LA FINAL

El partido de toda una vida

Es un lugar común decir que las finales no se juegan, sino que se ganan. En el caso de la selección nacional, que hoy disputa en el imponente Soccer City de Soweto el partido más importante de su historia, esta vieja sentencia se podría matizar y decir que si España juega, España ganará su primera Copa del Mundo

Iniesta, Navas y Torres, ante la mirada de Del Bosque en el entrenamiento de ayer en Durban.
El partido de toda una vida
EFE

Es un lugar común decir que las finales no se juegan, sino que se ganan. En el caso de la selección nacional, que hoy disputa en el imponente Soccer City de Soweto el partido más importante de su historia, esta vieja sentencia se podría matizar y decir que si España juega, España ganará su primera Copa del Mundo. La calidad de la Roja permite afirmar, sin caer en la soberbia, que la victoria está en sus manos, que por muchos caprichos que tenga el fútbol, en el fondo, todo va a depender de su capacidad para superar la tensión extrema del partido y hacer su juego, a la manera de lo que hizo frente a Alemania en las semifinales. Los jugadores de Vicente del Bosque son los primeros en disfrutar de esa convicción. Confían en ellos mismos y están convencidos de que ha llegado su hora, de que su fútbol, admirado en todo el planeta, les coronará como campeones.


De hecho, todos mensajes de los futbolistas españoles en los tres últimos días han incidido en la misma cuestión: en la final hay que liberarse y “jugar, jugar y jugar”, como decía Xavi Hernández. La gran fuerza de la selección radica, precisamente, en que nunca duda de que su camino es el correcto. Que en los cuatro últimos años, tras más de cincuenta partidos, este equipo sólo haya sufrido dos derrotas y ambas fueran un accidente, lo dice todo sobre su fiabilidad. Eso sí, ésta hay que demostrarla,

superando las punzadas de la ansiedad, en el que será el partido de su vida para todos los integrantes del combinado nacional. La tarea no va a ser fácil. Aunque hasta algunos de los grandes mitos del fútbol holandés, caso de Cruyff, Koeman o Van Nistelrooy, se han decantado sin dudarlo por el triunfo de España, la Oranje no ha dicho su última palabra. Adjudicar el papel de convidado de piedra a una selección que lleva una racha de 25 partidos sin perder y que en este Mundial fue capaz de dar la puntilla a Brasil tras remontarle un 1-0, sería una estupidez. Holanda es un buen equipo. Es cierto que los ha tenido mucho mejores a lo largo de su historia y que ni siquiera con ellos fue capaz de levantar la Copa del Mundo, pero a un solo partido es un enemigo de cuidado. Los ‘oranje’ son competitivos, tienen orgullo y oficio, y un fútbol de ataque veloz y directo que hace mucho daño. Los holandeses te crean una ocasión con un chasquido de dedos, apoyados en jugadores como Sneijder, Robben, Kuyt o Van Persie. Si España se adorna a veces demasiado para terminar la jugada, el equipo de Van Marwijk y Ronald de Boer es justo lo contrario. Llega mucho menos al área rival, pero cuando lo hace va a saco, sin contemplaciones.

En este sentido, no hace falta decir que una de las claves del partido será que España logre mantener el gran nivel defensivo que viene mostrando durante todo el Mundial de Sudáfrica. La Roja sólo ha encajado dos goles en seis partidos y ambos han tenido bastante de churro. El dato es incontestable. En los tres últimos encuentros, Iker Casillas ha permanecido imbatido gracias al excelente trabajo de presión de todo el equipo y a la gran autoridad de su defensa. Si el juego sin balón de los españoles raya al nivel que lo hizo el miércoles en Durban, Holanda sufrirá muchísimo en el Soccer City. Y es que, con el balón en los pies, España es imposible de detener. Por mucho que se apliquen en la tarea de destrucción Van Bommel y De Jong, lo cierto es que no hay remedio conocido contra la sinfonía de toques de Busquets, Xabi Alonso, Xavi Hernández e Iniesta. Es como intentar ponerle puertas al campo.


Se hace difícil predecir cómo afrontará Holanda su tercera final de una Copa del Mundo. Si se atiende a las declaraciones de sus jugadores en los últimos días, se podría pensar en un duelo abierto, de tú a tú. No se han cansado de repetir que no tienen miedo a España y que saldrán a realizar su juego. Pero esto es lo mismo que dijeron los alemanes y luego ya se vio su actitud, tan respetuosa y vacilante que les desfiguró. De modo que no sería de extrañar que los holandeses salgan con las líneas muy juntas, bien metidos atrás, e intentando lanzar sus dardos al contragolpe. Y es que la otra posibilidad, la de salir a pecho descubierto, podría ser su suicidio. Quizá lo intenten en el arranque, tratando de sorprender a los españoles cuando éstos todavía están afinando los violines, pero no es muy probable que mantengan esa táctica el resto del partido.


Respecto a las alineaciones, se puede decir que Vicente del Bosque y Van Marwijk están cortados por el mismo patrón. Ambos son una tumba. Ahora bien, tampoco hay mucho terreno sobre el que especular. La Oranje saldrá con su once de gala. Sneijder no entrenó el viernes, pero estará en el campo. Para que un futbolista se pierda un partido como el de este domingo es que tienen que ingresarlo en un hospital. En España, la duda es de sobra conocida: Torres o Pedro. Al canario le avala el gran partido que hizo frente a Alemania. Como dijo Xavi Hernández, “dio vida al equipo” con su presión, su velocidad y su capacidad para asociarse. Sin embargo, no puede descartarse a Torres, que sin estar en forma dispone de recursos y poderío para dar muy mala vida a los centrales holandeses, Heitinga y Mathijsen, que tampoco son nada del otro mundo. Hasta la fecha, el seleccionador nacional ha acertado con todas sus apuestas.