ASÍ FUE LA TEMPORADA

El CAI recupera su sitio tras un año en el purgatorio

El equipo zaragozano, no sin sufrimiento ni cambios, confirmó finalmente los pronósticos y, con la mejor plantilla de la liga, acabó en la primera plaza, la que le da acceso directo a la ACB.

Matías Lescano, abrazado a Paolo Quinteros, besa el trofeo de campeones
El CAI recupera su sitio
PEDRO ETURA/A PHOTO AGENCY

Solo un año después de consumarse el doloroso descenso a la Liga LEB, el CAI Zaragoza ha mandado un mensaje al mundo del baloncesto: su sitio es la ACB. Y ya lo ha recuperado. En una única temporada, el club aragonés ha regresado a la elite, al lugar que nunca debió abandonar y en el que debe estar por tradición, por afición, por su estructura, por su pasión por el deporte de la canasta… El equipo rojillo ha revivido dos campañas después las mismas sensaciones que cuando tocó la gloria con los dedos en su primer ascenso. Pero ahora lo hace con la enorme satisfacción de haber cumplido con una obligación. El CAI solo podía estar un año en el infierno y ha cumplido las expectativas. Con una plantilla completa, con jugadores de experiencia y calidad y, tras realizar algunos retoques a lo largo del año, el conjunto que ha dirigido un zaragozano de pro como José Luis Abós ha devuelto a su ciudad a la mejor liga de Europa. La obligación ahora será que su presencia en la ACB no vuelva a ser un sueño de solo una temporada. Es el momento de consolidarse entre los grandes.


A pesar de que la competición ha sido más floja que otros años, aunque igual de pareja, la temporada no ha sido un camino de rosas para los rojillos. De hecho, su inicio titubeante a causa de sus continuos tropiezos a domicilio sembró de dudas la ruta hacia el ascenso. Las tres primeras salidas se saldaron con tres derrotas en canchas accesibles como la de Málaga. Afortunadamente, los zaragozanos mostraban en casa su cara más sólida y eso les permitía no distanciarse demasiado de los de arriba.


El sufrimiento también llegó al Príncipe Felipe con prórrogas ante el Menorca o las cuatro ante el Burgos, pero ya por aquel entonces el CAI aparentaba tener la suerte del campeón. Era la única suerte que le sonreía puesto que las lesiones se cebaron con los aragoneses desde el inicio. Hettsheimeir no llegó ni a arrancar la campaña, Kiefer lo hizo con problemas en la rodilla, Lescano solo pudo entrar, ya que sus papeles nunca llegaron, cuando se lesionó Barlow, Guerra se rompería más tarde, Lloreda llegó ya ‘tocado’...


Pero nada de eso iba a poder con un CAI que, tras vencer a orillas del Ebro al líder Melilla, tocó fondo en Tarragona al caer de manera humillante ante uno de los equipos que luchaba por la permanencia.


Todo pasaba por mejorar fuera de casa, ya que el Príncipe Felipe seguiría siendo un fortín. Y con la obligatoria entrada de Lescano en el equipo, dando la baja a Kiefer, y el fichaje de Oriol Junyent la máquina comenzó a carburar. Desde entonces ya no se perdió y las derrotas del Melilla acabaron colocando al CAI como primer clasificado, puesto que ya no abandonó.


Ese punto de inflexión coincidió con tres alegrías vitales lejos de Zaragoza, en Menorca, León y Burgos, una dinámica ganadora en la que los ‘veteranos’ en el ascenso marcaron la senda de la ACB. Además, los responsables deportivos por fin recuperaron a Hettsheimeir tras ser cedido al Xacobeo de ACB y apuntalaron aún más el juego interior en el que Darren Phillip demostró una vez más que es totalmente desequilibrante en la LEB. La ‘estrella’ del proyecto, Paolo Quinteros, algo irregular de inicio, mostró su versión más completa.


Victoria tras victoria el CAI encadenó una racha como aquella que le había llevado a la elite dos años antes. Ya no había relajación, el grupo estaba unido y mentalizado de que era su año y no iba a dejar escapar la oportunidad.


Cuando el equipo desplegó todo su potencial quedó claro que nadie podía pararle. Zaragoza tenía que recuperar su sitio y solo ha tardado un año en lograrlo. El ‘momento’ se hizo esperar. El triunfo rojillo en Tenerife abría la puerta del ascenso, pero su rival directo ganó en Gerona y hubo que esperar una semana más para cantar el alirón.


El capitán Lescano vuelve a repetir el gesto de hace dos campañas, el de levantar el trofeo de campeón de liga, y el club aragonés tiene ante sí su segunda oportunidad de aferrarse a la mejor liga de Europa.


Con más o menos errores en la gestión o en el día a día del equipo, pero el CAI tenía que salir del pozo y lo ha conseguido. Sus buques insignia han dado la cara, los nuevos han sumado desde la ilusión, los jóvenes han aportado frescura y los veteranos, la calma suficiente en momentos de máxima tensión. Ya ha pasado. La calma y la tranquilidad del deber cumplido y del trabajo completado invaden a un club, a una afición y una ciudad que regresan a un lugar tan deseado como merecido.