REAL ZARAGOZA

Delantero para todo

El Príncipe prosigue agrandando su figura. No marcó, pero lideró al equipo y asistió.

Diego Milito acabó el partido con las botas pesadas como el plomo. Le ardía el pecho de correr. Lanzaba suspiros al aire. Había vuelto a cumplir un partido impecable y esforzado. Su aliento y su clarividencia han tirado del equipo durante la crisis padecida y ayer no descuidó la rutina. La costumbre del argentino eran los goles y el Athletic se marchó sin zarpazo del Príncipe. Los cazadores también descansan. Pero Diego, con el brazalete de capitán ante la suplencia de Alberto Zapater, no se quitó el traje de líder omnipresente, altruista y voluntarioso. Asistió, encabezó la presión colectiva sobre el rival, y transportó peligro, estallando un balón en la madera, un tirazo violento que hubiera inyectado un tranquilizante si llega a besar la red.


Diego atraviesa un presente acaramelado. Vive instalado en un momento pletórico, transmitiendo la seguridad de quien a todo le sale. Desde ese regate tan suyo, el recorte seco y desgarrador que todo el mundo conoce pero nadie sabe cómo frenar, hasta su instinto infinito, cuando, al entrar en el área, el balón acude obediente a sus botas.


Milito camina segundo en la lucha de los goleadores. Suma 14 celebraciones, dos menos que el sevillista Luis Fabiano, que firmó un doblete en la jornada de ayer. Pero no concluyen ahí las sobresalientes estadísticas del Príncipe. Además de producir goles, los sirve. Ya es el cuarto máximo asistente de la Liga. Ante el Athletic repartió la sexta carta de la temporada, solo superado por la visión panorámica del Caño Ibagaza (9), el delineante José María Gutiérrez "Guti" (7) y Marcos Senna (7), el eje del Villarreal.


El último envío lo agradeció ayer Ricardo Oliveira, con quien Diego va perfeccionando un dúo letal. La jugada tuvo como protagonistas a la lujosa trinidad del Real Zaragoza. Sergio García profundizó un balón hasta las rojizas botas de Diego Milito. El Príncipe levantó la mirada, e ideó un centro flotante, a media altura, que Oliveira destinó al lugar correcto, como suele ser habitual en él.


La plenitud de Diego no pasa desapercibida en Europa. Desde la Premier inglesa surgen declaraciones de amor. Pero nadie le corteja con tanto furor como el Barcelona. El nombre del delantero argentino sobresale subrayado en las libretas del área técnica del equipo catalán. Hojas con informes lustrosos brillan en las carpetas del Camp Nou. El director deportivo del equipo azulgrana, Txiki Beguiristáin, siente un cosquilleo cuando oye el nombre de Diego Milito. Y ayer envió a La Romareda a dos de sus ojeadores, Luis Aragón y Joan Martínez Vilaseca.


Ambos recopilaron en vivo el copioso compendio de virtudes de Diego Milito. Solo se les escapó escribir lo más conocido, su inexorable relación con el gol. Por lo demás, asistieron a su versátil repertorio. Le vieron volcarse a bandas, colaborar en la presión, perseguir desmarques, asociarse con Oliveira y Sergio García, acosar al portero enemigo, capitanear...


El Barcelona sueña con reunirlo de nuevo con su hermano Gaby. Los millones de euros dictarán sentencia. La vida de los delanteros prestigiosos del Real Zaragoza tiene corta caducidad. Es un signo histórico. Y se presiente que Diego no estará entre nosotros el próximo curso. Hasta entonces, La Romareda y el zaragocismo debe consumir hasta la última gota del fútbol de unos de los delanteros más completos que pisan hoy un campo de fútbol. Diego Milito, el delantero para todo.