FIN DEL PARTIDO

Oportunidad perdida

El Huesca ofreció una mala imagen y no pudo pasar del empate ante el colista (1-1). Eduardo evitó el triunfo del Sevilla Atlético.

Oportunidad perdida
Oportunidad perdida
RAFAEL GOBANTES

El Huesca brindó en la Ciudad Deportiva del Sevilla Atlético una tarde para olvidar, tan gélida fuera del terreno de juego como dentro. Lejos de su mejor versión, el empate tiene que darse por bueno porque el filial sevillista empujó para ganar su segundo encuentro del año. Eduardo lo evitó. Pues sí, era un partido trampa.


La primera mitad resultó difícilmente clasificable y decididamente extraña. Con un Huesca que presentó su disposición habitual, fue el Sevilla Atlético el que comenzó mandando en el juego y el que anotaría el primer gol. Una sorpresa que se explica en una primera mitad de fútbol espeso, lento, lentísimo, en la que los azulgrana jugaron a impulsos.


Los primeros minutos aburrieron hasta a la Giralda. Calderón dispuso el rombo en el centro del campo, pero las piezas tardaron demasiado en encajar y carburar.


Era el filial el que más sobaba la pelota, si bien con un juego cansino, empapado en morfina y poca verticalidad. Era la realidad de un cuadro en cuadro, con muchas bajas y chavales del Sevilla C. Pero fue uno de los más jóvenes, José Carlos, el principal responsable del peligro local por la izquierda. Robert, primero, y Vara, después, lo padecieron. El 1-0 nacería de sus botas después de recoger dentro del área una pelota que no pudo despejar Corona. José Carlos caracoleó y su disparo salió rechazado para que Barranco lanzase un zapatazo inapelable desde la frontal. Había pasado media hora y el Huesca había hecho muy poquito.


Tan mal estaban pintando las cosas desde el comienzo que Calderón cambió sobre la marcha a Camacho y Vegar de bandas en busca de una mayor movilidad. Los azulgrana se contagiaron del ritmo trotón del Sevilla Atlético, pero llegaban arriba. Tras un cuarto de hora en el que no ocurrió nada, los jugadores se reactivaron las baterías y depararon diez minutos de peligro que se cerraron con el tanto sevillano. La ocasión más clara la tuvo Roberto de cabeza tras rematar un lanzamiento de falta botado por Camacho desde la derecha. El preludio del gol del empate.


Este, como anunciaba el panorama, solo podía producirse a balón parado. Sastre lanzó un córner y Roberto, solo, empujó el balón ante un Ruyales al que se escurrió la pelota entre los dedos.


Reacción


Al menos, el Huesca había exhibido su capacidad de reacción, esa misma que le dio vida en el estadio del Hércules. La receta era sencilla: se dio un pasito adelante frente a la contención anterior y el centro del campo, al fin, había dado señales de vida. Antes del descanso, Rubén pudo marcar a pase de Roberto, pero no pudo regatear al meta. Tras el receso, los azulgrana adoptaron la consistencia de la gaseosa, de más a menos. El conjunto local se mostró más tímido, pero se quitó la careta y suyo sería el primer disparo, de nuevo de Barranco. El partido siguió lento, con parones además por golpes de Sastre y Corona. El filial generó temor, cómo no, a balón parado y con las diabluras de José Carlos, que forzó una amarilla para Robert, o De la Bella.


Contra pronóstico, los andaluces gozaron de las mejores opciones y exigieron en tres acciones a Eduardo Navarro. En la otra área, Rubén no aprovechó un buen servicio de Camacho y Calderón buscó más velocidad con Ramón. Pero había una sensación de miedo justificadísima. Cuando ya se aceptaba el empate como mal menor, el Huesca se exigió un arranque de garra y disfrutó de tres ocasiones claras en los últimos cinco minutos. Las prisas entraron tarde.