CAI 84-70 ESTUDIANTES

El CAI llega a tiempo

El conjunto aragonés consigue superar el síndrome del primer cuarto y logra un triunfo rotundo ante el Estudiantes (87-70).

Jayson Granger (i), entra a canasta ante Adam Chubb.
De vuelta a la buena senda
EFE

Por fin llegó a tiempo el CAI Zaragoza, que desarrolló un partido completo desde el principio hasta el final. Merced a este escrupuloso ejercicio de exactitud, superó a un Estudiantes que llegó crecido exhibiendo una racha fantástica de tres triunfos en ACB y dos en Europa, y se fue absolutamente desorientado. Sumó su cuarto triunfo el conjunto aragonés, que quebró su negativa serie de tres derrotas consecutivas. Además del fondo de la victoria, del valor tangible y su traslación numérica en la tabla clasificatoria, cabe subrayar la forma: el cuadro de José Luis Abós ganó con nitidez a pesar de sufrir la baja de Carlos Cabezas y de actuar sensiblemente mermado Pablo Aguilar. Sin sus dos nacionales de postín, el CAI le pegó una lijada por un sitio al Estudiantes. Hay motivos sobrados para creer en este colectivo.

Siempre me ha merecido un respeto enorme Luis Casimiro, el técnico que firmó el título liguero más meritorio de la historia de la ACB, el que conquistó el TDK Manresa de Chichi Creus, Capdevila, Peñarroya, Sallier y Alston. Ganar la liga con los plantillones que siempre reúnen Barça, Madrid o Caja Laboral tiene su mérito. Hacerlo con la nómina anterior casi pertenece al territorio de la metafísica. Ahora está edificando un equipo sólido en Estudiantes, que llegó a Zaragoza sin Albert Oliver ni Pancho Hasen. Alcanzar la victoria con la renta que firmó el CAI, desde luego sugiere un subrayado en la gestión de Abós.

El Estudiantes se impuso en el salto inicial y poco más. Asselin estuvo más listo que Hettsheimeir en la primera bola. Los colegiales sobrevivieron en el primer cuarto a base de las penetraciones de Welsch y Granger. Los aragoneses, obsesionados en frenar a Caner-Medley, MVP de la última jornada, bunquerizaron las proximidades del aro. Según la teoría de la manta corta, cuando te cubres los pies, descubres la cabeza, o viceversa. Tapada la zona cercana al gua, la defensa aragonesa descuidó los aledaños y la periferia. El Estudiantes rentabilizó la coyuntura para llegar a la primera meta volante con una mínima ventaja (22-23). El CAI, paradójicamente, se sentía feliz. Después de los ruinosos primeros cuartos de sus dos últimos partidos ante el Caja Laboral y el Valencia, había logrado llegar al minuto 10 con un tanteador equilibrado. El síndrome del primer cuarto ya era historia. Fantástico augurio.

Defendiendo, que es gerundio y además es maravilloso para quien sabe conjugarlo, el CAI Zaragoza se dio a la fuga en el segundo cuarto. El Estudiantes se arrugó atrás en defensa y cedió el control bajo los aros. Sin rebote, perdió cualquier opción a desplegar el contragolpe, a correr, a desarrollar el juego ágil y rápido que siempre figuró en el genoma del Ramiro de Maeztu. En la primera canasta del segundo cuarto, rubricada por la muñequita linda de Paolo Quinteros, el CAI tomó la primera ventaja. Ya no soltaría el mando en el electrónico el club aragonés, que se dio a la fuga al galope de un parcial 8-0. El mermado Aguilar no salió a la pista hasta el minuto 14, sustituyendo a un DP estelar. Toppert se unió a la fiesta con un acierto extraordinario desde la línea de tres. En el ecuador, solo la carga de faltas de los hombres interiores del CAI sembraba cierta incertidumbre en medio de una firme certidumbre en el triunfo.

La reanuación confirmó todo lo bueno que había apuntado el CAI en los primeros 20 minutos. A partir de un eficaz trabajo en la destrucción, supo construir una serena y firme victoria, redonda en su desarrollo. Van Rossom y Miso consiguieron que el recuerdo de Cabezas no derivara en cefalea. Por fuera, Toppert se confirmó como el más certero lanzador de tres de la ACB. La riqueza de lanzamientos de Quinteros y Barlow, y el ímpetu de Chubb dejaron un triunfo que le devuelve la sonrisa al CAI. Solo Hettshiemer no alcanzó su nivel habitual. Ayer, no hacía falta en medio de una exhibición global culminada por un mate del gran protagonista de la reunión, DP, capitán de un CAI que ya llega a tiempo al inicio de los partidos, y también a subirse al tren de la Liga. Próxima estación: Menorca.