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De los vestuarios de fútbol a los pasillos del poder en Irak

Adnan Dirjal, figura en el club del hijo de Saddam Hussein y en la selección nacional, viste ahora la camiseta de ministro de Deportes.

Adnan Dirjal, a la izquierda, recibe la cartera ministerial en Irak.
Adnan Dirjal, a la izquierda, recibe la cartera ministerial en Irak.
AFP

Estrella del club de fútbol del hijo de Saddam Hussein, una roca en la defensa de la selección nacional, comentarista de las muy seguidas cadenas árabes por satélite y justiciero de las instancias deportivas en Irak: Adnan Dirjal, se endosó una nueva camiseta, la de ministro de Deportes.

El hombre de 60 años, cara amplia y nariz aguileña encima de un eterno bigote, menos espeso con el paso de los años, es de lejos el más popular de los quince ministros que obtuvieron en la noche del miércoles al jueves la confianza del Parlamento iraquí, tras casi cinco meses de vacío de poder. Capitán de equipos que ganaron el campeonato nacional, decisivo en varios partidos de la Copa del Golfo y con tres Juegos Olímpicos en su cuenta, Adnan Dirjal aplasta a la competencia sin gran esfuerzo, en fútbol como en política.

Es incluso, hecho histórico, uno de los muy raros ministros chiitas designados por un partido sunita, en un país en que las carteras son atribuidas a las formaciones políticas, que nombran después a sus ministros. «El capitán Dirjal está por encima de cálculos confesionales», tuiteó el jefe sunita del Parlamento, Mohammed Al Halbussi, acompañando su mensaje de un video de un gol memorable contra Corea del Sur en 1982.

Pero, dicen otros, Adnan Dirjal, próximo de los dirigentes del Golfo, donde vive desde hace 25 años, es también un puente de bienvenida hacia los aliados ricos e inclinados a apoyar la causa de los sunitas en Irak. Contrariamente a la mayoría de los políticos actuales (exiliados en las época de Saddam Hussein y que regresaron al país tras su caída en 2003), el futbolista tuvo una carrera casi paralela a la del dictador.

En 1979, el primero tomo el poder y el segundo debutó, donde jugaría tres años, en el club Azzawrah, el más popular de Bagdad. Después, en 1984, fue descubierto por Uday Saddam Hussein, el hijo del dictador, que se ocupaba de los deportes en el Irak de la época. Adnan Dirjal se une entonces a su club, Al Rachid, durante cinco temporadas. En 1992, en el momento en que su país acaba de terminar la Guerra del Golfo, Dirjal se convierte en entrenador de la selección nacional. En el momento del embargo internacional y de la sequía general, los partidos de fútbol, deporte rey en Irak, son raros momentos de alegría en el país.

El exfutbolista deja Irak tres años más tarde, para irse a Catar, donde entrena a varios clubes antes de abandonar los banquillos y los terrenos de juego en 2014, para pasar a los platós de televisión del pequeño emirato, desde donde comenta a decenas de millones de telespectadores partidos internacionales. Vuelve a Irak por primera vez en 2018, para un nuevo combate: ser presidente de la federación de fútbol. Rechazado por un problema en su currículum, juzgado «fraudulento» por el mandatario de la federación, replica acudiendo a la justicia, ganando y obteniendo sanciones a su favor.

En este nuevo cargo en el ministerio, hereda una patata caliente respecto a otro estamento deportivo: el Comité Olímpico Iraquí, disuelto por los estadounidenses en 2003, ya que estaba dirigido en la época de Saddam Hussein por... su hijo Uday. Desde entonces, el comité reanudó sus funciones con nuevos miembros, durante quince años, antes de que el ministerio de Juventud y Deportes anulara la elección de su directiva en 2018, razonando que ninguna ley encuadraba la existencia de esta institución en el Irak posterior a 2003.

Más allá de las querellas administrativas, Dirjal tiene una ventaja de peso, asegura a la AFP Jazair Al Sahlani, director ejecutivo del Comité Olímpico Iraquí. «Es cercano a los deportistas y eso va a ayudarle a resolver muchos problemas y a hacer reencontrar una estabilidad en el deporte», pariente pobre en un país sacudido por una sucesión de guerras desde hace 40 años. Y el hombre quiere recoger las preocupaciones de los iraquíes, después de haber defendido en una rueda de prensa en febrero que «los deportistas formen parte de los que van a reformar el país», preso entonces de una revuelta popular inédita reprimida con sangre.

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