Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

real zaragoza

Dos mundos

El Real Zaragoza pierde en La Romareda por 0 a 3 frente al Villarreal en un encuentro en el que nunca tuvo ninguna opción. Siempre mandó el submarino amarillo.

Vino a suceder ayer en La Romareda lo que era más probable cuando se enfrentan dos equipos tan distintos como el Real Zaragoza y el Villarreal; es decir, el último de la tabla clasificatoria y un poder que ya no es emergente. El equipo aragonés todavía no tiene definida ni su estructura de juego, ni su personalidad, ni siquiera su fisonomía -otra vez jugamos muchos minutos con diez hombres- y el Villarreal, por el contrario, es una máquina de producir fútbol en los registros más depurados y brillantes. A la ley de la gravedad de este deporte se le puede burlar alguna vez; pero no cualquier tarde. Javier Aguirre quiso ganar y recibió tres goles, como pudieron ser más. La diferencia que existe en este momento entre el submarino amarillo y el Real Zaragoza es del tamaño de un abismo.

En este sentido, resulta indiferente que en el banquillo del conjunto aragonés se siente un experto, un viejo zorro en la dirección técnica de encuentros de todos los niveles, como es Javier Aguirre, o un entrenador en prácticas, un novel con la ilusión propia de quien trata de hacerse un hueco en esta carrera casi imposible, como era el caso de José Aurelio Gay. La clave de esta cuestión pivota en otro factor distinto a la figura del entrenador. Radica en primer término en la categoría individual de quienes están sobre el terreno de juego. A este respecto, pocas discusiones caben. El bloque de Garrido dispone de futbolistas de primera talla, de un nivel mayúsculo. Cani, Cazorla, Nilmar, Rossi y Marcos Senna interpretan este juego de modo magistral, como los ángeles, si es que los ángeles alguna vez han jugado al fútbol. Cada uno en su función desplegaron el imponderable valor de hacer las cosas fáciles. Ellos no entendieron en la tarde de ayer de problemas, de presiones del rival, de asfixias o de entradas duras del contrario. A cada cuestión que se les presentó ofrecieron una solución sencilla, bien concebida y mejor ejecutada. Parecieron tener el manual de las buenas prácticas siempre abierto y en todo momento en sus manos. A nadie debe extrañar que se hayan situado por debajo del Real Madrid y del Fútbol Club Barcelona en la tabla y que su entrenador, Garrido, sea, sin embargo, un joven inexperto en la Primera.

Si el partido de la semana pasada, disputado frente al Getafe, enseñó a Javier Aguirre la auténtica realidad a la que se enfrenta, este encuentro ya le ha hecho sufrir en plenas carnes, sin ser él, por su puesto, el causante de los penares que nos azotan.

El entrenador mexicano tiene que ser, en todo caso, la solución, labor de trabajo monumental, por momentos de aspecto tremendo por la envergadura de su contenido. El recurso de acudir al mercado de invierno, o a algo más, a otra revolución de invierno, parece inevitable conforme se acerca el mes de enero y se padecen iguales deficiencias.

José Miguel Tafalla