LOS OSCAR DEL DEPORTE

Federer es ya el gran símbolo de los Laureus y Contador se queda sin premio

Lewis Hamilton se llevó el premio revelación y dejó a Alberto Contador sin el premio Laureus al que estaba nominado. Por su parte Roger Federer arrasó y se llevó por cuarto año consecutivo el "Oscar" al mejor deportista del año.

El suizo Roger Federer cumplió en San Petersburgo una de sus tradiciones de febrero, recoger el premio Laureus al mejor deportista del año, una costumbre que le convierte en el gran símbolo de los Oscar del deporte, en la tarde en la que el español Alberto Contador se quedó a las puertas del premio a la revelación, en manos finalmente del inglés Lewis Hamilton.


En su primera visita a San Petersburgo, la Academia de los Laureus volvió a firmar una apuesta segura. La elegancia de Roger Federer y su indiscutible dominio del tenis mundial le convierten en el candidato ideal para el premio. Lo ganó por cuarta temporada consecutiva, una marca inédita, por delante del resto de aspirantes, cinco campeones mundiales; Tyson Gay, Kaká, Michael Phelps, Kimi Raikkonen y Tiger Woods.


El tenista suizo, único de los nominados que acudió a la gala del teatro Mariinsky, recibió el premio al deportista del año por cuarta temporada consecutiva ante la mirada del presidente ruso, Vladimir Putin, que regresó a su ciudad natal para darle solemnidad a la ceremonia y respaldar su apuesta por la exposición de Rusia a través del deporte. Sochi, sede de los Juegos Olímpicos de 2014; y Moscú, escenario del Mundial de atletismo de 2013, son dos ejemplos de su ambiciosa política deportiva.


Alberto Contador no tuvo tanta suerte como Federer en el apartado de deportista revelación. Aterrizó en Rusia junto a su novia, Macarena, con la ilusión de recoger el premio Laureus a su temporada, su 'maillot' amarillo en el Tour, una manera de olvidarse durante un rato del veto de la ronda gala; pero la competencia por el premio era demasiado dura. Novak Djokovic, Tyson Gay, Lewis Hamilton, Oscar Pistorius y Casey Stoner, cinco aspirantes de jerarquía mundial.


El jurado prefirió la fulgurante irrupción de Hamilton. Al volante de su McLaren, el inglés firmó una excepcional temporada en su debut en el Mundial y su permanente exposición mediática durante todo el año le ayudó a alzarse con el premio Laureus. Contador, en cambio, sólo disfrutó de portadas durante el mes de julio, cuando ganó el Tour de Francia.


También la nacionalidad de Hamilton pudo contribuir a inclinar el premio a su favor; al fin y al cabo, el peso específico del deporte anglosajón en la Academia Laureus, con sede en Londres, continúa siendo indiscutible.

Entre las mujeres, el tenis volvió al primer plano. Es un deporte muy vinculado a los Laureus. Después de las estadounidenses Jennifer Capriati, Serena Williams y la francesa Amelie Mauresmo, premiadas en anteriores ediciones, le llegó el turno a la belga Justine Henin. La número uno mundial, ganadora en Nueva York y París, además del Masters, superó en las votaciones a la rusa Yelena Isinbayeva.


Los deportes colectivos aparcaron el fútbol -Irak, el Milan y la selección alemana femenina estaban nominados- para premiar al espectáculo del rugby, muy significativo en el imaginario deportivo anglosajón. Una amplia representación de la selección sudafricana, ganadora del Mundial de Francia, recogió el premio en el escenario de San Petersburgo con sus llamativas chaquetas verdes y amarillas.


Indiscutible favorita entre los nominados al premio a la mejor reaparición, Paula Radcliffe, dueña del récord mundial de maratón, recibió la estatuilla por su regreso a la alta competición después de su baja por maternidad en 2006.


Tras de su doble paso por Barcelona, en 2006 y 2007, los académicos de los Laureus desplegaron todo su espectáculo en San Petersburgo, a cinco grados bajo cero. De la luz mediterránea, la Academia pasó a la nieve rusa.


La gala de entrega de los premios volvió a ser un desfile de mitos del deporte. De Nadia Comaneci a Edwin Moses, de Boris Becker a Mark Spitz, los miembros de la Academia entregaron los premios y disfrutaron de una ceremonia de aire occidental, puramente televisiva, pero con un par de concesiones a la impresionante tradición musical rusa. La bailarina Uliana Lopakatina interpretó el 'Lago de los Cisnes', a cargo de la orquesta dirigida por Valery Gergiev.


Sergey Bubka recogió el premio a la trayectoria profesional, cierre definitivo de la gala deportiva anual por excelencia, los Laureus, símbolo de la imparable globalización del deporte que ha encontrado en la elegancia de Roger Federer su mejor representante internacional.