El día que Simeone amargó a Rafa Benítez...

Atlético y Real Madrid se enfrentan este domingo, a las 20.30.

Diego Simeone en rueda de prensa
Diego Simeone en rueda de prensa
Efe

Rafael Benítez era un entrenador con poca experiencia cuando el 21 de octubre de 1995 se cruzó por primera vez con el argentino Diego Simeone. Ambos se encontraron cuando el técnico del Real Madrid se estrenaba aquel año en Primera División con el Valladolid, un equipo con cimientos de Segunda pero que fue ascendido inesperadamente por los descensos administrativos de Celta y Sevilla.


Benítez y Simeone nunca se han enfrentado desde los banquillos, lo harán el sábado por primera vez con sus respectivos equipos, Real Madrid y Atlético. Pero sí que se han visto las caras sobre un campo de fútbol. Lo hicieron hasta en tres ocasiones y la primera fue una experiencia negativa para el entrenador madridista porque sufrió una derrota con el argentino como principal protagonista.


Aquel Valladolid de Benítez no estaba preparado para afrontar el reto de Primera División. Tal vez, el mismo Benítez, pudo verse desbordado por una oportunidad de oro que se convirtió en el primer fracaso de su carrera.


El salto desde las categorías inferiores del Real Madrid hacia un club de Segunda División tenía lógica. Benítez, acostumbrado a fajarse contra equipos de divisiones menores, acertó en su elección para volar solo como entrenador alejado de la entidad en la que adquirió todos sus conocimientos.


Pero la sorpresa de la famosa Liga de los 22 equipos rompió los planes de un entrenador metódico que fue destituido en la jornada 23 de esa temporada, la 1995/96, después de perder 2-5 contra el Valencia. Aquella salida del Valladolid por la puerta de atrás fue un golpe para Benítez, que siempre se justificó diciendo que comenzó el curso con una plantilla de Segunda División.


Hasta aquella jornada 23, los números del Valladolid fueron pésimos. Solo ganó dos partidos, empató ocho y perdió trece. Por eso, a Benítez le dieron su primer portazo cuando el cuadro pucelano era el último clasificado de la Liga.


Y, en esa salida, entre otros muchos jugadores, colaboró Diego Simeone, que por aquellos días era uno de los pilares del centro del campo del Atlético de Madrid que acabó logrando su famoso doblete. Por el camino hacia ese triunfo, se cobró una víctima: Benítez, que sucumbió frente al equipo de Radomir Antic, que el 21 de octubre de 1995 sumó una victoria sufrida en el estadio José Zorrilla.


Ganó 0-1, con un gol de Simeone en la segunda parte del encuentro. Exactamente, en el minuto sesenta, en un acción oportunista en la que el argentino, con la ayuda de la defensa del Valladolid y del portero César Sánchez, mandó el balón al fondo de la red del conjunto vallisoletano.


Las crónicas de la época cuentan que el Valladolid se mostró como un equipo rocoso, voluntarioso y con escasa fortuna. El empate, dicen, habría sido el resultado más justo. Pero el Atlético, que hasta esa jornada no conocía la derrota, sumó otros tres puntos para seguir invicto y postularse como un candidato serio a alzar el título de Liga.


Después del gol de Simeone, el partido se agrió con las expulsiones de Ramón González y de Kiko Narvaez. Pero, además, el empuje del Valladolid estuvo a punto de amargar al Atlético. Roberto Solozabal, en la ocasión más clara de los hombres de Benítez, se encargó de salvar bajo los palos un empate que habría dado aire al actual entrenador del Real Madrid.


Cosas de la vida, el éxito de Simeone fue el fracaso de Benítez. Su tanto fue importantísimo para dar una victoria sufrida al Atlético en su camino hacia el título. Pero también sirvió para echar un poco más de arena en la tumba que se estaba cavando Benítez en aquel Valladolid.


Y, cosas de la vida, el sustituto de Benítez, Vicente Cantarore, con un par de fichajes de invierno (Juanma Peña y Marco Sandy), acabó salvando al Valladolid, que el curso siguiente se clasificó para la UEFA.


Aquella plantilla que no estaba confeccionada para jugar en Primera División, se salvó. Benítez se fue y Simeone triunfó. Su gol amargó al entrenador del Real Madird, que, casi una década después, se vengaría del argentino con el Valencia. Pero esa es otra historia

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