Del linier que zarandeó a Gonzalvo, a El Alcoraz encharcado: las mejores anécdotas del derbi

En sus casi siete décadas de recorrido, el enfrentamiento Real Zaragoza-Huesca ha generado infinidad de momentos curiosos que merece la pena recordar.

El Alcoraz, horas antes de que se jugase el Huesca-Zaragoza de febrero de 2017.
El Alcoraz, horas antes de que se jugase el Huesca-Zaragoza de febrero de 2017.
Rafael Gobantes

Fechas inverosímiles, arbitrajes polémicos, debuts, despedidas anunciadas, exitosas recaudaciones en taquilla, rajadas de entrenadores y presidentes, terrenos de juego impracticables... En sus casi siete décadas de recorrido, el enfrentamiento Real Zaragoza-Huesca ha generado infinidad de anécdotas que merece la pena recordar.

El primer derbi aragonés oficial, peculiar de por sí por disputarse en la Nochevieja de 1950, ya contuvo un episodio curioso. A pesar de que el Real Zaragoza dominó claramente el marcador (3-0 al final), la tensión del juego propició una tremenda discusión entre el linier y el zaragocista Gonzalvo, que llegó a ser zarandeado. “Si el asistente del señor Couso (árbitro del encuentro) hubiera guardado las formas, que se pueden guardar, nada hubiera ocurrido. Gonzalvo no perdió un solo punto de su corrección cuando discutía con qué balón hacer un saque de banda, pero el del banderín se puso como se puso”, contaba la crónica de HERALDO entonces, culpando por completo al juez de línea.

“Los estrechos reglamentos de la FIFA no se quebrantaban por jugar con una pelota con la que ya se había jugado antes. Si es reglamentaria, cumple. Pero el linier puso empeño en que no se utilizara esa pelota, como si fuera la bomba atómica”, proseguía el relato, tratando de aclarar el origen de lo ocurrido. “No hemos leído en ningún manual de unificación que eso pueda hacerse, ni tampoco creemos que sea correcto. Originó un ‘bollo’ tremendo y Couso, entre el maremágnum de nervios, puso paz”, zanjaba, bajo el pseudónimo de ‘Banderola’, el cronista de la época.

Los aficionados más forofos de Torrero despidieron al linier con insultos. Y esos mismos hinchas fueron, muy probablemente, los únicos que se desplazaron al estadio de San Jorge en la segunda vuelta. El interés del encuentro era mínimo porque el Zaragoza ya estaba clasificado para la liguilla de ascenso a División de Honor, pero aún así sorprendió la escasa presencia de seguidores blanquillos en las gradas. Más aún, teniendo en cuenta que, semanas antes del derbi, habían acudido en masa a apoyar a sus vecinos contra el Girona.

“Había una gran expectación el día anterior al encuentro debido a la rivalidad deportiva regional que siempre llena de entusiasmo a la afición, mas el partido careció de la animación que se esperaba”, explicaba HERALDO el martes 1 de mayo de 1951, fecha posterior a la primera y única victoria que el Huesca ha logrado sobre el Zaragoza. Con todo, los blanquillos lograron ascender a final de temporada, propiciando un largo paréntesis en los duelos territoriales.

El siguiente Real Zaragoza-Huesca, encuadrado en la Copa del Rey, se disputó el 25 de octubre de 1978. El choque se saldó con empate (1-1) y el juego de los locales fue muy pobre. Hasta el punto de que el entrenador, Vudajin Boskov, se erigió como protagonista por la franqueza con que valoró el mal trabajo de los suyos. “Nuestro fútbol ha sido pésimo y desorganizado”, resumió el serbio, y lamentó la diferencia que existía entre titulares y suplentes: “Juanjo no es Mendieta; Heredia no es Lasa; faltaba Víctor y tampoco estaba Arrúa. Además, a Lafita lo han encumbrado con elogios y no ha hecho nada. Hoy ha sido un cero". Para terminar, Boskov adelantó que era "imposible" que el Zaragoza perdiera la eliminatoria. Y no se equivocó.

Un gol de penalti de Antic dio el pase a los blanquillos en la vuelta, marcada por el gran ambiente que se vivió en las gradas. Según recogía la crónica firmada por Jaime Ferrer, El Alcoraz registró el mayor lleno de su historia y en taquilla se recaudaron casi dos millones y medio de las antiguas pesetas. “Durante el descanso, en la sala donde la directiva oscense agasajaba a los directivos y al personal del mundillo futbolístico que se da cita en esta clase de partidos, algunos directivos informaron de que la recaudación iba a acercarse a los cuatro millones, pero la cifra resultó bastante menor a la prevista”, añadía Ferrer, quien también se encargó de cubrir desde la capital altoaragonesa el siguiente derbi, correspondiente a la primera ronda eliminatoria de la Copa del Rey de 1985.

Curiosamente, el calor de la grada de El Alcoraz decreció en aquel encuentro. Detalle que no pasó desapercibido en el seno del club local. José María Mur, presidente de la gestora que regía los destinos del Huesca, se mostró “muy dolido” por la falta de apoyo. “Tal vez no se valore nuestro esfuerzo. Hoy era ocasión para hacer dos millones de pesetas y apenas hemos superado el millón en taquilla”, valoró Mur, tras una cita que se saldó con empate (2-2) y dejó todo abierto para la vuelta, disputada un 25 de septiembre de 1985 en La Romareda.

Dieciocho mil personas asistieron al encuentro, saldado con un contundente 3-0. El uruguayo Rubén Sosa se estrenó en competición oficial con un doblete, alzándose como gran héroe de la noche que abrió el camino hacia la conquista de la tercera Copa del Rey de la historia zaragocista. Precisamente, Sosa fue al autor del gol que sirvió para derrotar al Barça en la final que, meses más tarde, se jugó en el Vicente Calderón.

Última década marcada por la lluvia

Cuatro de los seis últimos derbis, jugados entre diciembre de 2008, cuando el Real Zaragoza-Huesca regresó a la Segunda División, y la actualidad, estuvieron condicionados por la lluvia. Un par de veces se mojó el público de La Romareda y otras tantas el de El Alcoraz, donde peligró la disputa del precedente más cercano (4 de febrero de 2017). El césped amaneció encharcado el día del partido, pero, 45 minutos antes del arranque del mismo, se decidió que saliera adelante.

El árbitro (González Fuertes) y los delegados de ambos equipos (Luismi Lasaosa y Alberto Belsué) se encargaron de dar el visto bueno a un escenario proclive a la épica. Agua, charcos, barro… El choque se disputó envuelto en unas circunstancias adversas que, sorprendentemente, favorecieron al Zaragoza. Fútbol hubo bien poco, pero el grupo que dirigía Raúl Agné, cuando menos se esperaba, mostró una versión repleta de carácter hasta imponerse por 2-3.

El Huesca, pese a haber padecido con anterioridad el problema crónico del drenaje de su estadio, se adaptó peor a la situación. Y aquel duelo regional fue el último careo sobre la piscina. En verano, la directiva azulgrana invirtió en mejorar El Alcoraz y, entre otras cosas, se cambió el césped. Este lunes, llueva o no lleva, el balón rodará como es debido.

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