BALONCESTO

Brusco despertar

El CAI Zaragoza perdió parte de sus opciones de disputar la Copa tras caer derrotado (59-62) en un apretado final contra Gescrap Bizkaia.

Imagen del encuentro
El CAI cae ante el Gescrap por 59-62
EFE

El CAI Zaragoza perdió parte de sus opciones de disputar la Copa del Rey tras caer derrotado por 59-62 ante Gescrap Bizkaia. El conjunto rojillo se estrelló en un final de infarto después de haber logrado remontar 11 puntos de diferencia en el tercer cuarto.


Ya desde el comienzo se preveía un partido igualado y duro. Por ello, en sus primeros quintetos, los dos técnicos decidieron poner todo el tonelaje sobre la pista. Abós, por segunda vez, decidió incluir a Pasco entre los cinco elegidos. Curiosa decisión teniendo en cuenta que el norteamericano termina contrato el próximo domingo y no será renovado. En contraposición, Katsikaris puso en pista al gigante Mavroeidis. Dos colosos a los que, sin embargo, ya no se les volvió a ver mucho más. Así, el primer jugador destacado fue Janis Blums. Excelso tirador, el letón anotó las dos primeras canastas del partido, dos triples estratosféricos que colocaron un parcial de 0-6 de salida. Volvería a ver red una vez más durante el primer cuarto para, posteriormente, desaparecer. Imagen de los famosos altibajos que acompañan a los bilbaínos durante este curso.


Al CAI le costaba anotar y no fue hasta pasados cuatro minutos de juego cuando Wright, con otro lanzamiento de tres puntos, dio por inaugurada la temporada encestadora del choque. La larga distancia fue el principal suministro de puntos de los rojillos durante la primera manga. A excepción de un mate de Pervis Pasco y dos tiros libres anotados por Rafa Hettsheimeir, todas las canastas rojillas llegaron desde más allá de los 6.75 metros. Toda una declaración de intenciones que permitió a los zaragozanos marcharse un punto por encima en el marcador (18-17).


Si los zaragozanos cargaban el juego por fuera, Gescrap Bizkaia respondía por dentro. Mumbrú, capaz de hacer daño desde ambos lugares, posteaba a su par, generalmente Stefansson, al que lograba ganar por su altura. Ejemplo que también siguió Grimau. Aunque, sin embargo, el verdadero protagonista bajo los aros fue el rebote de los bizcainos. Mumbrú fue el que más rechaces consiguió capturar, con 10, aunque más dañino resultó D'or Fischer. El estadounidense logró capturar siete rebotes, cuatro de ellos ofensivos. Una constante que, a la postre, resultó un factor fundamental para decantar la victoria hacia el lado visitante.


Tras el experimento Pasco y la habitual dupla Hettsheimeir-Aguilar, Abós decidió dar entrada a Archibald en el segundo cuarto. Sin continuidad por sus numerosas molestias físicas, el escocés se reivindicó como un jugador importante el tiempo que se mantuvo en pista. En el poste bajo, el pívot rojillo logró sacar oro en numerosas situaciones, firmando cinco puntos casi seguidos que sustentaron al equipo cuando los triples dejaron de entrar. Lamentablemente, ya en el tercer cuarto, Fischer decidió cerrar esa vía de anotación con un monstruoso tapón a un gancho del británico. Una jugada que, prácticamente, apagó las luces en ataque de los rojillos.


Con Stefansson en el banco por tres faltas, Abós decidió dar entrada a Toppert. Mala decisión. El tirador fue a emparejarse con Mumbrú y, junto al internacional español, su figura se hizo muy pequeña. Conscientes del desajuste, los de Katsikaris empezaron a surtir de balones al internacional español, que o hacía daño posteando o se la doblaba al compañero liberado por las continuas ayudas que precisaba su defensa. Con esta sencilla táctica, los vascos consiguieron abrir una ventaja de 11 puntos en el electrónico. Toda una grieta que, finalmente, desde el banquillo zaragozano se solucionó dando entrada a Pablo Almazán. Luchador, como siempre, se impuso atrás, forzó dos pérdidas a su par y cimentó lo que sería una remontada épica.

Remontada final

Con Cabezas desatado, los aragoneses comenzaron a recortar distancias al mismo tiempo que el público se metía en el choque. El ambiente, el de las grandes noches, ayudó a generar una dinámica arrolladora que, ya en el último cuarto, terminó por dar la vuelta al marcador. El propio marbellí, desde la línea de tiros libres, fue el encargado de certificar que los locales habían vuelto al choque (52-51). Antes, una serie de balones interiores a Rafa, que erigió como un coloso en la pintura, habían ayudado a ir sumando tantos en el marcador. Especialmente reseñable fue un mate logrado tras rebote ofensivo que no dejó a ningún espectador sentado en su asiento.


El intercambio de golpes, con especial actuación de Stefansson, que ejecutó dos perfectas suspensiones cuando más tenso se encontraba el choque, precedió a un desenlace de infarto. A 40 segundos del final, el balón fue a parar Bracey Wright. El escolta, tranquilo como siempre, asumió la responsabilidad y, tras un aclarado de sus compañeros, atacó el aro con todas sus fuerzas. Su penetración fue cortada por la defensa bilbaína en lo que pareció falta, o varias incluso. Los colegiados, sin embargo, no lo interpretaron así. Balón para Gescrap que le otorgó los honores a Aaron Jackson quien, tras fallar su intentona, le robó la cartera a Aguilar en el rebote para acabar sumando dos puntos los locales.


A ocho segundos del final, Wright fue objeto de falta. Los visitantes querían el último ataque. En la línea de personal, el estadounidense anotó su primer tiro pero, para desgracia local, falló el segundo. Y así, el partido se fue.



Ficha técnica:


59 - CAI Zaragoza (18+14+10+17): Wright (11), Van Rossom (3), Hettsheimeier (11), Stefansson (8), Pasco (2) -cinco inicial- Almazán (-), Carlos Cabezas (13), Archibald (5), Toppert (-) y Aguilar (6).


62- Gescrap Bizkaia (17+16+16+13): Jackson (11), Mavroeidis (-), Banic (17), Mumbrú (7), Blums (8) -cinco inicial- Fischer D'or (6), Hervelle (-), Raúl López (-), Vasileaidis (11) y Roger Grimau (2).


Arbitros: Amorós, Pérez Pérez y Martínez Díez. Excluyeron por personales al visitante Blums (min.38).


Incidencias: partido correspondiente a la jornada duodécima de liga, que fue aplazado en su día, disputado en el pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza ante unos 8.200 espectadores.