CAI ZARAGOZA

El CAI ya acaricia el ansiado ascenso

Venció con rotundidad en la complicada cancha de La Laguna, y se aprovecha del tropiezo del Bruesa para aventajar en dos triunfos a los donostiarras.

El ascenso está ahí, al alcance de la mano. Todavía no lo tienen, pero lo acarician después del meritorio triunfo logrado anoche en La Laguna por los rojillos y la derrota del Bruesa en Los Barrios. Eso no significa que haya que relajarse, al contrario, hay que seguir luchando y, sobre todo, celebrar una situación tan propicia como una ventaja de dos encuentros sobre los vascos a falta únicamente de seis jornadas. La noche fue de las épicas, de las de una tensión brutal, de esas que hacen afición y provocan más de una taquicardia. Pero la fortuna y el buenhacer sonrió al CAI Zaragoza, un equipo que sacó adelante quizá su desplazamiento más complicado hasta el final de la fase regular, y lo hizo con profesionalidad, con seriedad, con una intensa defensa y, otra virtud más para el carro rojillo, sabiendo sufrir y pasarlo mal. Pero bien vale pasarlo mal si el final es tan feliz como éste.


No estaba lleno, pero el Ríos Tejera aprieta de lo lindo. Sin embargo, ya desde la primera mitad el CAI quiso dejar una cosa clara: en su particular lucha por el ascenso que mantiene con el Bruesa no estaba dispuesto a fallar y va a pelear hasta el final para alcanzar el objetivo. En medio de un ambiente de fiesta, de baloncesto en su pura esencia, los aragoneses quisieron ser fieles a su estilo. La defensa por bandera y el contragolpe como recurso ofensivo. Pero para que eso fuera una realidad hubo que sufrir ligeramente.


En un inicio de nervios y en el que los errores primaban sobre los aciertos, los de Segura se escaparon con un ilusionante 0-6. Pero los canarios también tienen sus armas, y en ese momento las más peligrosas fueron el poderío de Donaldson en la pintura, que se tradujo en rebotes y canastas cómodas, y los triples del base Álex González. Todo ello, y el empeño del CAI de buscar en el interior a un DP algo torpón, igualó un choque que prometía mucha tensión.


Sin embargo, lo mejor para aliviar esa tensión es recurrir a tu juego habitual, al que ha destrozado a muchos de los rivales de la LEB Oro, ese que tiene la fórmula de defensa-rebote-velocidad. Y los rojillos lo encontraron mediado el segundo cuarto. Los robos de balón comenzaron a aflorar, también los fallos en el tiro de los locales (provocados por una intensa defensa) y las canastas a la contra fueron las que abrieron brecha.


Para poner las cosas más a su favor, en el equipo de Segura aparecieron tanto Quinteros con sus penetraciones, como DP con un 2+1 a base de fuerza que puso la máxima en el electrónico, +13 poco antes del descanso. Pero el verdadero hombre clave de ese parcial fue el gran Mike Higgins. Saliendo desde el banco apuntaló una poderosa defensa a través de sus tapones, su garra y sus capturas atrás. Pero aún habría que sufrir. Y mucho.


Sería más adelante, ya que la reentrada de Starosta hizo mucho daño a los locales. No sabían cómo parar al gigantón checo quien anotó hasta saciarse hasta que el CAI se fue por 18 tantos.


Sin embargo, no todo quedó resuelto, como venía siendo costumbre en los partidos de los zaragozanos. Porque Alejandro Martínez encontró la fórmula de frenar tanto a los aragoneses como a su torre: una zona.


Y se le atragantó. El cuadro de Segura no supo romperla, se atascó en ataque y vio cómo su rival comenzaba a anotar de tres en tres acercándose peligrosamente. Tanto, que La Laguna se acercó a seis y la grada enloqueció. Entonces sí que era La Bombonera de la LEB, y el amarillo se hacía cada vez más vivo.


Lo curioso es que en esa situación tan complicada el CAI sacó su casta y profesionalidad. A nadie le tembló la mano en los tiros libres, Quinteros asumió responsabilidad ofensiva y Lescano, genial en defensa sobre Rost y Detrick, tuvo su momento de gloria con dos triples estratosféricos que sentenciaron el partido.


Para entonces el banquillo ya sabía del triunfo de Los Barrios y celebraba por todo lo alto una jornada tan propicia. No era para menos. Se sufrió pero ya se acaricia la ACB.