C. RINCÓN 75-73 CAI ZARGOZA

El novato volvió a ser el CAI

El conjunto aragonés mostró de nuevo su peor cara a domicilio y cayó ante un Axarquía joven pero aguerrido.

El jugador del CAI Zaragoza Eduardo Sánchez penetra a canasta.
El novato volvió a ser el CAI
HERALDO

Ver para creer. No se olviden de esta frase que la van a leer en bastantes ocasiones a lo largo de esta crónica. Segunda derrota del CAI Zaragoza en cuatro jornadas, un nuevo tropiezo a domicilio ante el filial del Unicaja, equipo al que se visitó la campaña pasada. Esta vez los rojillos no han podido ni con los chavales malagueños. Abós no ha cumplido con sus comentarios previos al encuentro, aquellos que hablaban de aprender de los errores pasados, especialmente de los de Lugo. Pues no, otro varapalo inesperado en una cita en la que el novato e inexperto pareció el cuadro aragonés. Con una defensa inexistente y un ataque a ráfagas, los zaragozanos cayeron ante un Clínicas Rincón joven, aguerrido y con un enorme acierto en el tiro de tres en los instantes decisivos, esos que no supo jugar el 'experto' CAI. Esta vez volvió a ser el novato y pagó la novatada.

 

Cuando uno pensaba que en tantos años en la LEB lo había visto todo, se equivoca. Esta liga es un mundo, a veces incomprensible, y te topas con partidos como el de anoche. O mejor dicho, con inicios y finales de duelos como el de ayer en el que pasaban ante tus ojos cosas cuando menos sorprendentes. Para empezar, era la primera vez que en todas estas temporadas uno veía un animal dentro del pabellón. Se trataba de un burro, el burro Fenicio, por lo que se ve muy conocido en El Rincón de la Victoria. Tanto, que su rebuzno es el que se escucha por megafonía cuando anota el Clínicas Rincón. También llamaban la atención dos mascotas llamadas Manolito y Manolita, y hasta un grupo de una comunidad senegalesa tocando el yembé en mitad del encuentro. Lo nunca visto. Pero lo peor es que lo nunca visto también llegó a la cancha. El CAI saltó a la pista tan 'empanado' que se atascó en una zonita 2-3, que unido a otros factores deparó un increíble 4-4 tras seis minutos de juego y un exiguo y casi ridículo 10-8 al final del primer cuarto. Ver para creer.

 

Y es que los rojillos no afrontaron el encuentro plenos de concentración, por ser benévolos. Eso, o la intensidad se les quedó en casi nada poco después de comenzar. La obsesión que tienen por jugar transiciones rápidas para Darren Phillip esta vez conllevó continuas pérdidas de balón. Además, a Paolo Quinteros no le entraba nada. Pero nada de nada y se fue al descanso con cero puntos (0 de 4 en tiros de campo) y un 'pajarón' impropio de su categoría.

 

El CAI, además de blandito en defensa, se mostró muy denso en ataque e impreciso. Errores absurdos en el pase propiciaron las contras locales (que tapaban bien las líneas), las primeras ventajas andaluzas en el marcador y el rápido tiempo muerto de José Luis Abós. Solo con la entrada de los reservas aragoneses se encontró algo de calma y de igualdad en el duelo.

 

Los males de los aragoneses llegaban incluso desde la línea de tiros libres donde los fallos se repetían con una preocupante asiduidad. Menos mal que apareció la muñeca de Edu Sánchez para aportar dos triples consecutivos y la raza o la 'pitera' como se dice en Aragón de hombres como Nacho Martín y Elonu. Con un gran final de primera mitad de Lescano y Phillip el CAI parecía encarrilar ya el encuentro.

 

De hecho, los primeros compases tras la reanudación invitaban al optimismo. Los de Abós parecían un equipo, Paolo comenzaba a anotar y Phillip parecía ser profeta en su ex tierra. Un espejismo vistos los triples con los que, esta vez sí, el 'hijo pródigo', el de Willy Villar, es decir, Miki Servera acribillaba el aro zaragozano para arrancar el cuarto definitivo.

 

Ese acierto andaluz desde el perímetro resultó clave. Los de Paco Aurioles completaron una segunda mitad con un gran 8 de 15 desde la línea de 6,75 y, además de igualar el marcador, ponían a los rojillos más nerviosos que de costumbre, como novatos.

 

Empate a falta de cinco minutos para terminar y todo por decidir. Entonces solo cabía esperar que la serenidad de los veteranos pudiera decantar el choque. Pero no. El CAI no supo defender las posesiones determinantes, los bloqueos directos que siempre acababan con un triple local.

 

Y en ataque el balón era para Quinteros, pero la noche de ayer no era la del argentino. Ni la de los tiradores de libres del conjunto zaragozano. Esos fallos acabaron por condenar a los de Abós.

 

Con esas premisas, otra derrota que nadie contaba con ella. Porque no fue ante un clásico como el Leche Río Breogán sino ante los del burro Fenicio, los de Manolito y Manolita y la de los jóvenes del rival de la temporada pasada. Siempre con todo el respeto del mundo para un Clínicas Rincón que se mereció la victoria y la logró luchando por ella hasta el final.