EUROPEO DE ATLETISMO

España maquilla su ocaso

Tras la última jornada en Barcelona, en la que se consiguieron cuatro medallas, el debate sobre el relevo generacional del atletismo se vuelve a abrir.

El atletismo español remontó el vuelo con cuatro medallas en la última jornada de los campeonatos de Europa y sobrevivió en Barcelona, con ocho en total y 27 finalistas, a la primera de las dos citas previstas para jubilar a la generación dorada que alcanzó su cenit en Múnich 2002 con quince medallas.


Jesús Ángel García Bragado, Chema Martínez, Marta Domínguez, Manuel Martínez, Jesús España, Nuria Fernández, Natalia Rodríguez, Mayte Martínez, José Luis Blanco y el suspendido Paquillo Fernández prolongarán sus carreras hasta los Juegos de Londres y los Europeos de Helsinki, ambos en 2012, pero probablemente no más allá.


El propio presidente de la Federación Española, José María Odriozola, que sigue quedándose largo en la previsión de medallas, reconoce que "los verdaderos problemas vendrán después de Londres", si en los dos próximos años el atletismo español no se regenera.


Los europeos de Barcelona han confirmado la progresión de gente joven como Eusebio Cáceres, que batió el récord de Europa júnior de longitud con 8,27 en la calificación aunque sólo fuera octavo en la final con 7,93. Nada puede reprochársele a un atleta que vino directamente desde Canadá después de conseguir la medalla de plata en el Mundial júnior.


También destacaron los tres de 800: David Bustos, de 19 años; Kevin López, de 20 y Luis Alberto Marco, de 23, pero su especialidad, como bien sabe Manuel Olmedo, no permite abrigar esperanzas de éxito en la escena internacional, de ahí que el traslado al 1.500 sea la salida natural para todos ellos.


Olmedo, bronce en su primer año en el 1.500, habría conseguido, probablemente, un metal más noble de no haber pecado de conservador en las primeras vueltas. Su éxito indica a sus ex compañeros del 800 el camino de la prosperidad.


Los ocho medallistas de Barcelona tienen 32 años de media, una edad a la que empieza a declinar el rendimiento, y muchos de ellos no seguirán después de Londres.


España prosiguió en Barcelona su lento declive a partir del punto de máxima eclosión que alcanzó en los Europeos de Múnich 2002. Las 15 medallas de la capital bávara se quedaron en 11 cuatro años después en Gotemburgo, y ahora la cuenta se ha reducido a ocho, y eso que durante tres días y medio se llegó a temer un descalabro.


El equipo español, habituado a contar con la medalla segura de Paquillo y la consistente actuación del capitán Manuel Martínez en la primera jornada de los campeonatos (los 20 km. marcha y el peso suelen asignarse al primer día), ha tenido que soportar una presión creciente a medida que transcurrían las jornadas sin pisar podios.


Chema Martínez lo reconoció este domingo después de terminar segundo el maratón. "Ha sido una semana muy dura para el equipo, y la responsabilidad teníamos que asumirla los veteranos. Había que estar en el podio", afirmó el madrileño.


Marta Domínguez quebró, al fin, la mala racha el cuarto día y se colgó su medalla, aunque no fuera la que ella quería, la de oro. La mejor atleta española de todos los tiempos tuvo el honor de conquistar la número cien de España en grandes campeonatos.


A diferencia de la palentina, de Natalia y de Nuria, otros veteranos, como Ruth Beitia o Mario Pestano, suspendieron también en Barcelona su asignatura pendiente, la medalla al aire libre, y algunos que llegaron con vitola de favoritos, como Alemayehu Bezabeh y Sergio Sánchez en 5.000, no estuvieron a la altura.


El año próximo, en los Mundiales de Daegu (Corea del Sur) tocará otra vez ponerse a cubierto de la lluvia africana, y los Europeos, a partir de ahora cada dos años, se convertirán cada vez más, para los atletas del Viejo Continente, en un refugio donde volver a ser alguien.