REAL ZARAGOZA

El fondo de Dubái quiere nuevos socios locales

La parte compradora mantiene su apuesta, pero pretende otros rostros. El fondo inversor abre distancias respecto a Javier Abad y los empresarios.

El magnate indio Alí Syed, el pasado sábado junto a Rubén Aísa, abogado de Deloitte, en La Romareda.
El fondo de Dubái quiere nuevos socios locales
JOSé MIGUEL MARCO

La crisis detectada el pasado lunes en el grupo comprador del Real Zaragoza ha generado las primeras intenciones de cambio importantes. El fondo de capital-riesgo dubaití quiere nuevos socios locales. En las últimas horas ha abierto una distancia considerable respecto a varias figuras del proyecto. Afecta en primer lugar a Javier Abad, que estaba llamado a ser el siguiente presidente del Real Zaragoza en caso de llevarse a efecto la operación de compraventa. Atañe, en segundo término, a la persona de Alfonso Olloqui, potente empresario con negocios radicados en España, Estados Unidos y Centroamérica y que fue portero juvenil del Real Zaragoza durante la temporada 1954/1955.


Incumbe, asimismo, a otras personas cuyo nombre todavía no había trascendido, como es el caso de José Ángel Mayayo. Los representantes en España del fondo soberano dubaití pretenden dar un giro radical a esta cuestión. Después de no haber presentado a Agapito Iglesias los avales bancarios de Credit Suisse que éste demandaba para seguir negociando, buscan ahora empresarios locales, aragoneses, de contrastada reputación personal y empresarial, residan en Zaragoza o tengan sus domicilios habituales fuera de la capital aragonesa.


La operación, por tanto, sufre un importante parón, al menos hasta la fecha en que pueda recomponerse todo este aspecto relativo a la presencia aragonesa en el proyecto. Luego, la intención es retomar el proceso negociador con Agapito Iglesias, presidente y accionista mayoritario del Real Zaragoza. Fuentes vinculadas al fondo soberano de Dubái indicaron ayer en este sentido que la voluntad de inversión en el Real Zaragoza se mantiene igual de viva que en un principio.


Después de estrecharse las manos el pasado 3 de febrero, los representantes del fondo soberano dubaití y de la propiedad del Real Zaragoza, representados entonces en las personas del empresario Javier Abad y del ejecutivo Javier Bazaco, el acuerdo quedó plasmado en un precontrato. Las dos partes se dieron un plazo razonable, de alrededor de dos semanas, para ejecutar la opción de compra. Las premisas esenciales para mantener el acuerdo eran la presentación de los avales que alimentan la operación y que Agapito Iglesias no cambiara de opinión; esto es, que no hallara una oferta mejor en este espacio de tiempo, pues el interés del fondo de invertir en el Real Zaragoza era y sigue siendo manifiesto.


Desde el día de San Blas hasta hoy, ninguna clave esencial reflejada en el precontrato se ha vulnerado. La parte compradora, representada hasta ahora por Javier Abad, debía presentar las garantías que soportaban la adquisición. A tal efecto, Abad se desplazó la pasada semana a Suiza, concretamente a la ciudad de Zurich, sede central de la entidad financiera Credit Suisse, firma bajo cuyo manto también se ha gestado el reciente cambio de propiedad del Racing de Santander. Abad viajó, pero regresó sin los avales. Por tanto, la operación de venta del Real Zaragoza continúa según lo escrito en el precontrato.


El fondo soberano y Agapito Iglesias mantienen sus respectivos planteamientos, pero para desarrollar la operación el referido fondo necesita ahora de otros compañeros de viaje, de otros rostros que aseguren que no vayan a producirse nuevas situaciones de crisis interna.


El fondo inversor mantiene su objetivo, pues considera que el fútbol español y, más en concreto, la Liga BBVA, es un terreno donde puede obtener las rentabilidades buscadas por un capital-riesgo. Dentro del proyecto que bosqueja el fondo soberano dubaití, el equipo de fútbol del Real Zaragoza es importante.


Pero también lo es la ciudad a la que representa, la cuarta capital de España, igual que una afición potencial de un millón de aragoneses que se sienten identificados con el club del león rampante. En su plan de negocios se contempla la construcción de un nuevo estadio, obra que entienden se aceleraría con la marcha del actual presidente, y, sobre todo, los usos terciarios de esta instalación, con una amplia zona de ocio y otra destinada a los juegos de azar y a las apuestas.