Raúl Goni cuelga las botas

El defensa zaragozano, que quiere seguir vinculado al fútbol, deja atrás a los 28 años una prometedora carrera truncada por las lesiones.

Raúl Goni el día de su despedida como jugador del Zaragoza en 2013.
Raúl Goni el día de su despedida como jugador del Zaragoza en 2013.
Oliver Duch

Fue en febrero de 2009 en Cartagena. Debutaba con la selección española sub-21 frente a Noruega y apenas pudo aguantar 22 minutos sobre el césped. El ligamento cruzado de la rodilla derecha de Raúl Goni se rompió de cuajo aquella tarde y, de la mano del inevitable dolor, se frenó en seco la prometedora proyección de un central que ya se había establecido como titular en la defensa del Real Zaragoza.


Ocho años después de aquella fatídica tarde en Murcia, Raúl Goni cuelga las botas con 28 años. El zaragozano se había dado de plazo hasta después de Navidad para tratar de estirar su carrera, que vivió la temporada pasada su último episodio en el Teruel, pero la rodilla le ha dicho basta. Visitó a más especialistas, trató de cambiar los hábitos… pero nada. "Sufría un desgaste continuo que no me merecía la pena. Estas Navidades he hablado con la familia y he tomado la decisión final. Ya en la última temporada con el Teruel no podía entrenar y solo jugaba los partidos. Se me inflamaba la rodilla y tenía muchísimo dolor", relata con resignación el aragonés. "Tendré que volver a operarme tarde o temprano, al menos para poder salir a correr, porque ahora no puedo jugar ni una pachanga", lamenta.


Porque a Goni se le cruzó la rodilla en 2009, pero también en 2013. Tras salir cedido al Real Madrid Castilla y al Cartagena, se desvinculó del Real Zaragoza y firmó en propiedad por el Sabadell, entonces en Segunda División. Allí sufrió primero una rotura en los abductores de su pierna derecha y, después, se volvió a fracturar los ligamentos de la rodilla, en este caso la izquierda, en un amistoso en Japón contra el Tokio FC. "Antes le daba más vueltas y me costaba aceptarlo. Ahora he asumido la realidad, la vida sigue y hay que mirar hacia adelante", explica con filosofía. "Si no me hubiera lesionado tenía grandes expectativas. Es algo que sientes, sabes y notas. Cuando estaba bien físicamente, antes de la lesión, me veía con mucha fuerza. Pero es lo que me tocó vivir", asume.

¿Un abogado entrenador?

Mientras las rodillas le dejaban apurar el fútbol en el filial del Real Zaragoza, donde regresó en 2014, y después en el Teruel, Goni estudió Derecho. "Terminé la carrera y ahora estoy empezando a trabajar con mis padres", apunta. A Goni le gusta el Derecho, pero a Goni también le gusta mucho el fútbol. Siempre ha sido su pasión. Por eso, pese a que ya no puede despejar balones, quiere seguir vinculado a la pelota. "Quiero entrenar, de momento, a chavales. Tengo el primer nivel del título de entrenador y estoy pendiente de que salgan plazas para sacarme el segundo", comenta. "No me he planteado ser entrenador de primer nivel o no, eso es algo que se verá con el tiempo. Yo quiero empezar desde abajo, con los más pequeños", apunta.


¿Quizá en el Real Zaragoza? "Ya hice las primeras prácticas en el Juvenil y para mí sería perfecto, me encantaría. Es un proceso que conozco de primera mano y creo que podría aportar mi granito de arena", explica Goni, que jugó 15 encuentros con el primer equipo tras debutar el 31 de octubre de 2007 en un Almería-Zaragoza (0-1, gol de Diego Milito).


Pese a las lesiones, los procesos de recuperación y los malos momentos, Goni pone en valor también lo que supone cumplir el sueño de haber sido futbolista y, por ejemplo, "haber podido jugar en los mejores campos de España". "Y sobre todo jugar con el Zaragoza, cumpliendo el sueño que todos los aragoneses tenemos de pequeños. Entré en el 2000 y viví todas las etapas formativas. Disfruté del ascenso y compartí vestuario con grandísimos jugadores", afirma.


Desde la distancia, Goni observa ahora al Zaragoza "desde otra perspectiva". "Las comparaciones son odiosas. Cuando comencé a entrenar y debuté con el primer equipo, el año del descenso, había gente en el vestuario como Ayala, Aimar, Milito, D’Alessandro… Ahora el club atraviesa una situación económica delicada y está camino de la recuperación. Pero lo complicado es que el fútbol no son números", analiza. "El equipo tiene un once bastante competitivo, pero luego echo en falta que no haya más jugadores del filial para completar la plantilla. Cuando yo estaba en Primera División, o eras de los mejores de tu hornada, o era imposible llegar al primer equipo. Ahora, en Segunda, creo que hay chavales en el filial que pueden cumplir de sobra", concluye.

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