RACING 2 - 0 REAL ZARAGOZA

Doloroso castigo a la inoperancia

El Zaragoza, que solo aspiró al 0-0 durante 75 minutos, cayó abatido en la recta final de un penoso duelo. Los goles postreros de Henrique y Ariel Nahualpán dejan al equipo de Gay en los puestos de descenso.

Ander Herrera salta junto a un defensor racinguista.
Doloroso castigo a la inoperancia
E. COBO/EFE

Ni revancha, ni reversión de la catástrofe previa ante el Málaga, ni lavado de imagen, ni campo talismán, ni nada de nada. El Real Zaragoza volvió a legitimar ayer en El Sardinero de Santander a todos los que se temen lo peor a final de temporada. En un partido lamentable, lleno de errores, carencias, insuficiencias e inoperancia en todas las líneas del equipo aragonés, el último cuarto de hora consumó un duro castigo en forma de derrota clara ante un rival que no es nada del otro mundo.El 2-0 final derrumbó de un hachazo las aspiraciones de los de Gay que, a lo largo de los primeros 75 minutos, dieron siempre la sensación de intentar obtener el 0-0 como botín máximo. Los zaragocistas pagaron con sangre su racanería y falta de ambición. Mordieron la tierra por culpa de su ausencia de imaginación, de iniciativa, de valentía en los momentos en los que el apurado Racing dio muestras de flaqueza.

Un día más, jugadores, técnicos y dirigentes abandonaron el estadio cabizbajos y rumiando un futuro inmediato lleno de nubes tormentosas. Lo desarrollado sobre el césped cántabro no dejó lugar a demasiadas interpretaciones ni subterfugios. El actual Zaragoza es un equipo pobre de juego, escaso de referencias creativas y roto en su interpretación del concepto defensivo.

Santander significó ayer el segundo varapalo al ánimo del grupo, tras el desastre vivido siete días antes en La Romareda ante el Málaga. Un alarmante termómetro que indica que la temperatura del bloque es insuficiente para sobrevivir y que es necesario un chequeo urgentísimo en el vestuario para recuperar (mejor, obtener) un mínimo grado de salud que evite un prematuro colapso general entre el zaragocismo.

Salieron al campo obsesionados por estar juntitos atrás. Por situarse ordenados delante del área de Leo Franco. La cuestión principal era no encajar un gol. Un mandamiento a cumplir a rajatabla. Y ello derivó en una primera parte sencillamente horrible porque, además de esa actitud timorata de los rojillos (ayer sí, señor Porquera), el Racing fue un contrincante atropellado y nulo en labores ofensivas.

Hasta el minuto 31 no hubo una ocasión de gol que, para más inri, concluyó sin remate a cargo del bullicioso -pero torpón ariete- Ariel Nahualpán. La primera aproximación al área del Zaragoza llegó ¡en el minuto 43! y también fue un amago sin acabar porque Bertolo, solo en el punto de penalti, no controló un buen centro de Sinama y desaprovechó la oportunidad. En el intermedio hubiese sido imposible calificar la actuación de los dos porteros. Sencillamente, ni la tocaron.

En el segundo tiempo sucedió todo. Lo bueno, que fue mayormente para el Racing, y lo peor que malo, que se lo llevó el Zaragoza. Antes del cuarto de hora decisivo, hubo media hora dispar. Un arranque intenso pero aturullado de los locales, que marraron un par de ocasiones claras y vieron cómo se anulaba bien un gol a Ariel por fuera de juego, tras una falta en la que Franco falló al atrapar la pelota; y una fase posterior en la que el cuadro aragonés no supo aprovechar las dudas cántabras para irse arriba. Jarosik cabeceó alto a placer un córner a falta de media hora, en lo que pudo ser el 0-1, y el árbitro anuló una jugada que acabó con un gol de Gabi tras un córner al considerar como falta una obstrucción de pillo de Ander Herrera a Arana para favorecer el remate de su colega.

No supo generar nada más el paupérrimo Zaragoza de ayer. Solo dos acciones fruto del balón parado, de la más arcaica estrategia del córner. Y lo acabó lamentando cuando el Racing, al final, sacó fuerzas de flaqueza y aprovechó los cambios tácticos de Portugal, que sacó al campo a la estrella sueca Rosenberg para afrontar la recta final del choque con dos delanteros referentes.

Leo Franco abortó con una gran parada un disparo de gol de Munitis en el inicio del ataque racinguista a la desesperada. Pero de ese saque de esquina vino el letal 1-0, en un cabezazo de Henrique que no tapó bien Jarosik y Obradovic no supo sacar bajo palos. El Zaragoza estaba muerto en ese instante. Ariel marró el segundo tanto ante un atinado Franco en otro regalo del checo, pero se desquitó enseguida con el 2-0 en una jugada en la que Arana dejó en evidencia a Contini. Como guinda al nuevo desastre, Marco Pérez falló otro gol infallable en tiempo añadido. Tras regatear al meta Toño, en una maniobra extraña a la media vuelta, chutó al palo con la portería a placer y con Boutahar (que debutó a la fuerza fuera de forma) solo al lado. Poco más hay que explicar. ¡Ah!, que ya se pisa la zona de descenso.