fútbol

España se cita con la historia

Tras seis años de fracasos y sofocos, La Roja ansía recuperar la estabilidad y el lugar que se le exige en Europa.

Luis Enrique.
Luis Enrique.
Reuters/John Sibley

Todo será experimental en la Eurocopa de 2020, una oportunidad para la renovada y menos mediática selección española de volver por sus fueros y dejar atrás los sinsabores y sofocos que produjeron los sucesivos fracasos en la Copa del Mundo de Brasil 2014, la Eurocopa de Francia 2016 y el certamen universal celebrado hace dos años en Rusia. Resulta obligado vender ilusión y cierto optimismo tras un año con resultados notables pero un constante revuelo institucional que acabó con el divorcio entre Luis Enrique y su examigo Robert Moreno, el segundo que por una desgracia ajena afrontó con éxito la oportunidad de su vida pero fue frenado en seco por una supuesta «deslealtad al jefe y una «desmedida ambición personal».

Luis Enrique, felizmente recuperado para la causa tras sufrir en agosto la pérdida de su hija Xana, acomete el reto de que La Roja vuelva a lucir en el mejor escaparate. Ansía el asturiano revertir lo ocurrido en la última etapa con Vicente del Bosque. La sonrojante eliminación en la primera fase mundialista, donde sólo fue capaz de vencer a Australia (3-0) en Curitiba tras recibir una manita de Holanda (5-1) en Salvador de Bahía y perder frente a Chile en Maracaná (0-2), y la derrota sin paliativos ante la Italia (0-2) de Antonio Conte en octavos del Europeo, no muestran el verdadero nivel de España.

Menos aún ese fatídico campeonato ruso marcado por el despido casi en la víspera de Julen Lopetegui, considerado un traidor por el presidente Luis Rubiales tras firmar por el Real Madrid, y el pobre desempeño del interino Fernando Hierro, solución de emergencia hasta caer por penaltis ante los anfitriones en el primer cruce.

En marzo de 2013, la UEFA adoptó una decisión histórica. El gran certamen continental del 60 aniversario no se disputaría en un país o en dos, como hasta ahora, sino en 13 ciudades de diferentes federaciones: Roma (Olímpico), Bakú (Olímpico), San Petersburgo (Gazprom Arena), Copenhague (Telia Parken), Ámsterdam (Johan Cruyff Arena), Londres (Wembley), Glasgow (Hampden Park), Bilbao (San Mamés), Dublín (Aviva), Múnich (Allianz Arena), Budapest (Ferenc Puskas) y Bruselas (Eurostadium), aunque este último se cayó en 2017 al no haber acabado su construcción en el plazo fijado y los cuatro partidos que iba a acoger recayeron en Wembley.

El máximo organismo del fútbol europeo también determinó que, en caso de que los 12 países se clasificasen, jugasen sus partidos como locales en su estadio, de ahí que España afronte una cita con la historia en Bilbao. El torneo se inaugurará con un Italia-Turquía, el 12 de junio en Roma, y concluirá 12 de julio, con la gran final de Wembley, escenario también de las semifinales.

Invicta en la fase de clasificación, donde sólo se dejó dos empates en la ventana otoñal por los países nórdicos de Noruega y Suecia, España partió como cabeza de serie para el sorteo de la fase final, celebrado el 30 de noviembre en Bucarest, y resultó agraciada al caer en un grupo relativamente sencillo. Tras saber que la selección jugará en Bilbao, en el marco del grupo E, junto a Polonia, Suecia y una selección procedente de la repesca, Luis Enrique se felicitó de haber evitado en la fase de grupos a adversarios tan poderosos como Francia y Portugal, que competirán junto a Alemania en el grupo de la muerte y que tampoco se medirían a La Roja en un hipotético cruce de octavos.

«Aparentemente el sorteo ha estado bien, pero los entrenadores siempre somos cagones. Al principio respiras, pero si hubiéramos pasado como primeros o segundos en un grupo como el F, sabes que no te enfrentas a esos equipos hasta una hipotética final», argumentó el preparador gijonés tras definirse los grupos. Acerca de las opciones de España en el torneo, el asturiano razonó: «No es que seamos los máximos candidatos al título sino que estamos en el grupo de favoritos. Después de lo que ha ganado la selección, a pesar de que en los dos últimos torneos hemos estado muy lejos..., hay que transmitir confianza a los jugadores».

España se estrenará en La Catedral, el lunes 15 de junio, ante el combinado nórdico, al que ya ha superado en la reciente fase de clasificación, con un cómodo triunfo en el Santiago Bernabéu (3-0) y un discreto empate (1-1) en Solna. Cuartofinalista del pasado Mundial, Suecia siempre compite bien desde el punto de vista táctico. El balance histórico deja siete victorias españolas, cinco empates y tres derrotas, con 25 goles a favor y 16 en contra.

El siguiente enemigo en Bilbao será la Polonia de Robert Lewandowski, que está en el mejor momento de su carrera, el sábado 20 del mismo mes. Con la base aún del equipo forjado para la Eurocopa que coorganizaron con Ucrania en 2012, los polacos eran los mejores rivales posibles del segundo bombo, junto a Suiza. Históricamente, a España se le da bien este adversario, al que ha vencido en ocho partidos, con un empate y solo una derrota. 27 goles marcaron los españoles en esos choques y apenas ocho anotaron los centroeuropeos.

Y el último compromiso de la primera fase, previsto para el miércoles día 24 también en San Mamés, se jugará ante un rival por definir que saldrá de las eliminatorias que enfrentan en marzo a Bosnia e Irlanda del Norte, por un lado, y a Eslovaquia y la República de Irlanda, por el otro. España, por cierto, aprovechará esas fechas reservadas para la repesca para disputar dos amistosos de tronío frente a Alemania y Holanda y perfilar así la definitiva lista de 23 convocados para la gran cita continental.

Una convocatoria incierta porque Robert Moreno introdujo algunos cambios y devolvió gran protagonismo a ilustres como Jesús Navas, Raúl Albiol o Santi Cazorla, que se desconoce si tendrán continuidad con Luis Enrique. Hay dudas en todas las líneas incluida la portería, ya que el asturiano era más partidario de David de Gea como titular que de Kepa Arrizabalaga, el elegido por Moreno.

Salvo lesión, sí es seguro que el gran líder será Sergio Ramos, el español más internacional de la historia y deseoso también de doblar en verano con los Juegos Olímpicos de Tokio.

Si acaba líder de grupo, el camino de España hacia la final pasaría por Glasgow, frente a un tercero de grupo, Roma y Londres. Si fuera segunda, iría por el lado de Copenhague, San Petersburgo y también Londres. La sencillez de la primera fase impide la posibilidad de dejar fuera a algún enemigo de enjundia a las primeras de cambio y augura cruces complicados.

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