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Soriano Aladrén: "Siento estupor e indignación por el caso Negreira"

El excolegiado aragonés, leyenda del arbitraje en España y mundialista en Italia 90, censura con dureza las relaciones del exvicepresidente del Comité Nacional y el Barça.

Emilio Soriano Aladrén, ayer en la redacción de Heraldo.
Emilio Soriano Aladrén, ayer en la redacción de Heraldo.
José Miguel Marco

Sánchez Arminio, Enríquez Negreira, el caso Negreira y su extraña relación económica con el FC Barcelona... Emilio Soriano Aladrén, excolegiado aragonés y gran referencia del arbitraje español en los años 80 y principios de los 90 manifiesta su posición en medio de la polémica que envuelve a este estamento en España.

¿Por qué Emilio Soriano Aladrén es molesto en Madrid y en Barcelona?

No me considero molesto. Sí soy sincero y autocrítico. Y cuando considero que las cosas no se hacen bien, lo digo. Desde luego, no trago. Porque con el caso Negreira se le está haciendo mucho daño al arbitraje y al mismo fútbol.

¿Qué sintió cuando días atrás comenzaron a salir noticias de la relación de más de 20 años entre el Barça y Enríquez Negreira, exvicepresidente del Comité Nacional de Árbitros?

Sentí estupor, indignación... Pero la cuestión no se reduce a adjetivos calificativos poco delicados, ni a repetir que los árbitros son muy honrados o que la organización arbitral es perfecta. Hay que hacer crítica partiendo de los mismos árbitros. Autocrítica de aquellos que ya estuvieron y no están, y, lo que es más importante, de los que estuvieron y siguen estando: tienen que irse de inmediato.

¿Quiénes tienen que irse?

El Comité Nacional de Árbitros en pleno, incluidos los que estuvieron con Sánchez Arminio. Cuando se tienen responsabilidades de cualquier tipo, hay que tener un conocimiento de las personas que forman parte de la organización. Hay que conocer su nivel de vida, su actividad... Si no tienes control, es porque no te preocupas. Y si no te preocupas, es que no vales para ser presidente del Comité Nacional o de la Federación Española de Fútbol.

Estamos ante un caso de asunción de responsabilidades.

Ojalá fuera así y se asumieran responsabilidades. En este país hay muchas personas puestas a dedo, según el gusto personal de los dirigentes máximos. Hacen de su capa un sayo... Están convirtiendo el arbitraje en un chiringuito. Estamos ante un claro caso de nepotismo.

¿El principal problema es de acción o de omisión?

Fundamentalmente es un problema de incapacidad. La palabra omisión implica dejación de funciones e inhibición, algo gravísimo, y quiero ser educado. Me indigna cuando oigo que se pone las manos en el fuego por los árbitros.

¿Usted no las pone...?

Claro que yo también las pongo. Los árbitros tienen buena fe, son honrados; pero así no se arreglan las cosas.

¿Cómo se arreglan?

Trabajando con un rigor absoluto. Estamos hablando de muchísimo dinero, de la salida de siete millones de euros durante mucho tiempo. Por supuesto, hay que indagar en todos los integrantes de la Junta Directiva de Sánchez Arminio. También hay que estudiar el control que la Federación Española de Fútbol ejercía sobre los árbitros. Quiero dejar muy claro que no estoy hablando de arbitraje, sino de organización. Mi ADN es de árbitro.

Parecía que la salida de Ángel Villar significaría un viraje también en la organización arbitral.

Salimos del trueno de Villar y ahora vivimos en el relámpago de Rubiales. Ya son muchas cosas las que están ocurriendo. Algunos tienen el valor de hablar de ello, pero otros se lo tragan.

Usted hizo escuela en España, alcanzó la vitola internacional, incluso arbitró en un Mundial, ha visto todo en el fútbol...

Sí.

¿Alguna vez ha visto de cerca alguna irregularidad?

Nunca. Estuve 17 años en Primera División, 15 de ellos internacional, y tengo que decir que no tuve ninguna situación incómoda, ni siquiera una insinuación de ningún tipo. También tengo que decir que yo tuve un presidente que, de acuerdo, era visceral...

José Plaza.

Exactamente. Pero tenía coraje y valor. Y en los momentos difíciles, siempre estuvo ahí. Está claro que la situación actual es lamentable, y esto tiene su origen en veintitantos años de inhibición y falta de control. Ya lo dijo Tebas el otro día: fallaron los controles...

Usted denunció irregularidades. Por ejemplo, la cometida contra Daudén Ibáñez.

El caso de Daudén es de los más escandalosos del arbitraje español. A Daudén se le descendió por no doblegarse ante el Comité Nacional y por apoyar a López Nieto. Yo protesté incluso ante el Consejo Superior de Deportes (CSD). Eso es otra historia, la del CSD...

¿Por qué?

Por unas Leyes del Deporte totalmente laxas. No tiene nada que ver con Italia. Allí está muy por encima de la Federación Italiana. Por eso la Juventus se fue abajo (descendió con el ‘Moggigate’). El CSD tiene la palabra superior, pero las decisiones importantes no las toma o no las asume.

¿El caso Negreira puede traspasar nuestras fronteras?

Veremos a ver qué pasa porque el escándalo no es solamente nacional. Efectivamente, ha trascendido internacionalmente. El caso ha aterrizado en Ginebra, en la UEFA, y en Zúrich, en la FIFA. Habrá que seguir muy de cerca esas consecuencias. De momento, como le decía anteriormente, se ha hecho un gran daño al arbitraje y al fútbol españoles.

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