ALPINISMO

El regreso más doloroso

Carlos Pauner está de camino a Kathmandú tras bajar desde el Base del Shisha Pangma

Javier Pérez y Carlos Pauner en las escaleras del Potala, centro sagrado del Tíbet, en Lhasa.
El regreso más doloroso
Heraldo

Las últimas 48 no pasarán a la memoria de Carlos Pauner como las más sencillas y agradables de su vida. El alpinista jaqués sufrió un golpe en el pecho al resbalarse hace dos días mientras ascendía el Shisha Pangma y como consecuencia padece la rotura de, al menos, dos costillas. Ayer emprendieron el largo camino de regreso junto a Javier Pérez, su infatigable compañero de cordada. Tras descender al campo base, el objetivo era llegar a Kathmandú, pero tuvieron que hacer noche en Zhangmu, en el límite entre Tibet y Nepal, porque la frontera estaba ya cerrada. Hoy continuarán el viaje.

 

El alpinista aragonés ha cubierto ya una parte de la primera etapa del trayecto que separa los 8.000 kilómetros de la región del Tibet, donde se sitúa el Shisha Pangma, de España. Son unos pocos kilómetros, pero quizá los más dolorosos. El primer reto era descender los 600 metros que transcurrían entre el campo base (5.600 m.) de la expedición formada por Carlos, Tolo Calafat, Juanito Oiarzábal y Javier Pérez, y el campo base chino. Este último permanece con Pauner en todo momento desde que se produjo el accidente.

 

Ambos enfilaron durante la madrugada del pasado domingo en España el camino hacia el denominado campo base chino. Seis horas a pie para completar 600 metros bajo los efectos de la morfina con la que combate el dolor. Una vez ahí, Carlos y Javier se montaron en un todoterreno con el objetivo de llegar a Kathmandú para hacer noche. No contaban con que la frontera tibetana no permite el paso de vehículos a partir de cierta hora de la tarde, así que se vieron obligados a pernoctar en el pequeño pueblo de Zhangmu. En la jornada de hoy está previsto que reanuden la marcha y que lleguen finalmente a la capital nepalí.

 

El deseo de Carlos Pauner y las deficientes instalaciones sanitarias de Kathmandú impedirán que el alpinista jaqués sea examinado en profundidad hasta su llegada al Hospital Clínico de Zaragoza. Con la diferencia horaria existente entre ambos países y un vuelo de más de 15 horas entre Kathmandú y Madrid, la llegada de los montañeros aragoneses no está prevista como muy pronto hasta mañana miércoles o el jueves.

 

Carlos Pauner se encuentra abatido física y moralmente. Al dolor que supone desplazarse con varias costillas rotas se le une el golpe moral. Tener que abandonar y posponer el reto del asalto al que iba a ser el noveno 'ochomil' en la carrera del alpinista no es algo fácil de sobrellevar. "Dentro de lo malo, no es la situación más grave, pero el dolor que le provocan las costillas rotas es bastante fuerte y el efecto la morfina también mina mucho sus fuerzas" aseguraba una fuente cercana.

Un año para olvidar

El Shisha Pangma constituía la segunda gran empresa para Carlos Pauner en 2009. La primera aventura arrancó a comienzos del mes de abril bajó el abrigo de la octava montaña más elevada del planeta. En la agenda del jaqués está conquistar los 14 techos del mundo, y el Manaslu (8.163 m.) era entonces el objetivo. Tras 40 días de expedición, el equipo en el que también se integraba Javier Pérez tuvo que decir adiós. Sólo 60 metros separaban a los alpinistas de la cima, pero las adversas condiciones climatológicas no ofrecieron ninguna tregua.

 

El ascenso al Shisha se presentaba como una nueva oportunidad para seguir agigantando la leyenda del alpinismo aragonés. Pérez y Pauner contaban con la experiencia de dos compañeros de relumbrón. Oiarzábal y Calafat se han curtido en las alturas y conformaban un apoyo importantísimo para Pérez y Pauner. Una vez más, el domingo la montaña dictó sentencia, y lo hizo en contra de Carlos y, por compañerismo, del zaragozano de Montañeros de Aragón. Ambos han dejado ya atrás el 'trono de los dioses', el Shisha Pangma.

 

Mientras, Juanito Oiarzábal y Tolo Calafat siguen adelante trabajando para hollar la montaña tibetana y dedicar una parte de ese éxito a sus compañeros aragoneses.