Jordi Xammar y Nico Rodríguez, medalla de bronce en 470

El catalán y el gallego no fallan y se anotan la última opción de metal para España en vela en estos Juegos Olímpicos.

Xammar y Rodríguez celebrando el triunfo.
Xammar y Rodríguez celebrando el triunfo.
Iván Alvarado/EFE

El catalán Jordi Xammar y el gallego Nico Rodríguez no fallaron y convirtieron en bronce la última opción de medalla para la vela española en los Juegos Olímpicos de Tokio tras el metal ayer del balear Joan Cardona. La pareja partía desde el tercer puesto, a solo cuatro puntos de los suecos, que marchaban segundos. El oro era imposible, pero la plata y el bronce estaban en juego. Finalmente fueron bronce, metal que desde hace unos días acariciaban, aunque no se quisieron confiar tras ver cómo sus compañeros del equipo español Diego Botín y Iago López se quedaban sin premio en 49er llegando en la misma posición que ellos a la medal race. Xammar y Rodríguez lo dieron todo en la última manga. Y siguieron el guión que se marcaban antes de irse al agua: «Vamos a tener un ojo en nuestros rivales, pero queremos estar libres y situarnos en la cabeza, que es lo que nos asegura la medalla», detalló el gallego.

La pareja hizo una buena salida, no pararon de remar ni en ceñidas ni en popas debido a que el viento no pasaba de los ocho nudos. Los españoles compitieron siempre con viento libre, pero controlando a los suecos y neozelandeses, sus inmediatos rivales por las medallas en una flota que lideraron con contundencia los australianos, como ha ocurrido durante todos los Juegos. Xammar y Rodríguez se colocaron en la boya de barlovento terceros, cayendo hasta el quinto en la última popa, terminando así la medal race que le daba matemáticamente el bronce.

"En nuestras manos"

Números uno en el ránking de 470 tras quedar este año terceros en el mundial y segundos en el europeo, Xammar y Rodríguez han sufrido bastante con las condiciones meteorológicas de estos Juegos. Aun así han logrado vencer en dos de las mangas previas a la regata final. "Ahora está en nuestras manos", recordaba antes de echarse al agua Nico Rodríguez. Por la cabeza de Xammar pasaba su experiencia en Río 2016, donde finalizó duodécimo: "No quería volver a unos Juegos para hacer un 12º". Por eso en estos cinco años ambos casi han vivido literalmente en los cinco metros cuadrados del 470... con permiso de los meses de confinamiento. "En Brasil aprendí que para ganar una medalla necesitas un gran nivel de profesionalidad, metodología, dedicación al 110%, más madurez y experiencia", ha detallado en alguna ocasión Xammar.

Y ahora junto con Nico Rodríguez cumple su sueño de unir sus nombres a medallistas como Antonio Gorostegui y Pedro Mikllet (plata en Montreal 1976), Luis Doreste y Roberto Molina (oro en Los Ángeles 1984) y Jordi Calafat y Francisco Sánchez (oro en Barcelona 1992). Sin olvidar en categoría femenina a Theresa Zabell que, junto con Patricia Guerra sería oro en Barcelona 1992 y junto con Begoña Vía Dufresne repetiría metal en Atlanta 1996. Hasta el momento cerraba el medallero de 470 la plata en Atenas 2004 de Natalia Vía Dufresne y Sandra Azón, siendo la clase más laureada en la vela olímpica, donde esta modalidad sigue liderando el medallero español sumando ya con la de Xammar y Rodríguez 21 medallas.

A sus 27 años, Jordi Xammar cuenta con estudios en Administración y Dirección de Empresas. No recuerda el primer día que empezó a navegar. Sus padres sí: ellos tenían una regata de crucero y él se quedó navegando en Optimist; apenas contaba con 4 años y ni siquiera sabía nadar. A ello le enseñaría el piloto de motociclismo Sito Pons, muy amigo de la familia, ya que el padre de Xammar fue campeón de España de 250 cc y su madre una pionera entre las mujeres piloto. Pero el niño prefirió la vela. Desde entonces no ha parado de sumar campeonatos en 420 y 470, siempre con la medalla como objetivo final. De hecho, cuando terminó su participación en Río 2016 desde el propio aeropuerto llamó a Nico Rodríguez. Su entonces tripulante, Joan Herp, dejaba de navegar para estudiar, y Xammar telefoneó al gallego, que unos meses antes había dejado la vela de alta competición para hacerle su propuesta de ir a por la medalla en Tokio. «No me podía quedar de brazos cruzados», explica el catalán, que ya veía que Japón iba a ser su gran oportunidad.

En esos momentos Nico había dejado la vela y estaba en Holanda, aprendiendo el idioma porque le había salido un trabajo como odontólogo. No llegó a firmar el contrato y apenas tres días después de la llamada de Xammar volvía a España y cambiaba de nuevo la bata por el neopreno. "Los Juegos Olímpicos era el sueño de mi vida", recuerda Rodríguez. Y la apuesta le ha salido bien.

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