VOLEIBOL

Día de gloria

El CAI Voleibol Teruel consigue un histórico título de Superliga, al doblegar en el tercer partido al poderoso Unicaja AlmeríaEl cuadro aragonés cierra la serie con un contundente 3-0

Los aficionados desplazados a Almería desde Teruel se funden en un abrazo con el jugador del CAI Teruel Ualas.
Día de gloria
antonio garcía

Cuando Torres y Vega levantaron los brazos, Unicaja deseó que la película del partido se parara. Olteanu remataba y los dos receptores se elevaban para bloquear un balón y lanzarlo a ese punto donde empieza la gloria, inalcanzable para Almería, y de la que se hizo dueña el CAI Teruel. Unos segundos infinitos, una acción para la historia. Entonces, la cinta se aceleró. Y el pabellón Moisés Ruiz tembló. ¡Campeones! Y la locura se adueñó de la pista. El delirio en la plantilla del CAI: Anderson levantaba los puños al cielo; Pepi correteaba fuera de sí; Fran Rodríguez y Guille Hernán se fundían en un abrazo emocionado; Ualas arrastraba a Torres, encadenado a la cintura de Vega que no se despegaba de Cocolina; Llenas intentaba ocultar las lágrimas; Guerrero, Morata, Ariño, el fisio Juanjo Pérez y el preparador Marcos hacían la ola… Fotografiando la imagen, Óscar Novillo, rostro sereno, sonrisa de satisfacción. El técnico tuvo ayer su mejor regalo de cumpleaños. Y su equipo obsequiaba con su primera conquista, la Superliga, a los más de 300 aficionados que tiñeron de naranja el pabellón almeriense; a los miles de hinchas que en la distancia, en un recinto con sabor a voleibol, Los Planos, celebraban con alborozo la victoria; a un club que en su mayoría de edad se ha hecho grande en la elite; y a una provincia, Teruel, y por extensión a una Comunidad, Aragón, que ya puede presumir de un título en un campeonato en la máxima categoría. Y, entonces, llegó el momento más esperado: el capitán José Vicente Cocolina levantaba la pesada copa de campeón. Y en el pabellón solo se escuchó: ¡Teruel, Teruel!


"Esto es lo más increíble que podemos vivir. No se puede explicar con palabras este momento", decía con la voz entrecortada Novillo.

 

El CAI Teruel ponía a las once menos cuarto de la noche la guinda a una temporada mágica, fruto de un intenso trabajo que se ha plasmado con un brillante debut en la competición europea, el subcampeonato de la Copa del Rey y, ayer, el ambicionado trofeo de la Superliga.

Fortaleza mental


El CAI culminaba un 'play off' redondo, resuelto con victorias en todas la eliminatoria. A su fase decisiva, en Almería, se presentaba con un 2-0 en su haber y se medía a un Unicaja que apelaba al espíritu de Moisés Ruiz, el padre el voleibol almeriense, para una remontada épica. Unicaja buscaba romper la estadística que hablaba de levantar un 2-0 en la serie final. Y se encontró a un CAI que le derrotó con los mismos argumentos que ha exhibido en la pista durante siete meses de competición: una gran fortaleza mental.


Ayer era el día. Sí o sí. Dicen que para ganar una final tienes que haber perdido otra. En el Moisés Ruiz, el CAI sufrió su primera desilusión cuando el Unicaja le arrebató la Copa del Rey. Ayer, se vengó. El Unicaja apelaba a su principal arma, el saque, para mantener una estabilidad en el juego, un arte que también sabe manejar bien el CAI. La rapidez en la construcción del punto proviene de este fundamento. Pero no fue esta virtud (cinco errores para cada equipo) la que adornó una primera manga que arrancó con demasiados nervios e imprecisiones. Novillo torcía el morro. Llegó el primer tiempo técnico (8-7) y el CAI aclaró sus ideas. Guille Hernán encontró la dirección lógica del balón y un inspirado Pepi lanzaba al conjunto turolense.

 

Novillo paró el partido (11-15) esperando una reacción. Dos extraordinarios bloqueos de Torres ampliaban a seis la diferencia en el marcador, más naranja que nunca (14-20). Pero el Unicaja no se rindió. Howatson apareció para ofrecer su mejor versión en la dirección, mientras que el CAI, que se dolía en la recepción, tuvo un amago de susto. Hasta dos bolas de set salvaron los locales. Pero Anderson, elegido MVP de la final, puso la puntilla.


Carreño leyó la cartilla a sus chicos. Sentó al receptor Delgado, uno de sus puntales, apagado, y apostó por otro hombre en la zona con experiencia en situaciones límite, Rojas. La jugada le salió bien. El balón partía potente de inicio y atacaba al jugador que ofrecía más dudas a la hora de recibirlo, Pepi. Por ahí, el Unicaja encontró el sentido a su juego. Novillo consumía su primer tiempo muerto con 6-2; el segundo llegaría poco después con 10-4.

 

El CAI necesitaba esa concentración que le ha lanzado hasta la final. Y la encontró. ¡CAI, CAI! Escuchaba de fondo. Fue capaz de encadenar seis puntos consecutivos para establecer la primera igualada de un segundo set de color verde (11-11). A partir de ahí, nadie se atrevió a romper la igualdad. La cuestión era saber quién iba a ser el primero al que le iba a temblar la mano. Y Barcala, el hombre de la Copa, mandó los remates siguientes fuera.


La final llevaba el mismo camino que el pasado fin de semana. Y el guión se cumplía para lo bueno y lo malo. Unicaja saltó herido y terminó por fundir al CAI a base de pelotazos, bloqueos, remates imposibles… El conjunto de Novillo tenía un tremendo dolor de cabeza que le impedía pensar con frescura. También lloraba por la mano izquierda de Fran Rodríguez, con un esguince en un dedo, que dejaba huérfana la aportación ofensiva de su equipo.

 

Vio el tercer parcial en el banquillo, mordiéndose las uñas como el resto de sus compañeros que sufrían con una recepción que no funcionaba y un añorado Anderson que no daba señales. La afición local disfrutaba, hasta el veterano Juanjo Salvador vivía una segunda juventud en la pista, aunque no acallaba el empuje turolense, que vivía de pie el partido.


Más tensión imposible. Y la megafonía a plena potencia. "A por ellos, oé". Pero a por quién, ¿Almería, Teruel? Era imposible seguir el ritmo a un partido loco que no tenía quién lo dominaba. Los puntos caían de lado a lado y el tanteador se acercaba al momento crítico. Un saque de Ualas establecía el 23-23. ¡CAI, CAI! El último esfuerzo. Anderson remata dentro. ¡CAI, CAI, vamos! Carreño pide tiempo muerto. Demasiado tarde, amigo. Guille saca, recibe Rojas, dirige Howatson, Olteanu apunta y... ¡La gloria!