) y Francho (75).

Goles: 0-1, min. 31: Bebé. 1-1, min. 45+3: Obeng.

Incidencias: Tarde primaveral, con 18 grados y sol, con algunas nubes. El césped de El Alcoraz presentó un magnífico aspecto. En las gradas hubo un lleno técnico, casi absoluto, en torno a los 8.500 espectadores, de ellos en torno a 300 de Zaragoza.

Así hemos narrado el partido:

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partido sd huesca-Real zaragoza, en directo
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