River y Boca libran una batalla para la historia

Marcados por la violencia, los archirrivales disputan la final más larga, polémica y de mayor riesgo en el Bernabéu.

Leo Ponzio, en el centro, en uno de los entrenamientos de River Plate en Valdebebas.
Leo Ponzio, en el centro, en uno de los entrenamientos de River Plate en Valdebebas.
Luca Piergiovanni/efe

Boca-River, River-Boca. El no va más entre los dos archirrivales del fútbol argentino. Un superclásico mundial definitivo, con una audiencia esperada de hasta 350 millones de personas en todo el planeta, para proclamar al nuevo campeón de la Copa Libertadores de América que desgraciadamente no se disputará en Buenos Aires por la violencia previa al partido de vuelta de la final, sino en el Santiago Bernabéu. La barbarie y la incapacidad de los dirigentes por imponer un River-Boca en paz, si no en Argentina, al menos sí en suelo sudamericano, trasladó a Madrid el partido más importante de la historia para ambos equipos. El duelo más decisivo, ahora tan extraño, que ninguno de dos quería jugar en la capital de España, a 10.000 kilómetros de la de Argentina.

Una vergüenza y una humillación para los aspirantes al máximo título del continente americano. También un fracaso del fútbol argentino, acostumbrado a convivir y a ser amedrentado por las barras bravas (facciones de hinchas radicales), y de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol). Mientras, la Federación Española de Fútbol (FEF) y el país que acoge la inédita resolución de la Libertadores, seis meses antes de la final de la Champions en el Metropolitano, intenta aprovecharse del inédito River-Boca económica y diplomáticamente, con vistas también a una candidatura para el Mundial 2030. De la final más larga, que comenzó con la ida hace casi un mes en La Bombonera, y también polémica, y de mayor riesgo en Madrid, blindada con un dispositivo de seguridad que supera los 4.000 efectivos, más de la mitad agentes de la Policía Nacional. Un examen y una verdadera prueba de fuego para las fuerzas de seguridad del Estado, para Madrid y para España.

El 2-2 en campo de Boca no tiene realmente valor, ya que, al contrario de lo que ha ocurrido en las eliminatorias, en caso de empate los goles en campo contrario no se consideran dobles. Es decir, que en la que será ya la última Libertadores con una final a ida y vuelta, los odiados enemigos del fútbol argentino parten de cero en el marcador. No así en las gradas, ya que mientras en La Bombonera sólo hubo hinchas de Boca, en el Bernabéu también habrá aficionados xeneizes, cuando si la vuelta si hubiese disputado donde se debía, en el Monumental, no habrían tenido acceso al estadio de River.

También tienen prohibida su entrada al estadio del Real Madrid los ultras de River y Boca, dos de cuyos líderes barra brava más significativos y peligrosos no estarán en la capital, aunque la Policía teme la llegada de cerca de medio millar de radicales que pudieran llegar desperdigados, pero con entradas para el Bernabéu. El coliseo blanco se dividirá entre ambas hinchadas, con cerca de 25.000 localidades para seguidores de cada finalista. Los de River, en el fondo norte; los de Boca, en el fondo sur. Entre los asistentes al Bernabéu, Leo Messi, que nunca defendió cuando era niño los colores de ninguno de los dos equipos, sino de Newell’s, mientras otros dos de los mejores futbolistas de todos los tiempos, Alfredo Di Stéfano y Diego Armando Maradona, sí jugaron en River y Boca, respectivamente, aunque nunca ganaron el gran título continental.

Separados los dos colosos del fútbol argentino por tres Libertadores, River tiene tres (1986, 1996 y 2015) y Boca seis, la última de ellas ganada en 2007, por lo que hoy podría igualar a Independiente como el equipo con mayor número de entorchados sudamericanos. Boca reclamó al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) que, sin jugar en el Bernabéu, se le proclamase ya campeón de la Libertadores, al hacer a River responsable del lanzamiento de piedras y botellas al autobús del equipo bostero a su llegada al Monumental. El TAS no suspendió ayer la final en el estadio madridista.

River plate-boca juniors

River: Franco Armani, Montiel, Quarta, Maidana, Pinola, Milton Casco, Exequiel Palacios, Leo Ponzio, Enzo Pérez, Gonzalo Martínez y Pratto.

Boca: Andrada, Buffarini, Izquierdoz, Magallán, Olaza, Nandez, Barrios, Pablo Pérez, Sebastián Villa, Cristian Pavón y Ramón Ábila.

Árbitro: Nestor Cunha (Uruguay).

Estadio: Santiago Bernabéu.

Hora: 20.30, en el canal #Vamos en Movistar +.

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