Fútbol

El 'annus horribilis' del fútbol aragonés

Solo el ascenso del Sariñena a Segunda B salva una temporada en la que Real Zaragoza, Huesca, Teruel y Real Zaragoza B perdieron la categoría.

Desolación de los jugadores del Real Zaragoza después de consumarse el descenso
Partido entre el Zaragoza y el Atlético de Madrid_2
AGENCIAS

Peor, imposible. Catástrofe absoluta. El fútbol aragonés despide una temporada por olvidar. Los tres clubes más importantes de la Comunidad, aquellos que deben servir de faro para la base, los que más aficionados aglutinan cada fin de semana y más expectación levantan, han fracasado estrepitosamente en sus objetivos. Al mismo tiempo. Igual que en una retorcida maldición. Para siempre, 2013 quedará como el año en el que Real Zaragoza, por duplicado, Sociedad Deportiva Huesca y Club Deportivo Teruel descendieron simultáneamente de categoría. Debacle total.


Como si de una equilibrada pirámide se tratase, los equipos más representativos de Aragón comenzaron la temporada estructurándose en las diferentes categorías del fútbol profesional. Teruel y Real Zaragoza en Segunda B, Huesca en Segunda División y el Real Zaragoza en Primera. Una distribución de la que nada queda ya. A pesar de que, al iniciar el curso, las expectativas eran bien diferentes.


Extraño zaragocista

Así, por ejemplo, el Real Zaragoza arrancó la campaña todavía experimentando la ilusión que había supuesto el conseguir durante la 2011/12 la salvación más complicada de la historia. Renovado Manolo Jiménez, entonces esperanza unánime del zaragocismo, frente al conjunto blanquillo parecía abrirse un escenario completamente diferente. En el que una reestructuración completa en la forma de trabajar de la entidad pudiese garantizar una permanencia sin sobresaltos. Idea que, además, fue alimentada por una primera vuelta en la que los zaragozanos consiguieron 22 puntos, alcanzando momentos de juego altamente notables.


Nada que hiciera prever lo que vendría después de Navidades. Un segundo ciclo desastroso, totalmente inexplicable, tiró por la borda todo lo almacenado durante el arranque de la competición. Y eso que, a diferencia de lo ocurrido durante los últimos años, la salvación estuvo sensiblemente más barata. Sin embargo, los aragoneses fueron, simplemente, el peor equipo de Primera División. Realidad reflejada en el último puesto de la tabla que despidió a los blanquillos de la élite.


Malos presagios, fatal desenlace

Diferente es la historia de la Sociedad Deportiva Huesca. Aunque es innegable que los azulgranas habían comenzado el curso también con moderado optimismo, tras haber conformado una plantilla con la que esperaban finalizar en la mitad alta de la tabla. Sin embargo, todo se torció rápidamente. Fabri, técnico elegido para gobernar el barco, se bajó de él antes, incluso, de que el balón comenzase a rodar.


Abandonados a pocas semanas del inicio liguero, los altoaragoneses decidieron confiar su destino a un viejo conocido, Antonio Calderón. Lamentablemente, el preparador gaditano, que ya había ocupado el banquillo del Alcoraz durante dos temporadas, con satisfactorio resultado, no consiguió repetir rendimiento y en diciembre, con el equipo en puestos de descenso, fue destituido. El hombre elegido para sustituirle, el mediático Jorge D'Alessandro, tampoco lograría encauzar el rumbo.


Y eso que el argentino tuvo una 'bola extra' para ello. No en vano, para la galería de los gestos desafortunados queda su estampa agitando el puño cuando los oscenses ratificaban su descenso matemático en la penúltima jornada. El preparador festejaba el, todavía entonces teórico, descenso administrativo del Guadalajara, que permitía al decimonoveno clasificado mantener la categoría. Sin embargo, en el último partido, cuando el Huesca dependía de sí mismo, fue incapaz de vencer en el campo de un Recreativo que no se jugaba nada, firmando la temida vuelta a la Segunda B.


Desastre en el Grupo II

Categoría de bronce en la que no le esperan ni Teruel, ni Real Zaragoza B. Ambos, descendidos tras una campaña funesta. Los turolenses, con 38 puntos en su haber, finalizaron decimoctavos, por lo que su billete a la Tercera División aragonesa resultó directo. El filial zaragocista, sin embargo, alargó algo su agonía. Después de haber cambiado de entrenador mediada la temporada, Jesús Solana sustituyó a Alex Monserrate, el cuadro blanquillo logró jugar la promoción de permanencia.


Eliminatoria a doble partido en la que, sin embargo, el Constancia de Inca logró pintar la cara al conjunto zaragozano. El 5-1 endosado por los baleares en la ida fue suficiente, convirtiendo al partido de vuelta en un mero trámite. Por si fuera poco, el conjunto blanquillo despidió la temporada entre polémica, con sanciones a cuatro de sus futbolistas, Forniés, Fran González, Marc Mateu y Dani Gómez, por no cumplir las directrices del equipo. Desastroso.


Notas positivas

Así las cosas, la nota positiva la aporta el Sariñena. El club monegrino, de manera brillante, consiguió proclamarse campeón de Tercera División. Sin embargo, los hombres de Emilio Larraz no se quedaron ahí en su gesta, sino que, en su eliminatoria contra el Rayo Cantabria, consiguieron certificar un ascenso a Segunda B histórico.


Ante tanta negatividad, además, cabe reseñar también la temporada llevada a cabo por el Prainsa Zaragoza. El equipo de fútbol femenino consiguió este domingo el pase a la final de la Copa de la Reina, que se disputará el próximo 16 de junio en Las Rozas. Una gesta que recuerda que, incluso, en los años más negros, siempre puede haber un motivo de orgullo.