MÁLAGA 1-2 ZARAGOZA

El Zaragoza despega

Los de Javier Aguirre confirman su reacción y crecimiento venciendo al Málaga. El equipo aragonés, superior, abre una brecha de cuatro puntos con la zona de descenso. Los goles de Nico Bertolo y Sinama-Pongolle remontan el inicial de Duda.

Los jugadores del Real Zaragoza forman una piña para celebrar el primer gol del equipo aragonés, marcado por Bertolo.
El Zaragoza despega
JORGE ZAPATA/EFE

En efecto, son los mismos futbolistas, las mismas camisetas y el mismo deporte. Pero el Real Zaragoza es otro, sobre todo, es un equipo en el que, a cada jornada que pasa el calendario, más evidentes son dos cosas: la artesanía de Javier Aguirre y el valor profesional de unos futbolistas gallardos, inyectados de la gasolina del sacrificio y absolutamente implicados en la causa que abandera su entrenador. El Zaragoza le ganó al Málaga y le ganó con argumentos. Con fútbol, completando un partido redondo en casi todos los órdenes, posiblemente el mejor del curso. Al menos, el más cuajado. Y le ganó al Málaga porque supo interpretar al rival y su océano de carencias, sobre todo en el hemisferio defensivo.

Quizá, el Málaga esté mejor armado y nutrido de talento individual. Pero el Zaragoza fue mejor equipo. Esa fue la diferencia, la tiza que se une en la pizarra y los puntos que definen el valor colectivo del juego. Y eso es obra de Javier Aguirre, que ha resucitado al Real Zaragoza y lo ha puesto cuatro puntos por encima de la línea que delimita la tragedia, de la vida. El equipo crece, madura y, sobre todo ayer, convence. Al margen de refuerzos, con los que estuvieron siempre ahí. Y ese es el mérito del entrenador: haberles inculcado lo que son y pueden ser. Motivación, alimento para el alma y las victorias.

La de ayer (primera fuera) fue merecida y presentida desde el instante en el que Bertolo empató un partido que había empinado Duda, y el Málaga se descosió hasta partirse. Hasta ese momento, el partido se jugó en el segundo palo de ambos equipos. En el del Zaragoza, Paredes descuidó a Duda, y el portugués empaló la pelota rumbo a Leo Franco y la red. No es la primera vez que a Paredes le hacen cosquillas en la espalda. Almería, Elche el año de Segunda? Paredes reincidió.

El gol del Málaga dio paso a una fase crítica para el Zaragoza. Duda explotó un balón en la madera que pudo haber enterrado el partido. El Zaragoza sufrió ese rato, pero se levantó. Palmo a palmo, apartó al Málaga del núcleo del juego. Manteniendo el orden posicional, con ese sistema de ayudas y clausura de espacios que ha lubricado Aguirre, con el poso y la consistencia de un equipo, el Zaragoza se estiró. Le faltaba el peligro. Lo consiguió a balón parado y en el segundo palo. Avisó Braulio, que pareció ayer el nuevo Chupete del Zaragoza. El canario firmó un partido notable poniéndole la espalda a la defensa rival: combinó, hiló juego, se asoció bien con Gabi y Bertolo? Lástima su alergia al área. Aún así cabeceó a la frontera del gol. Fue la advertencia. Poco después, Gabi abotonó un saque de falta, que, elegante, cogió vuelo hasta la cabeza de Bertolo. El argentino puso el gol mientras Asenjo manoseaba las nubes. Fue el empate y el punto y final del Málaga, que además perdió a Gámez por un golpe craneal.

Al Zaragoza se le puso el asunto como quería. El Málaga debía tocar la corneta e inconscientemente fracturó sus líneas. Con ese sólido 4-1-4-1, con Bertolo y Lafita de lanceros, el Zaragoza leyó impecablemente a su rival. Se le coló en el repliegue como una manada de búfalos y percutió con peligro. El Málaga perdió filo y fue contenido por Ponzio, gladiador y gigante pasando la escoba, y por Lanzaro y Jarosik. La grada, antes atenta al árbitro y a sus decisiones, desvió los pitos hacia sus jugadores, y el Zaragoza aún multiplicó su rendimiento: Bertolo merodeó dos veces el gol y sufrió un posible penalti que no lo pareció, la buscó de lejos Boutahar y apareció con su ocasión también Sinama-Pongolle.

El Zaragoza pasaba silbando por el centro del campo del Málaga, desbordado y desnudo. Cuando el empate tomaba sabor a almíbar, Sinama sacó ese punto de calidad que ratifica su currículo y, tras quebrar a Rosario, la colocó esponjosa con el interior de la bota izquierda en el gol.

El Real Zaragoza había ganado. Aún sufrió en el descuento, pero había ganado. Se ha acostumbrado a ello. Eso le da aire y felicidad. Tiempo y penas ha costado. Pero la batalla sigue.